Sin Charly García resulta imposible comprender el último medio siglo argentino y la cultura contemporánea en nuestra América

Los carceleros de la humanidad

no me atraparán dos veces con la misma red

Charly García

Un hombre mira desde un balcón, con ojos inquietantes fija la vista en la piscina que está nueve pisos más abajo,  siente la fresca brisa agitando sus rebeldes cabellos, 5,50 metros es la distancia que separa el borde del balcón de la alberca, parece un abismo para un mortal. Dentro de la habitación hay un ruido molesto y agobiante, el sujeto observa buscando una salida, solo hay rostros sin respuesta, no hay forma posible; siempre ha sido libre, su voluntad desde hace décadas rompe todo, se abre paso a toda costa, quiere escurrirse como la lluvia. En un instante el incómodo mascullar de voces se transforma en un cerrado silencio y luego se desatan gritos de horror. 194 cm y 74 kilogramos de peso son un simple receptáculo con sangre, músculos y huesos, un cuerpo es muy pequeño, demasiado estrecho para contener aquel espíritu indomable… Fuera, tras los muros, testigos y periodistas -quienes registran en sus cámaras el colosal salto- ven con terror la figura cayendo verticalmente a toda velocidad hasta desaparecer, la pared que separa la calle no permite ver el fatal desenlace. Todos se agitan, llantos y gritos, desesperados se lanzan puertas adentro, el tropel de reporteros y curiosos invaden el interior del área de la piscina para,  estupefactos, encontrarse a un dios inmortal nadando plácidamente en las aguas quietas de la pileta.

Fue el 3 de marzo de 2000 en el hotel Aconcagua ciudad argentina de Mendoza, cuando el mítico músico Charly García realizó el alocado salto que electrizó a un país entero y  un buen grupo de seguidores del astro en el mundo quedaron atónitos. Luego del espeluznante susto, todos aquellos que con acérrima pasión idolatran a este irrepetible artista, sencillamente confirmaron lo que desde hace años sienten:  Charly nunca va a morir. Así es y así será, más allá del inevitable final biológico que algún día llegará,  en cada alma alcanzada por su música y su particular visión este genio va a permanecer inmaculado y alocadamente indomable. Su extensa obra quedará guardada y servirá de renovación cultural por ser un vestigio telúrico de una generación inconforme y su inquebrantable confrontación contra lo establecido.

Durante los 31 días de octubre en Argentina, autoridades, artistas y público van a realizar diversas actividades para conmemorar los 70 años de vida de Charly García

El pasado 23 de octubre arribó a su 70° cumpleaños Carlos Alberto García Moreno, Charly García para el mundo (Buenos Aires, 1951), ese muchacho bonaerense que a los 13 años de edad ya era maestro graduado de música académica capaz de rivalizar con Chopin que, además, es cantante, compositor, productor, multiinstrumentista, oído absoluto, autor de reflexivas letras, polémico contestatario, explosivo artista e inestable individuo;  es sin duda la voz más emblemática del rock en nuestro idioma. Este reconocido intérprete es quien posiblemente ha realizado los hitos de más grandeza en este estilo musical, recogiendo la admiración del gran público y el respeto de los músicos en los últimos 45 años.

Charly García en una de sus visitas a Venezuela. Rueda de prensa junto a Fito Páez- En uno de los conciertos en Venezuela 2013

En los años en los que en Argentina el ser músico de rock, o hasta ser un simple joven con inquietudes distintas a la dictadura, podía costar la vida, Charly supo recoger el pesar y angustia de una juventud machacada por la pavorosa represión de entonces.  En sus inicios en los años setenta se abría paso junto Nito Mestre en el reconocido dúo Sui Generis (1969 – 1975), con quien nos regalaría, en 1972, la inolvidable pieza Canción para mi muerte, inspirada precisamente en sus tiempos del servicio militar obligatorio. Posteriormente conformaría PorSuiGieco y el grupo La máquina de hacer pájaros, con el que agitaría el rock progresivo dotándolo de un innegable virtuosismo puro y violento. Con esta banda realizó multitudinarios conciertos que siempre eran fuertemente custodiados por el ejército y las fuerzas del orden público. Luego de los agitados tiempos que llegaron tras el golpe de estado de 1976, decide marchar a Brasil junto a otros destacados músicos – Pedro Aznar, David Lebón y Oscar Moro-, creando Serú Girán (1978 – 1982), agrupación que con canciones como La grasa de las capitales seguirá agitando con sus letras de protesta y rebeldía en contra del sistema que ejercía el control de su nación. En esta etapa, García desarrolló un vertiginoso crecimiento en la calidad de sus composiciones, perfilándose como un artista que transformaría la escena musical del continente.

Cuando su amiga Mercedes Sosa, volvió a la Argentina, tras el exilio, cantaron en el histórico concierto en Ferro en 1982 ante 25 000 personas, donde interpretaron «Cuando ya empiece a quedar solo»

Una vez concluidos los ciclos en las distintas agrupaciones en las que participó y teniendo ya una prestigioso palmarés, vendría la sacudida definitiva que lo llevaría no solo a convertirse en la rutilante estrella de la escena roquera de esta parte del mundo sino a redimensionar la estética musical con la que se embarcaría a conquistarlo todo.  Su primer álbum como solista fue Yendo de la cama al living  (1982); con esta irrupción el rock hecho en estas tierras cobraría una fecunda y pródiga riqueza de la mano del argentino, la configuración de su sonido vendría a poner más luz en la movida musical que se estaba gestando en la región. Como nunca antes este estilo cobró una identidad absolutamente intima, cargada de angustia y fiel reflejo de la identidad de una juventud  que buscaba sus espacios. En 1983 sale a la venta Clics modernos, la irreverencia queda grabada en la placa y los ritmos dinámicos afloran en las pistas del LP, Los dinosaurios se convierte en una canción simbólica y bandera por los desaparecidos,  Nos siguen pegando abajo y No soy un extraño son algunos de los temas que hoy, casi 40 años después, aún resuenan con indiscutible vigencia. En este trabajo,  usó intensamente cajas de ritmo y echó mano a diversos elementos sonoros jamás antes presentes, marcando un antes y después, influenciando al rock, el rap y la música popular de futuros artistas. La trilogía esencial de Charly se completa con el lanzamiento de Piano Bar (1984), en el que se pueden oír la furiosa Demoliendo hoteles,  Cerca de la revolución y la entrañable Promesas sobre el bidet, canción en  la que muestra la vulnerabilidad de los sentimientos yuxtapuestos en fugaz pasión.

El andar de este prolífico creador durante años ha estado signado por los excesos, el rompimiento de muchas reglas y sobre todo el ir en contrasentido de una contemporaneidad que culturalmente está rezagada y que hoy se muestra mermada y difusa. A lo largo de los años, Charly ha sido capaz de ser la vanguardia musical aunque su efervescencia ante los medios y los cambios en la industria lo ha alejado de las grandes promociones. Más de treinta discos publicados son muestra de una prolífica creación: Say No More (1996), Demasiado ego (1999), Influencia (2002) Kill Gill (2010), Random (2017) son algunos de esos trabajos. Su grabación Hello! en los MTV Unplugged  de 1995 sigue siendo un suceso, así como su consagratoria como músico en 1994 con la ópera-rock La hija de la lágrima, en la que la calidad superlativa de la composición e instrumentación lo eleva en un nivel difícil de alcanzar. Acostumbrado a ser un animal desbordado del escenario ha recorrido países de América llevando su desenfreno, memorables conciertos son por ejemplo: el del 27 de febrero de 1999 ante más de 250 000 fanáticos que vieron a su ídolo en completo esplendor o el de Quilmes Rock en 2004 cuando bajo una torrencial lluvia se entregó en una frenética versión del tema Seminare y que ha sido catalogada como una actuación imprescindible al contar la historia del rock.

Siempre ha gozado de la admiración de otros grandes artistas- Con Soda Stereo- Junto a Paul McCartney

La grandeza de este artista está llena de matices,  volubles respuestas a la presión, a la fama, a la indiscutible repercusión de su obra y sobre todo el  viaje tormentoso a lo concéntrico de su infierno. Charly García es el emblema caótico y atormentado de millares de jóvenes de tres generaciones que se consiguieron caminando tras las promesas finiseculares y el brillante espejismo del futuro en nuestras atropelladas naciones. Siempre golpeando el piano con atronadora pasión, demolió realidades y llevó a la reflexión; la dictadura y el descontento consiguió en sus letras el más incesante y velado ataque, su voz calentó la consciencia de una juventud azotada por el temor y cubierta de incertidumbre. A Charly se le perdona todo, se le da aliento y se le sigue esperando entre las cristalinas aguas de las termas o en el rugir profético de las calles. Desprendido de las alturas, su música sigue construyendo esperanza y fuga. ¡Salve Charly, los dioses son eternos!


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