El suicidio

El título no es mío, pertenece a Mario Vargas Llosa, lo escribió en el verano de 1999 anticipando el holocausto que se avecinaba en Venezuela con el advenimiento de Hugo Chávez al poder («El suicidio de una nación», El País 1999: https://elpais.com/diario/1999/08/08/opinion/934063208_850215.html?event_log=fa). La visión apocalíptica de Vargas Llosa, aunque anticipó la ruina, se quedó corta. Recuerdo que le pregunté que si su imaginación habría sido incompleta y me respondió tajante: ¡Sí, jamás imaginé tal debacle!

Es obvio, los causantes del suicidio de Venezuela somos los venezolanos. No todos, pero sí la mayoría, la que votó por Caldera, Chávez o la que validó el fraude de Maduro.

En mayor medida, nuestro liderazgo político.  

La traición

Es paradójico que el partido originador de la democracia en Venezuela, Acción Democrática (AD), haya sido el principal responsable de su aniquilamiento. Cuando Vargas escribió «El suicidio…» (1999) ya la crónica de la muerte estaba anunciada. Los promotores de la calamitosa caída del presidente Carlos Andrés Pérez, inicio del fin de la democracia, son los responsables (algunos se mantienen como sus líderes). La traición de Acción Democrática a Pérez, como toda traición, desmoralizó al país e inició el derrumbe nacional llamado chavismo.

En gran medida fuimos nosotros mismos los que nos provocamos este caos criminal y tiránico que hoy nos rige. Fuimos nosotros los que nos suicidamos.

¿Quién alzó la soga que ahorcó a Venezuela?

La moral

No hay manera de edificar un entarimado político en un país sin moral. Es ella, la moral, la base de la política. Sin ella, sin moral, un político no inspira, no motiva, no lidera ni dirige transformaciones sociales genuinas: los siguen borregos no ciudadanos. No se espera que los políticos sean santos (no lo son), pero sí se aspira que mantengan cierta probidad y decoro. En Venezuela, quien alzó la soga que ahorcó a la nación fue la inmoralidad del liderazgo político. No me refiero sólo a la moral personal, sino aludo a la social, a la democrática, a la republicana.

Inmorales en lo personal, social, democrático y republicano, los venezolanos optaron por el más inmoral y criminal de todos: Hugo Chávez Frías.

Y aquí estamos con su secuela.

La desilusión

La moral –del movimiento estudiantil– fue la única que logró derrotar al dictador Chávez. ¿Por qué? Su denuedo, convicción y gallardía, pero sobre todo su moral lograron inspirar y conquistar a un país que necesitaba renovación en su lenguaje y visión política. Los jóvenes se lo ofrecieron y con su incursión en la política lograron derrotar al chavismo desde entonces y para siempre, hasta la consecuente muerte del dictador. El gobierno interino presidido por Juan Guaidó encarnó ese cambio, esa renovación en la “moral” política.

Los errores, la arrogancia, la desconfianza, alguna corrupción y obvio: la inmoralidad de algunos, acabó con esta gran oportunidad y esperanza de libertad.

La desilusión por el interinato fue bíblica.

La votación

La mayoría de diputados de la legítima Asamblea Nacional acaba de votar por el fin del interinato de Guaidó. El espectáculo fue a un tiempo triste y bochornoso. Sin embargo, aunque honestamente comparto algunas de las razones políticas por lo cual lo hicieron, me pareció un acto poco estratégico que solo beneficia a la tiranía. No me molestó la votación (a fin de cuenta, democrática) si no hubiese escuchado el estrambótico argumento de un mequetrefe diputado que dijo que el “problema no era Maduro” sino la supuesta corrupción de respetados juristas y académicos venezolanos. ¿Qué? ¿7 millones de venezolanos han huido por la opinión de los juristas? ¿Los presos, torturados y asesinados son su culpa? ¿En serio? ¿De dónde salió semejante mequetrefe?

El demencial exabrupto fue apoyado por otro diputado que llamó al mequetrefe: “referencia ética, moral e intelectual” del país. Entendí el suicidio de Venezuela, entendí que nuestra horca es la inmoralidad y el cinismo.

Venezuela es mucho más grande que su errante liderazgo político; su sociedad, su cultura, su pueblo, son inmensamente más brillantes que sus políticos y sus criminales chavistas.

Nos quedará a ti, a mí y a muchos como nosotros demostrarlo.

Nosotros seguiremos.

Hay moral…


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!