Hallaron el cadáver de una mujer con una herida abierta en el brazo
Foto Archivo

Incurrir en el pecado del silencio cuando se debiera protestar, hace cómplices y cobardes a los hombres” (Zhou Enlai).

Esta semana hemos tenido que asistir, horrorizados, al espectáculo de la maldad del ser humano. Y digo espectáculo, con todas las consecuencias, porque cuando las desgracias, las atrocidades llegan al circo mediático, y este enciende su ventilador, esparciendo la inmundicia por doquier, todo se convierte en eso, en espectáculo. “Pasen y vean”.

Lo peor no es constatar que existen seres monstruosos con los que, en un momento dado, podemos compartir autobús, ascensor o incluso vida, capaces de matar a su propia hija con tal de no ceder a lo que dicta la ley. Lo peor, dejando a un lado, por supuesto, el hecho en sí de la muerte de la pobre criatura, es comprobar cómo partidos políticos y medios de comunicación afines tratan el crimen para su propio beneficio.

Después de tres años en los que los medios se han retratado en toda su magnitud, justificando las tropelías más infames a las que hemos sido sometidos los españoles, creo que ayer pudimos asistir a la mayor bajeza que un informador, en este caso una informadora, puede cometer, cuando Susanna Griso se refirió al vil asesinato de Olivia, que así se llamaba la cría, como “suicidio ampliado”. No soy partidario de los tatuajes, pero creo que esto me lo tatuaré en el antebrazo, para no olvidar en mi vida tamaña mierda; para nunca, jamás, redactar un titular tan asqueroso como este.

Miren ustedes. En periodismo hay algo mucho peor que mentir, y ese algo es ocultar la verdad. Estamos asistiendo a la polarización absoluta no ya de la información, de la educación y de la opinión en general, sino, lo que es aún más grave, la polarización global. Hoy, todo es política, todo es mediatización, todo es adoctrinamiento. Hasta tal punto que nuestra ministra de Igualdad, Irene Montero, no ha sido capaz de condenar la noticia hasta que le han obligado, prácticamente, en los pasillos del congreso. Ni de forma oficial, ni extraoficial. Ni un simple tuit para recordar a la pequeña Olivia.

Bien es verdad que este crimen no podían utilizarlo para sacar partido, para obtener rédito político, como si ocurre cuando el asesino es un varón, pero es de una bajeza moral reprochable en una representante pública mantener el silencio cuando debes hablar. Es más, cuando tu obligación es hablar.

Cabe, además, cuestionarse la utilidad pública de dicho ministerio que además, cuesta una ingente fortuna al erario público.

En fin, la credibilidad de los políticos puede y debe ponerse en entredicho; a fin de cuentas, no es su obligación decir la verdad, o sí, pero puede que el día que dieron clase de ética estuvieran jugando al mus, juego muy practicado en las cafeterías de las universidades. Lo que nunca debería estar en entredicho es la credibilidad de los comunicadores, de los medios de información.

En cierta ocasión, y esto lo he contado ya, el director de un medio en el que colaboraba, tranquilamente, tomando un café, me indicó que no debíamos ser críticos con determinado partido, porque estábamos a la espera de una subvención que debía otorgar, por supuesto, un gobierno de ese partido.  Así que yo, que escribo por vocación y por convencimiento, cogí mi guitarra y me fui con una guarra; que me piré, vamos.

Por cierto, esta fase que he empleado sale en una película de Hombres G. Lo digo por si Ana Morgade está leyendo este artículo, cosa que dudo. Ana, mi amor, llevar gafas sin cristales no te da aspecto de intelectual. Bueno, igual sí, hasta que abres la boca. Una crítica constructiva, como las tuyas. No te molestes.

Pero volviendo a cosas importantes, es demasiado fácil tratar de crear opinión con la información. Sobre todo con los titulares; y como la mayoría de los votantes de Podemos y sus acólitos dudo que, en el mejor de los casos, pasen del titular, pues objetivo alcanzado. Son muchos los ejemplos; En abril de 2006, por hablar de uno de ellos, una mujer saltó por la ventana de su vivienda, en un sexto piso, en A Coruña, con su bebé. El Correo Gallego se hizo eco de la noticia con el siguiente titular: “Una mujer se precipita por la ventana con su bebé en brazos”.

Evidentemente, el titular nos hace pensar más en una tragedia accidental, hasta que profundizamos en la noticia para conocer que la mujer se había tirado voluntariamente por la ventana, con intención de morir y asesinar al bebé; a esto Susanna Griso lo llama “suicidio ampliado”, no lo olvidemos.

Sin embargo, en otro hecho similar, esta vez en junio de 2017, en el que el protagonista era un hombre, El Plural titulaba “Un hombre mata a su bebé al arrojarse con él desde una ventana del hospital de La Paz”. De esta misma noticia, El País se hacía eco del siguiente modo “Un padre mata a su bebé al tirarse con él por una ventana del hospital de La Paz”.

La mujer, se precipita. El hombre mata. No voy a entrar en otras disquisiciones, pero si tengo que opinar, me parecen más acertados, periodísticamente hablando, estos últimos titulares. Sin embargo, el de la mujer es un intento asqueroso de minimizar la responsabilidad de la madre.

Pues esto es lo que nos toca, y no solo en lo referente al feminismo/machismo. Como ya he dicho, lo peor no es decir una mentira; lo peor es ocultar la verdad. Lo estamos viendo recientemente con la mayoría de los casos de violencia gratuita que están esquilmando nuestras ciudades. Si el suceso tiene que ver con un autóctono, por ejemplo de Madrid, o de Cuenca, inmediatamente veremos su foto y su filiación en los medios; pero si el convicto es de los que no comen jamón, descuiden, que no nos vamos a enterar.

Insisto nuevamente en este tema. La información es información. La verdad no admite matices. Además, corremos el riesgo de no solo perder credibilidad, sino de demostrar una preocupante falta de objetividad y de ética, como ayer le pasó a Susanna, virtudes ambas imprescindibles para un informador.

Mi recomendación, si ustedes me lo permiten, es que si quieren estar informados de verdad, lean los medios que les son afines y los que no. Solo juntando ambos prismas se aproximarán a la verdad. Sean críticos, créense su propia opinión.

Busquen, comparen. Y si encuentran algo mejor, créanselo.

@elvillano1970


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