Venezuela experimenta los efectos de una recesión económica profunda y prolongada, acompañada de una significativa erosión, en las condiciones de vida de sus habitantes. Una porción importante de la población subsiste en una situación de emergencia humanitaria, sin lograr acceder a bienes y servicios básicos.

El socialismo, comunismo, socialdemocracia o como quieran llamarlo, establece la intervención del Estado a grandes escalas, convirtiendo la propiedad en riqueza pública, reemplazando la competencia por la cooperación y además dice que restablecerá el bienestar material de cada miembro de la comunidad.

En el Foro de Sao Paulo se estableció una misión a largo plazo, para convertir a la región en una zona de riesgo, con una ideología que es una enfermedad, que hace que las personas vivan de espalda a los datos, a la ciencia, a la búsqueda de beneficios para la gente. ¡Es una enfermedad del alma que ha creado un Estado deletéreo y una sociedad criminógena!

Cualquier versión del socialismo es así, una enfermedad, puesto que está basado en la envidia, el odio, el resentimiento, en el trato desigual ante la ley, en el choreo de los recursos y en el asesinato.

¡Ojo!, alguien dirá «pero el socialismo es solidaridad»; os digo la solidaridad es maravillosa siempre y cuando sea voluntaria, si alguien quiere donar bienes y servicios a otro porque le da la gana, eso está perfecto. Pero, la solidaridad mal entendida y mal implementada desde esta doctrina maléfica y perversa, obedece a ser generoso en la entrega de bienes y servicios a los más necesitados, pero con la variable de robarle a otro, bajo la premisa de la justicia social, premiando a uno y castigando a otro. Por lo tanto, es totalmente injusto porque unos de los grandes logros de la humanidad ha sido la igualdad ante la ley.

Este sistema está lleno de personas perversas que envenenan a la población con sus ideas de desigualdad ante la ley. Escondiendo sus privilegios de casta detrás de los vulnerables. Por ejemplo, ¿alguien entre nosotros está de acuerdo con que los recursos públicos se roben o se gasten irresponsablemente?

Existe un estudio del BID que muestra que la ineficiencia técnica de LATAM es de las peores en el mundo, estableciéndose en 4,4% del PIB. Venezuela posee 9,87% en la región desde hace más de 2 décadas. Y de ese monto, la mitad obedece al choreo del Estado a través de los gobiernos, con sus bandidos llamados “políticos”.

Todos los hombres han sido creados iguales y tienen derecho a la vida, a la libertad y la búsqueda de la felicidad. El mundo ha conocido muchas ideas e incluso muchos experimentos que costaron tragedias y millones de vidas. Pero nadie hasta ahora había estatizado la miseria e ignorancia. El Estado, ¡personificando al mismo demonio!, impone a todos a través del dominio absoluto de la cultura y educación un sistema que enferma el alma, convirtiendo así a los seres humanos en cadáveres caminantes.

¿Es posible que haya seres humanos que crean que esta concepción pueda ser viable, algún viso de lógica y aplicabilidad?

El socialismo cree que la miseria e ignorancia son valores colectivos que el Estado debe definir e imponer por la fuerza. ¿Cómo puede ser que alguien inteligente caiga en la trampa de este pensamiento? Pues, no es posible que gente normal caiga en este pensamiento. La gente que cae no es nada normal, es gente carcomida por la envidia y la maldad, condición esencial y definitoria del socialismo.

Este razonamiento obedece a la idea de que el ejercicio de la libertad genera desigualdad. Y como esa desigualdad no es tolerada (por la presencia de la envidia en el alma) hay que investir a alguien con la fuerza monopólica del Estado, para que suprima el ejercicio de esa libertad e imponga un modelo único de hombre, sin diferencias.

Sólo aquellos que hayan sido contaminados por ese virus maldito pueden servir de apoyo a este engendro que ha superado con creces las otras pestes del planeta. Solo aquellos dispuestos a entregarle a un político nada menos que su alma pueden ser la carne de cañón para que esta calamidad siga produciendo las mismas penurias que el mundo empezó a conocer de ella hace ya más de 100 años.

¡Si los políticos, siguen repitiendo las mismas mentiras, nosotros seguiremos repitiendo las mismas verdades!

Es muy triste llegar a la conclusión de que pueblos enteros puedan caer presos de estas bajezas. Pero solo estas bajezas explican un sistema siniestro que ha secuestrado el alma de millones y asesinado la vida de otros millones de tantos, a lo largo de la historia de la humanidad.

Por lo tanto, el socialismo es una ideología política maléfica; es una enfermedad del alma.


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