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Los resultados de las primarias en Argentina el pasado domingo 13 significaron un sismo de gran magnitud en el mapa político de esa nación. Primero y principal puede (y esto tiene un condicional muy grande) resultar en la liquidación del más longevo populismo existente en el mundo hoy, el peronismo, el cual a partir de los Kirchner se convirtió en un socialismo radical, versión light del socialismo del siglo XXI, lo cual explica en gran parte precisamente ese resultado. Argentina era una de las principales 10 economías del mundo a mediados del siglo XX, el peronismo en un principio y su radicalización en socialismo este siglo, la transmutaron en un país pobre, endeudado y retrasado en todos los ámbitos: político, social y económico. El kirchnerismo fue derrotado por Macri, pero este tuvo un gobierno gris, caracterizado por el gradualismo y la indecisión de los gobiernos de centro, lo cual hizo que el pueblo optara por el péndulo electoral retornando al kirchnerismo (edulcorado con la figura de Alberto Fernández como presidente) al poder, obviamente el socialismo no daba para más, teniendo Argentina una de las inflaciones más altas del mundo, un endeudamiento catastrófico y niveles de pobreza récord. En reacción a este cuadro de crisis agónica surge la figura del “outsider” Javier Milei, su primer lugar en estas primarias tienen una doble lectura: 1) el voto protesta, radicalizado por la crisis, dominante sobre todo en los jóvenes y la clase media, 2) tiene una lectura más profunda, siendo su mensaje de un cambio paradigmático en la política y la economía del país, también, y quizás principalmente, se puede leer como una elección de realineamiento del sistema político, la muerte del socialismo del siglo XXI en Argentina y el inicio de una era de un verdadero régimen liberal, tanto en lo político como en lo económico.

Obviamente, hay muchísimo de un voto exasperado por la situación del país, y que como a principios de siglo obedece al lema “que se vayan todos”. De ser así, independientemente del resultado, las próximas elecciones serían una más dentro del péndulo electoral de voto contra el gobierno que se viene viviendo en América Latina en este siglo. Para que se cumpla esta lectura se debería dar la situación en la cual el próximo gobierno siga la corriente moderada de reformismo superficial que en realidad no resuelve, sino más bien agrava los problemas nacionales. Muchos de los datos de las PASO dan pie para esta lectura. Milei rompió esa noche muchas tradiciones electorales. Se impuso por amplio margen en algunos de los principales distritos del país, como Córdoba, Santa Fe y Mendoza. El líder de los “libertarios” le ganó en Córdoba al actual gobernador, Juan Schiaretti. La Libertad Avanza triunfó en Santa Fe, un distrito que hace apenas semanas había ganado Juntos por el Cambio en las internas abiertas provinciales. Y también ganó en Mendoza, otra sorpresa en una provincia históricamente radical, por más de 20 puntos de ventaja. De norte a sur, su triunfo se extendió a 16 provincias: Tucumán, Chubut, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Es pues una “marea Milei” la que se vivió en estas primarias y que puede estar asociada a un voto castigo del establishment político, pero sin mayor consecuencia para el sistema político. De la consistencia de esa marea en las elecciones de octubre depende mucho de si es solo un estallido de protesta o si Milei pueda significar un realineamiento del sistema político argentino. La primera conclusión de este resultado es que la elección está abierta, cualquier resultado se puede dar en la primera vuelta de la elección presidencial, puesto que hay 3 bloques de voto casi que empatados resultantes de las PASO: 1) el voto de Milei, de derecha radical, protestatario y probablemente partidario de una reforma radical del sistema, con 30% de la votación; 2) el voto de centro-derecha, de Patricia Bullrich, partidario de reforma pero no radicales, con 28%; 3) el voto del “statu-quo”, del kirchnerista Massa, con 27,1% de la votación. ¿Cuáles son los estados de estos bloques en la próxima elección de octubre? “Juntos por el Cambio tiene más derrotas que victorias que contar en estas PASO. Fue la segunda fuerza con más votos a nivel nacional con el 28,27%, apenas por encima del kirchnerismo. Pero la alianza opositora cedió cuatro de los cincos principales distritos del país, donde se había impuesto en las últimas elecciones legislativas. Perdió en Córdoba, donde había arrasado hace apenas dos años. La coalición también relegó su triunfo en la provincia de Buenos Aires a manos del peronismo. El único resultado positivo se concretó en la ciudad de Buenos Aires, el bastión fundacional del PRO, donde esta fuerza se impuso con más del 48,31% de los votos. Además, ganó en Entre Ríos y Corrientes. Pero Patricia Bullrich, que triunfó en la interna presidencial, fue la tercera candidata más votada, detrás de Milei y Sergio Massa” (Resultados de las PASO 2023: cómo quedó el mapa político de Argentina tras el sorpresivo triunfo de Javier Milei – Infobae).

“El kirchnerismo es uno de los grandes derrotados de estas PASO. Sergio Massa fue el segundo candidato más votado, pero Unión por la Patria quedó como la tercera fuerza a nivel nacional con el 27,16%. Si estos resultados se repitieran en las elecciones generales de octubre, el kirchnerismo podría no ingresar a una posible segunda vuelta para definir quién será el próximo presidente. Las caras largas en el búnker de Unión por la Patria traían preocupación porque sólo contaban triunfos en Chaco, Formosa, Catamarca y Santiago del Estero. La buena noticia para el kirchnerismo es que pudo retener la provincia de Buenos Aires: ganó con 32,11% de los votos, tres de ventaja sobre Juntos” (idem). Luego hay empate técnico en la primera vuelta presidencial, hay una remota posibilidad de un triunfo de Milei en la primera vuelta, de sucederse la polarización entre este y Massa, drenando Milei una buena parte del voto de Juntos por el Cambio, ya que la afinidad programática entre Milei y Bullrich es bastante. Pero dada las características del voto de Milei, que es sin respaldo de la maquinaria (contrario al de los otros 2 candidatos), su triunfo en la primera vuelta es bastante improbable.

Luego el escenario casi seguro es el de una segunda vuelta, acá surgen 3 escenarios: 1) Que pasen Milei y Bullrich, es un escenario muy probable, casi lógico, dado el descontento del electorado con el candidato-ministro de Hacienda, con el récord de inflación de más de 120%, solamente iría a votar por este el voto movilizado por una famélica maquinaria kirchnerista que no podría levantar gran entusiasmo, que en su mayoría se abstendría y que una buena parte del voto independiente pro peronista se 4 decantaría por Bullrich para impedir el triunfo de Milei. De cuán grande sea este porcentaje depende de quién gane la presidencia, probablemente Milei atraiga más voto de Bullrich que el que de Massa vaya hacia ella, de manera que en este escenario el probable ganador debería ser Milei. 2) Una confrontación Milei-Massa, este intentará polarizar con Milei, pero en este caso el voto Bullrich se iría en desbandada con Milei para impedir la continuidad socialista, luego el ganador sería Milei. 3) Que se desinfle el voto Milei, propio de los movimientos de voto protesta, y predominan las maquinarias, pasando a segunda vuelta Bullrich y Massa, la lógica dice que ganaría Bullrich… pero en Argentina cualquier cosa puede pasar, por lo tanto, cualquier resultado es probable, repito, la elección es completamente abierta.

Ahora bien, como dije al principio, esta elección, independientemente del resultado, debería significar una elección de realineamiento del sistema político argentino. El surgimiento de Milei, debería significar la oportunidad de oro para que el país se desligue del modelo peronista-socialista, de intervencionismo estatal, de redistribución de una riqueza que no se produce, de crecimiento gigantesco del gasto público, basado en endeudamiento gubernamental, y, en fin, del predominio de las ideas facilistas y autoritarias engendradas por el marxismo cultural. Casi 2/3 partes del electorado votó por un régimen de democracia liberal, la lógica dice que Bullrich y Milei, independientemente de quien sea el presidente, deberían conformar un gobierno de coalición que implique la preponderancia del modelo liberal, en lo político, lo económico y lo social, que asegure orden y libertad al pueblo argentino y que ponga los 5 cimientos de un régimen de desarrollo económico y social basado en la iniciativa privada y el individualismo, sobre el estado y los derechos sociales. Esto es indispensable en una presidencia de Milei, pues sin el apoyo parlamentario de Juntos por el Cambio le sería imposible gobernar, y sería lo ideal en un gobierno de Bullrich, pues daría sustento a la conformación de una verdadera democracia liberal, que se desligue del estatismo gigantesco del peronismo, de la dictadura del discurso identitario del “progresismo” y que ponga a Argentina en la ruta de un aprovechamiento eficiente de sus ingentes recursos, con lo cual se enrutaría en la vía del progreso económico, base necesaria de la eliminación de la pobreza. Este modelo de gobierno de derecha basado en la democracia liberal, sin atavismos socialistoides ni genuflexión al discurso de lo políticamente correcto, sería la base de la derrota total del socialismo del siglo XXI en el continente, lo cual enrumbaría a América Latina en una senda de progreso y libertad como jamás la ha tenido en su vida republicana. Pero para ello se necesita un cambio de paradigma, abandonar el facilismo por las vías de media tinta, el reformismo tímido, por las reformas radicales y el dejar de tener miedo e imitar los paradigmas dominantes del marxismo cultural. De ser así ese sería el verdadero significado del “fenómeno Milei”. De no suceder esto, sería otra explosión más de descontento… sin consecuencias.


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