Lo que el país y el mundo observó en San Vicente y las Granadinas fue un show político-mediático, una película de reparto.

Nicolás Maduro acudió a una cita que no trajo nada de provecho a la nación y sí le sirvió de escenario para tratar de enfriar más un conflicto de mentiras que azuzó para tratar de justificar una suspensión de elecciones en Venezuela.

Mientras Maduro fue con una intención política interna, el presidente de Guyana –envalentonado con sus apoyos– fue a revalidar su posición de anexionarse el territorio venezolano del Esequibo.

Fue un espectáculo vacío y de celuloide; uno donde Maduro quiso venderse a sí mismo con un paladín de la causa nacionalista, cuando todo el país sabe que los socialistas han colocado el tema del Esequibo en un congelador histórico solo con el afán de ganarse unos cuantos votos en la Organización de Estados Americanos.

Lo de San Vicente y las Granadinas fue un torpe intento de hacerse vender como un hombre que ama a Venezuela, cuando todos sabemos el daño terrible que Nicolás Maduro ha significado para todos los venezolanos.

El Esequibo es venezolano y eso todos lo sabemos; sin embargo, lo vamos a recuperar como Dios manda cuando tengamos un verdadero gobierno nacionalista en Miraflores, cuando María Corina Machado esté sentada en la silla del Palacio de Miraflores.

Es de suponer que todo ese show montado en la isla del Caribe fue ideado por el G2 cubano como una táctica de distracción a lo interno de Venezuela y como un medio para reforzar su presencia política en el Caribe como “mediador” entre Venezuela y las naciones de la Mancomunidad del Caribe.

Es altamente sabido que desde La Habana mandan las instrucciones que Maduro cumple al pie de la letra, como si él fuese el siervo a las órdenes de un monarca isleño que hace y deshace a su voluntad con el destino venezolano. Una realidad terrible que llevamos décadas padeciendo.

Sin lugar a dudas, Maduro se arrodilló ante un Irfaan Ali –presidente de Guyana– que refuerza su posición mientras se mofa de la diplomacia venezolana y se ríe de las fuerzas armadas de nuestra nación.

Tal situación va a llegar a su fin cuando Maduro sea derrotado en las presidenciales y María Corina Machado asuma las riendas del Estado y de una diplomacia realmente valiente, decidida y nacionalista.

Guyana juega con Maduro, pero no lo hará con María Corina Machado, pues ella sí tiene la inteligencia, la decisión y la valentía para vencerlos y hacer respetar los derechos históricos y jurídicos de Venezuela sobre el Esequibo.

Vamos primero a sacar a Maduro electoralmente del poder y luego a hacer respetar a Venezuela en el ámbito internacional y territorial.

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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