Lula da Silva, presidente de Brasil y Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas

El encuentro, declaración o pacto sin firmantes de Argyle representa una estación más de la “Vía Dolorosa” que ha sido la recuperación del territorio Esequibo, usurpado por los ingleses por los años de 1777. Esta reclamación lleva 208 años transitando por los caminos políticos y diplomáticos de que dispone el Derecho Internacional, exactamente con 24 acuerdos y tratados, antes de la firma del “compromiso” de Washington en 1897; del Laudo de París, en 1899; el Acuerdo de Ginebra, 1966 y el protocolo de Puerto España, 1970. En este viacrucis los intereses de Inglaterra, Guyana y el Commonwealth prevalecieron.

El pasado mes de diciembre se llevó a cabo la reunión de Argyle, a la cual Venezuela asistió bajo la política del “Buen Vecino” sin considerar los riesgos que se corrían al participar en una reunión a la cual no se debía asistir, al menos en el formato y los términos en que se efectuó, al ser convocada por el presidente Lula da Silva, el primer ministro de San Vincente y las Granadinas como anfitrión y con la participación de 10 primeros ministros pertenecientes al Commonwealth, junto a representantes de la Celac y las Naciones Unidas como testigos de excepción.

En esta oportunidad, además de la conspiración montada por algunos de los convocantes y no convocantes, fue la parte venezolana la que por “inocencia”, error o no previsión, accedió participar en condiciones desventajosas al aceptar que se realizara, primero, en un lugar no neutral; segundo, sin precisarse el papel que desempeñarían los convocantes y participantes, ¿de mediadores o facilitadores?; y tercero, dar participación a terceros fuera de la reclamación y de los mecanismos establecidos en el Acuerdo de Ginebra 1966.

La reclamación es una cuestión bilateral entre Venezuela y Guyana. El último fallo de la Corte Internacional de Justicia excluyó a terceros cuando declaró que Inglaterra no era parte de la reclamación; en consecuencia, ¿cuál es la razón para involucrar a terceros? Para multilateralizar la reclamación, dándole participación a Brasil, un país con sus propios intereses geopolíticos en el Esequibo, que busca a toda costa una salida definitiva al Caribe; y de San Vicente y las Granadinas, una isla con un gobierno comprometido con la política exterior de Guyana y su integridad territorial como miembro del Commonwealth al ser súbditos de la corona inglesa. Fue bastante iluso de parte de Venezuela aceptar esta invitación en un terreno minado, por el antivenezolanismo sembrado por el expresidente Burnham de Guyana y el expresidente de Trinidad Erick Willis.

Andrés Eloy Blanco, poeta y canciller (1941), advirtió que “Venezuela había perdido la mitad de su territorio sin disparar un tiro”; el profesor de la Facultad de Humanidades de la UCV y diputado Earle Herrera se pregunta en un trabajo publicado en 1981: ¿Por qué se ha reducido el territorio venezolano? Las respuestas pueden estar en la torpeza, incluso en las mezquindades políticas de su dirigencia, cuando el Congreso de Venezuela en 1835 rechazó el tratado Pombo Michelena, o en la ligereza de asegurarle a Guyana que Venezuela no intervendría en el desarrollo de una zona en reclamación.

Semanas atrás el presidente de China, Xi Jinping, al referirse al sistema diplomático de su país, enfatizó el papel del servicio exterior como un instrumento de poder y política, denominándolo “El Ejército Diplomático» compuesto por la Cancillería y sus representaciones diplomáticas, al ser la Cancillería el órgano principal responsable de la formulación y ejecución de la política exterior china. En la Grecia del siglo IV d. C. se le atribuye al escritor y militar romano Publio Flavio Vegecio Renato la frase «Si se quiere la paz, hay que prepararse para la guerra», la cual no es contradictoria con la “diplomacia de paz”.

En consecuencia, estando de acuerdo con la afirmación del presidente Xi, si los ministerios de Relaciones Exteriores son los responsables de la política exterior, cómo la Cancillería no pudo prever que la reunión de Argyle estratégicamente representaba un riesgo para los intereses de Venezuela, al ser propuesta por gobiernos con sus propios intereses políticos y geopolíticos en favor de Guyana.

El punto central de este encuentro, supuestamente era bajar la tensión y una escalada militar. Lo que Guyana tenía guardado era que su Cancillería ya tenía pactada para una semana después de la reunión de Argyle (24 de diciembre) una visita del  patrullero HMS Trent, una nave de guerra inglesa. La discusión de temas importantes, comunes a dos países fronterizos, es tarea de las cancillerías que desvían el propósito fundamental de la reunión supuestamente de evitar una escalada del conflicto.

Es inexplicable el haber aceptado el protagonismo y el peso se le dio al Caricom en la declaración, cuando este organismo, públicamente en sus comunicados, ha expresado su parcialidad con la República Cooperativa de Guyana.

Finalmente, ante el empoderamiento que ha logrado Guyana (apoyo político, militar y económico de las transnacionales petroleras), a pesar de las reservas que se puedan tener sobre algunos magistrados, la Corte Internacional de Justicia es la única instancia que puede ratificar la nulidad del Laudo de París de 1899, por lo cual se recomienda reconocer su jurisdicción donde demostrar nuestros derechos sobre el Esequibo y ratifique la nulidad del fraudulento Laudo de París/1899, debido a que una decisión en contrario tendría un alto costo para el gobierno y la integridad territorial de Venezuela, Si no se entiende eso, no habrá perdón de Dios y ¡la patria que lo demande!

 


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