Si la oposición no administra sus avances e insiste en el contumaz error del narcisismo no sólo está en peligro por el carácter famélico que la llevará hasta desaparecer, sino por poner en riesgo la democracia, fundada en los pilares del partidismo.

La consigna es avanzar en pro de los derechos ciudadanos, aprovechar sus avances, valorar las capacidades con las que cuentan de cara a mejorar el equipo técnico que los acompaña.

Contratar a los mejores, dejar esa vieja política de la falta de competitividad para el pírrico protagonismo, producto del carácter narcisista de los liderazgos propios.

A sabiendas de que la erosión de la democracia comienza por el narcisismo de la dirigencia por encima de los derechos de las personas, olvidando no sólo los principios del libre mercado, sino los derechos naturales, fundamentos de una democracia sólida en todos sus ámbitos materiales y abstractos.

El exhorto es a ir todos unidos, por la nación, sin bloqueos, ni más contratiempo, con políticas claras que beneficien a las personas y fortalezcan la gobernanza de una nación estable que se mantiene aliada de la globalización en pro del desarrollo de la humanidad.

Las formaciones ideológicas en el siglo XXI dejaron de ser camisas de fuerza para pasar a ser referentes, de esto se ha venido hablando durante los dos siglos que nos precedieron, sólo que es como el pase foral, existe pero no se cumple; pues bien, ya la señoría que lidera los partidos tiene la sabiduría para ejercer estos derechos ciudadanos.

España, al igual que todas las naciones, ha de hacerse metas propias como nación, en el marco de la globalización, con objetivos serios en aras del desarrollo tecnológico que le demanda la época y que beneficie a todas las personas.

Retomar ese rol que le demanda la historia gloriosa que una vez ostentó en la globalidad, sin más pérdidas de tiempo, no con la política del garrote o Big stick ; sino de la fusión de aquello que tienen los otros que sí funciona, a la antigua usanza de las grandes naciones de ayer y hoy y de todos los tiempos.


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