Arturo Pérez-Reverte, con un profundo sentido de crítica, publicó en septiembre de 2017 -hace 6 años- un artículo titulado “España es la culpable”, en el que, incluyéndose él mismo, responsabilizaba a los españoles “Por estúpidos. Por indiferentes y por cobardes (…) del “(…) daño irreparable (…)” ocasionado a la democracia española (Fuente: https://www.zendalibros.com/espana-es-culpable/).

Ese comentario del afamado escritor adquiere valor, ahora, cuando el casi parejo resultado electoral del 23 de julio entre los partidos PP y PSOE tiene en jaque la formación de gobierno, y se requiere que quien tenga la potestad de liderarla de respuesta clara y transparente a los electores. En efecto, los españoles votaron al PP como fuerza de centro-derecha y, por tanto, en sana lid la formación de gobierno le corresponde a su líder Alberto Núñez Feijóo, más conocido por su segundo apellido.

Pero resulta que las matemáticas no dan e impiden que Feijóo obtenga la mayoría absoluta que le haga presidente del gobierno; y, ante estas circunstancias, surge la necesidad imperiosa para éste de formar alianzas con otros grupos políticos para, de esa manera, pueda ser considerado para cumplir con el encargo real.

Entonces, la responsabilidad se traslada constitucionalmente a SM el rey Felipe VI, quien tendrá que tomar la decisión de encargar la formación de gobierno a uno de los dos líderes punteros -Feijóo y Pedro Sánchez-, el primero como ganador y el segundo como perdedor, pero este último con la evidenciada voluntad de hacerse del poder a toda costa, en alianza con enemigos declarados de España y de sus instituciones.

Si SM optara por Feijóo, las probabilidades de que falle en el intento son muy altas porque no cuenta con la mayoría absoluta, requeriría de una alianza que le permita alcanzarla y, de no lograrlo, en la segunda votación podría ser bloqueado por el PSOE y esas minorías cuya razón de ser consiste estrictamente en acabar con la unidad de España y cargarse la Constitución, empezando por la monarquía, como dice la Asociación de Militares Españoles (Fuente: «Majestad, tiene que mojarse», disponible en: https://ame1.org.es/fernando-savater/).

Ahora bien, si por el contrario, SM seleccionara a Sánchez, el rey tendría que tener en cuenta que “Sánchez ha perdido las elecciones: por mucho que salte y vocifere, no está vivo sino mal enterrado”, como ha dicho Fernando Savater, “( … ) uno de los intelectuales más lúcidos y fiables que quedan ( … )” como lo define la Asociación de Militares Españoles (Fuente: «Majestad, tiene que mojarse»). En ese caso, para que Sánchez pudiera dar vuelta a la tuerca y quedarse anclado en el palacio de la Moncloa tendría que asociarse con un fugado de la justicia, escapado a Bélgica y ganarse el voto de esas minorías enemigas de España y de sus instituciones, y mantener “(…) la alianza electoral con la continuación de Podemos (Sumar), cuya líder y actual vicepresidenta del gobierno es miembro de número del Grupo de Puebla. Es decir, prototipo de excepción del comunismo populista más radical, cobijo y centro de operaciones de los narcodictadores que hunden en la miseria a nuestros países hermanos del otro lado del Atlántico”, como escribe Alfonso Ussía (Fuente: «Ultraderecha». https://www.eldebate.com/opinion/20230808/ultraderecha_132812.html).

En esas condiciones, pareciera que es inconveniente para la democracia española y sus instituciones que ese perdedor, Sánchez, pueda ser encargado por el rey Felipe VI para que forme gobierno. La Asociación de Militares Españoles reflexiona así sobre la función de la Corona:

“El arbitraje exige actuar con tacto, pero con determinación, pensando en el ‘bien de la nación’ y lo que está claro es que el ‘bien de la Nación’ no es entregar el PODER a quien lo quiere para destruir esa Nación. ¡Majestad, hay que salvar la UNIDAD de España, tiene que mojarse!”.

Felipe VI a lo largo de su reinado ha dado innumerables muestras de prudencia y equidad y, en el tema que nos ocupa, con seguridad actuará con la inteligencia que lo distingue.


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