“En Venezuela hay hambre”, nos dice Andreína Reyes, gerente de Desarrollo Comunitario de Alimenta la Solidaridad, con quien comentamos las cifras difundidas por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en las que advierte, en su último informe sobre Venezuela, que entre febrero y abril de este año la desnutrición aguda en menores de cinco años se incrementó más del doble.

Señala el documento que en los primeros dos meses de 2022, OCHA identificó y atendió a 1.179 niños y niñas menores de cinco años con desnutrición aguda, una cifra que llegó a los 3.200 apenas dos meses después. Además, según la investigación, la desnutrición se ubicó en 10% en algunas localidades de Barinas, Delta Amacuro y Táchira.

Para las ONG venezolanas comprometidas en la lucha contra la inseguridad alimentaria, como es el caso de Alimenta la Solidaridad, no es fácil hacer frente a este hecho. Se requiere un gran esfuerzo para canalizar la cooperación internacional, movilizar los recursos y desplegar la logística para hacer llegar los soportes nutricionales a las víctimas del hambre y poner en funcionamiento los comedores, que brindan un apoyo a las familias más vulnerables y que ahora están presentes en catorce estados de Venezuela. Muchas horas de investigación y trabajo que llegan a buen puerto gracias a que existe un compromiso real en las comunidades.

“No es fácil trabajar con las víctimas del hambre”, insiste Andreína Reyes, con tres años de experiencia y con voz cargada de cicatrices que deja el estar tan cerca de la pobreza. Nos insiste que son las madres en las comunidades, entrenadas por profesionales, las encargadas de hacer las pesquisas para identificar los menores en situación de riesgo y hacer el seguimiento a las familias, una vez iniciado los planes de nutrición que hacen los especialistas que trabajan con Alimenta. Sin el esfuerzo de estas mujeres, el trabajo se perdería.

La tragedia humanitaria en Venezuela, con su dolorosa procesión de víctimas dentro y fuera del país, sería más letal si no contáramos con una red de apoyo en las comunidades. Pese a décadas de erosión de nuestras libertades civiles y a pesar de la vocación del régimen de copar todos los espacios, en los sectores populares sigue existiendo una fuerza vital que se traduce en organización para hacer frente a los problemas, un compromiso de trabajo, nos consta, inspirado en el valor de la solidaridad.

Nos advierten que todavía hay que llegar a muchos espacios para tener un panorama más completo de la crisis humanitaria. Pero vale la pena seguir insistiendo. Hay algo en la mirada de los infantes que son atendidos, recuerda Reyes, y que tiene que ver con los ojos: un niño con hambre “tiene una mirada opaca” que nos afecta a todos, una especie de tristeza que puede ser superada, en pocos meses, con el apoyo de los profesionales, familiares y amigos comprometidos en la lucha contra el hambre en el país.

A quienes luchan contra estas miradas opacas, a quienes nos ayudan a mirar con claridad la realidad, a quienes insisten en su lucha por el cambio en el país, les damos nuestro más sincero agradecimiento y renovamos nuestro compromiso por lograr la Venezuela del cambio, una donde todos podamos recuperar la mirada transparente.

Este es nuestro compromiso.

www.rpatino.com

Alimenta la Solidaridad es una organización no gubernamental que tiene como objetivo combatir la inseguridad alimentaria en Venezuela. Fundada a mediados de 2016 con un comedor para niños en la comunidad de La Vega, en la actualidad llega a 14 estados del país a través de la promoción del trabajo voluntario y la organización de las comunidades para garantizar almuerzos diarios a niños en situación de riesgo nutricional.

Alimenta La Solidaridad: Twitter: @Alimenta_AS

 


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