Herirás al que puedes herir, al que no importa defender, al que no es nada” (Rafael Cadenas)

No se sabe de qué depende el respeto que nos tenemos unos a otros, ni tampoco conocemos de dónde sale la falta de sensibilidad de los violentos. Habrá quienes piensen que los violentos no tienen solución. Defenderán que se trata de una cuestión genética, en otras palabras, que el violento nace así y no se puede hacer nada para evitarlo. Un tipo agresivo, sin escrúpulos, carece del sentimiento de empatía por el prójimo. No le dice nada el dolor de una persona. No siente piedad ni compasión y quizás no lo sepa y si lo supiese no le importaría, ¿quién sabe?

Por el contrario, hay gente que cree que uno se vuelve violento porque la sociedad y sus circunstancias personales lo transforman en un ser primitivo y despiadado. Un hombre en estado natural –seamos optimistas: sociable y atento– podría seguir siéndolo si la sociedad y la vida se portasen bien con él y si su entorno fuera amable; sin embargo, si el entorno le resulta hostil, si no está satisfecho con su vida se convertirá en un tipo insoportable y maleducado con conocidos y extraños. Cada día que pase hará enemigos. ¿Y usted qué cree?


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