Desde “persecución”, pasando por “manipulaciones y mentiras”, hasta la condena de recompensas “al estilo del lejano y salvaje oeste”, son los argumentos que el régimen de Maduro opone a las acusaciones de la justicia estadounidense. Pero la cadena que conduce, eslabón por eslabón, de una Venezuela que sufre a la conspiración que se llena los bolsillos con el dinero de la droga y el producto de su corrupción parece consistente y capaz de terminar en un jurado que emita veredicto de culpable.

Pocos días después de las acusaciones formales del Departamento de Justicia el 26 de marzo contra Nicolás Maduro y Maikel Moreno, entre otros, por delitos que incluyen narcotráfico, terrorismo, tráfico de armas y lavado de dinero, la aguerrida fiscal Ariana Fajardo dio detalles sobre evidencias que comprometen a estos dos personajes.

Esas revelaciones, tal vez opacadas por los titulares de prensa centrados en la recompensa de 15 millones de dólares que ofrece la DEA por la captura de Maduro, no dejan de ser interesantes: dan una idea acerca de la profundidad y minuciosidad de las investigaciones, así como de la acumulación cuidadosa y laboriosa de pruebas.

Fajardo, fiscal del distrito sur de Florida, que acompañó al fiscal general William Barr en lo que ella llama una histórica rueda de prensa, ha abundado sobre la acusación contra el jefe del Cartel de los Soles de tener vínculos con el narcotráfico desde hace más de 20 años.

En la acusación contra Maduro hay dos situaciones específicas durante el tiempo que ejerció como canciller, en la que se evidenciaría su relación con el narcotráfico, precisa la fiscal. “Toneladas de cocaína que salieron de Venezuela, en 2006, fueron a México y fueron incautadas por las autoridades mexicanas, y Venezuela tuvo que intervenir en esta situación”, le dijo Fajardo a la Voz de América el 3 de abril. “En 2013, Nicolás Maduro tenía que estar aquí en Estados Unidos, en una reunión de las Naciones Unidas y él canceló a último momento porque, igual que había pasado en 2006, esta vez Francia había incautado toneladas de droga del Cartel de los Soles”.

“Se alega que Maduro es el líder del Cartel de los Soles. Entonces son las personas que trabajan debajo de él que hacen las negociaciones con las FARC. Esas son las alegaciones”, subraya la fiscal. Agrega que a la guerrilla colombiana no solo se le ha dado el espacio y el dinero para traficar droga, sino que también le dieron armas y protección.

En el caso de Maikel Moreno, presidente del TSJ al servicio del régimen, Fajardo dijo: “En la aplicación de visa que para entrar a Estados Unidos, él presentó que por su trabajo como juez gana 12.000 dólares al año. Cuando nosotros empezamos a investigar la situación, él tenía depósitos en su cuenta aquí de 3.000.000 de dólares… y esa es una cuenta”. Entre los exorbitantes gastos que los investigadores encontraron –reveló también la fiscal– destaca que “él se gastó en reparar un reloj 50.000 dólares”. El magistrado figura desde 2017 en la lista negra de las autoridades norteamericanas, que el 21 de julio pasado ofrecieron recompensa de 5 millones de dólares para capturarlo por corrupción relacionada con sobornos para influenciar sus decisiones.

En sus declaraciones a la radio el 3 de abril, Fajardo indicó que más allá de esos casos, en los últimos 18 meses, desde que se creó una unidad especial dentro de la Fiscalía para ellos, habían acusado a una docena de venezolanos y congelado 450 millones de dólares.

Es parte del dinero de la corrupción que ha penetrado peligrosamente el sistema financiero estadounidense en intento de lavado de fondos, y eso explica por qué tres jurisdicciones de Estados Unidos –el distrito sur de Florida, el distrito sur de Nueva York y el distrito de Columbia– llevan los casos de la red que secuestró las instituciones en Venezuela para traficar con drogas y robar.

Los fiscales estadounidenses saben que durante las últimas dos décadas funcionarios corruptos han saqueado sistemáticamente miles de millones de dólares. Ariana Fajardo, que ya es conocida como la fiscal del Cartel de los Soles, ha dicho que la formulación de cargos contra Maduro y su organización criminal es solo el comienzo de su esfuerzo para “sacar de raíz la corrupción en Venezuela”.

El brazo largo de Estados Unidos apunta ya en esa dirección con la captura de Alex Saab en Cabo Verde y las recientes sanciones del Departamento del Tesoro contra los hermanos Santiago José y Ricardo José Morón Hernández, todos señalados testaferros de Maduro y su familia, ahora con más motivos para mantenerse despiertos por las noches. Y es probable que la interrupción del robo permanente y la recuperación de activos demuestren que no se trata de “cháchara”, tampoco de “intentos torpes, desesperados”, sino más bien de golpes callados pero certeros de la justicia estadounidense, tan precisos como para llegar hasta el reloj de Maikel.


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