Citemos un párrafo de la famosa carta de Carlos Marx a Joseph Weydemeyer, fechada en Londres el 5 de marzo de 1852, hace 168 años, sobre el asunto ese de la lucha de CLAPses:

…Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses la anatomía económica de estas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974, t. I.

Pues resulta que a finales de los años sesenta y principios de los setenta, la Liga Socialista con su brazo armado, la OR (Organización de Revolucionarios), seleccionó a un grupo de mozalbetes a fin de realizar un curso de “cómo ser revolucionario” en la República de Cuba (que desde hace tiempo había querido meterle la mano al petróleo venezolano y lo logró finalmente gracias a Chávez y a Maduro), creo que eran unos 12 muchachones entre los que se encontraba Nicolás Maduro Moros. Nico había tratado de ingresar a la UCV en la Escuela de Economía y no pudo por razones que no vienen al caso mencionar; estuvo ciertamente en los grupos de preinscritos y era miembro prominente de un movimiento estudiantil de educación media llamado el MEUP, Movimiento Estudiantil de Unidad con el Pueblo. Andaba con Juan Barreto. Con la derrota de la lucha armada insurreccional de los años sesenta y la división del MIR, un pedazo de ese partido se constituyó como dijimos en la OR (brazo armado), la Liga Socialista (brazo legal) y el MEUP (brazo estudiantil de educación media).

El curso en Cuba comprendía  tópicos como: materialismo histórico, materialismo dialéctico, lucha de clases, organización social, política y sindical, principios del comunismo, seguridad y defensa, infiltración y comunicaciones, conocimiento y prácticas de armamento y artillería liviana. Pero en lo que se hacía énfasis, en lo que los profesores y facilitadores ponían el foco era precisamente en los conceptos relacionados con la lucha de clases, categoría que lamentablemente fue confundida muchos años después con la lucha de CLAPses. Se suponía, como dijo Marx en esa famosa carta que citamos al comienzo, que la sociedad llegaría a su estado más desarrollado, equilibrado, pacífico y de felicidad (aquí tuvimos hasta un viceministro de la Felicidad Plena, renunció de tristeza) cuando se extinguiera la lucha de clases previa a la dictadura del proletariado. Léase bien, no la democracia de las mayorías, se trataba de una dictadura de una clase (la obrera) sobre todas las demás, que suponía, evidentemente, la aniquilación, no precisamente a sombrerazos de la llamada burguesía y sus adláteres; la pequeña burguesía (nosotros pues, la llamada clase media). En la génesis de la lucha de clases subyace el mensaje de exterminación de una clase social por otra clase social que se asumía de suyo como mayoría. Por cierto, Lenin pasó por las armas a la familia del Zar con toda su muchachera. Era un botón de muestra del verdadero significado de la abolición de la lucha de clases.

Yo creo que, afortunadamente, Maduro está más convencido de la lucha de CLAPses que de la lucha de clases y eso nos conviene a todos. Que, en lugar de tiros, machetazos, patadas y kung fu, los militantes del PSUV repartan cajas CLAP, aunque ello vaya asociado a la manipulación de voluntades y conciencias, la compra de votos, el chantaje y el proselitismo. Por cierto, cuenta nuestro amigo “Comején”, presidente del Comité de Selección de los Jóvenes de la Liga Socialista /Organización Revolucionaria / MEUP para los cursos en Cuba, que Maduro no era exactamente uno de los estudiantes más aventajados. Al final del cuento, Maduro se dedicó fundamentalmente a su formación como dirigente sindical y obrero. Y además se graduó, pero en Cuba, como es normal, no entregan diplomas ni títulos por aquello… de la seguridad y el secreto revolucionario. Todavía la visa cubana es un papel aparte del pasaporte que no se sella para evitar que “el imperio” tome represalias.

La clandestinidad es el medio acuoso donde vive el socialismo y donde se supone están los embriones del comunismo, etapa superior del socialismo. ¡Ave María purísima! Estos gobernantes socialistas de Venezuela no tienen, pero para nada, parecido con el renombrado “hombre nuevo” que saldrá de los hornos de la nueva sociedad sin clases. El Che era un hombre nuevo a quien le encantaba dirigir los pelotones de fusilamiento. No se pelaba uno.

Aunque, pensándolo bien, Venezuela es una sociedad sin clases: las universidades arruinadas, los liceos públicos cayéndose, las escuelas primarias sin maestros, sin pupitres, sin alimentos. Las instituciones educativas privadas perseguidas y arruinadas. En fin, una verdadera sociedad sin clases. Sin agua. Sin electricidad. Sin comunicaciones. Sin Internet. Sin servicios hospitalarios. La contradicción entre el capital y el trabajo la resolvieron con mucha facilidad: arruinaron las empresas del sector privado, se apropiaron de las riquezas del sector público y volvieron el salario de los trabajadores sal y agua. Polvo cósmico. Si no hay capital y tampoco hay trabajo, entonces es simple; es imposible una contradicción entre dos entelequias, entre dos cosas que no existen en la realidad. Santo remedio; se acabó la lucha de clases, entre otras cosas, porque se acabaron las clases sociales de mengua y necesidad y no precisamente por luchas históricas revolucionarias. Todos somos y estamos igual de pobres y fuñidos. Una reinterpretación de los consejos y conceptos de Marx.

En medio de todo este fracaso monumental lo mejor es evitar las tentaciones que todavía quedan por allí en algunas mentes viejorras, digamos como la de Julio Escalona, de un enfrentamiento final entre la burguesía y el proletariado, y optar por esa vía tan tranquila, tan a la mano, tan sencilla como lo es ir a votar. Sabiendo de antemano la existencia, en el submundo de la “crème de la crème” derechista, de una parranda de locos que adoran la abstención, tienen éxtasis precoces con la invasión gringa y desean amorosamente un golpe militar. ¡Llévatelos vientos de sotavento y hasta de barlovento!

Por ahora Avanzada Progresista quiere un nuevo CNE, unas votaciones parlamentarias, luego unas para gobernadores y alcaldes, más tarde un revocatorio y si hace falta, unas elecciones presidenciales anticipadas.

En cuanto a la lucha de clases preferimos, aunque a muchos les arreche lo que voy a decir, la lucha de CLAPses. Porque pensar que estos mamarrachos del PSUV van siquiera a entender los conceptos y categorías marxistas ortodoxas como la cosificación de la sociedad, o el trabajo como mercancía, el ciclo DMD o la alienación de las masas, es simplemente, diría el yaracuyano Falcón, pura paja. Y con toda seguridad entienden el concepto de plusvalía como la comisión a ser recibida en compras y contrataciones públicas. Mi plusvalía me la dejan en la olla, dice el hombre aquel. Así, así, así es que se gobierna… marxistamente… en medio de una incansable lucha de CLAPses, especialmente en ese mes de Marxo.


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