Paisaje, por Pancho Quilici

Corría el año de 1988 y por esas maravillas que nos ofrece la vida, entré en contacto con el Colegio Presidente Kennedy de Fe y Alegría, en el Barrio Bolívar de Petare, al este de Caracas. Estaba haciendo trabajo de campo para mi tesis de licenciatura en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Para entonces vivía en La Peña Admirable, un hermoso lugar de San José de los Altos en una casa a la que llamaba Quitapesares. Desde allá salía por la mañanita para llegar a las 7:00 ¡en punto de suspiro! a mi colegio.

Allí conocí a uno de los grupos humanos más hermosos del universomundo. Un estudiantado con quien mantengo amor y correspondencia; unos obreros capaces hasta de hacer hornos para levantar pan y un grupo de docentes que hoy día mantengo como amigas y amigos de mi más profundo afecto. Sí, en esa escuela había hasta una panadería que servía al plantel y al barrio donde el estudiantado pasaba horas inolvidables haciendo pan como parte de su educación para el trabajo.

Recordar es volver al corazón y a esa escuela siempre regreso con regocijo en el alma. Allí, anualmente, como parte central del plan educativo y hacia finales de julio, se realizaban Congresillos Pedagógicos donde analizábamos lo hecho por cada docente o cada grupo de docentes durante el curso recién culminado y se abrían las ventanas para el próximo año escolar.

Felizmente participé en su II Congresillo Pedagógico con una ponencia a la que titulé «El Proyecto CARIBE: Un intento por decir quiénes somos», dedicada a mis hijos, poetas, Caribes verdaderos de este pozo: mis compañeros del octavo.

Aquí, el texto de este retorno al corazón:

Por todos es sabido que la educación -junto a los medios de difusión- es uno de los aparatos ideológicos de un sistema. Que esa educación puede contribuir al avance social, al crecimiento de sus hombres y mujeres, a la realización y felicidad de su gente o, por el contrario, puede servir al estancamiento, a la opresión de los desposeídos, a la perpetuación de un sistema que, en el plano escolar, por ejemplo, se empeña en mantener una relación antidialógica entre maestro y alumno, una comunicación truncada, basada en el monólogo “eficiente” del maestro que obedece a un programa oficial portador de los criterios reproductores de la cultura (industrial). En la escuela, sus contenidos y valores, su estructura organizativa y sus propósitos convergen para determinar en nuestro país un efecto colonial y aculturizador, a la vez que obtener estudiantes y egresados convergentes y adecuados a la organización social y a las formas de producción de la gran industria. (A. Esté. 1986). Una educación homogeneizadora, acrítica, garantizadora de la alienación, que separa al cuerpo del pensamiento, que «libera» al muchacho con la educación física y el timbre del recreo, que niega la creatividad y la diversidad de pensamiento y sentimiento de los muchachos, se aísla de la comunidad y se alegra cuando los alumnos hacen su acto cultural al final del año escolar. Una educación que asegura la transmisión de un conocimiento en donde van insertos contenidos de cultura general, escindidos de lo cotidiano, olvidando con frecuencia el conocimiento, la reflexión y la recreación de la cultura específica, local, inmediata, del país cercano.

Nuestra educación se parece mucho al juego «Simón dice…». En él, un guía determina qué va a hacer el resto de los participantes. Las acciones a realizar deben estar precedidas por la «voz-llave»: Simón dice….  Si Simón no dice, no se hace nada y el que haga algo: ¡pierde!

Ahora, Simón dice que sigan leyendo…

En nuestro contexto, pareciera que los conceptos de educación y cultura marcharan divorciados. Prueba de ello podría ser la existencia de un Ministerio de Educación y, aparte, un Consejo Nacional de la Cultura (Conac). Otra prueba, más cercana y cotidiana, lo representa el hecho de llamar culturales solo a las actividades artísticas, por lo general extra-cátedras que se realizan en las escuelas, verbi gratia: nuestra Semana Cultural que al recibir esta denominación parece que obviara lo que de cultural tiene el resto del año escolar. Ya hemos mencionado antes cómo la educación obedece a la cultura industrial. Una cultura hegemónica que maneja los medios para imponer una cultura de masas; que imprime acepciones muy limitadas al término, cuando sostiene, por ejemplo, que hay que ir a la escuela para culturizarse, que debemos estudiar para ser cultos. Esta acepción unívoca supone que somos incultos imponiendo una cultura única que crea mitos, necesidades y frustraciones y desecha todo lo que no se le parezca.

La cultura, antropológicamente hablando, tiene un sentido mucho más amplio, «engloba todo lo que el ser humano ha añadido a la naturaleza: modos de vida, modelos de pensamiento y acción, técnicas, objetos materiales, arte. etc., en suma, la totalidad de formas de ser, de pensar y actuar, de producir y consumir, el arte y la manera de vivir.» (E. Ander-Egg. 1.983). Siendo así, ciñéndonos a esta concepción de la cultura, la manera de vivir en nuestros barrios, de sobrevivir en la indigencia, en la inmediatez, cercanos a la muerte, resignados y rebeldes al mismo tiempo, confiados en Dios politeísta y con la fe puesta en el azar del loto o los caballos, ocupados (los que pueden) en trabajos poco creativos, mecánicos, desgastadores y mal retribuidos, esta manera de vivir, repito, y de ser, de asumir la pobreza, lidiar con ella y poder sobrevivirla, hacen una cultura, un bien que todos poseemos. Cultura popular, cultura de la pobreza como la ha llamado Maritza Montero, una cultura que se manifiesta en la manera de hablar de nuestra gente, por ejemplo. En su reiterada violencia que impone leyes diversas a las del status quo. Una cultura alternativa, o cultura underground como también la llaman, o contracultura porque va contra el sistema, rechazando los valores establecidos. Una contracultura que no interesa se exprese y se desahogue, que no interesa se afiance y tome cuerpo porque representaría una inminente desestabilización. Una contracultura que aun cuando ha recibido el nombre, la etiqueta de «cultura popular», no es revisada en la escuela sino como espécimen folklórico y que es además acallada en los medios de difusión. Una cultura propia, con claves suficientes como para autodefinirnos, potenciarnos y realizarnos. Una cultura específica que debería tener un importante espacio para su reflexión, el estudio y la recreación, la re-creación en la escuela, para así ir revelando la realidad social local. Desarrollando la conciencia de la identidad y la pertenencia. Para que la gente se conozca y se re-conozca. Para salir del oscurantismo, la resignación, la negación, la subestimación. Asumir este concepto significa posesionarse y darle mayor valor a la cotidianidad que vivimos. «Esta acción revela y por lo tanto rebela; porque al revelar el verdadero rostro, lo que está escondido detrás de la máscara, también denuncia la máscara» (E. Galeano. 1.982).

A la escuela tendría que invadirla un deseo de animar esa cultura, «de descubrir las formas prácticas de enseñar a los sectores populares a estructurar, expresar y dinamizar sus experiencias y su pensamiento dentro de un proceso de recuperación crítica de los auténticos valores del pueblo y la devolución sistemática de los mismos al pueblo y por el pueblo.» (E. Ander-Egg. 1.983). Con este espíritu de animación sociocultural está insuflado el Proyecto CARIBE. De cómo comenzamos a asumir el criterio antropológico de cultura y de contracultura con el Proyecto es de lo que tratarán las próximas líneas, escritas en el «reposo” de los guerreros Caribes, al calor de quien juega caribe, desde esta latitud definida caribe: diversa, rica, libre y viva.

Durante este año escolar (87-88), del 23 al 27 de mayo, tuvimos nuestra Semana del Colegio: un programa de actividades extra-cátedras que incluyó juegos, talleres, paseos, bailes y la presentación de varios artistas amigos. Todo esto, preparado por algunos de los maestros y profesores de la mañana y la tarde, dedicado a las muchachas y a los muchachos… pero… ¿Qué iban a hacer ellos? ¿Sólo recibir lo que generosamente le íbamos a dar sus maestras y maestros? ¿Esperar pasivamente a que el paternalismo les diera otra vez?… y me preguntaba yo… ¿Con esto no fomentamos la situación monologal de nuestra educación? ¿No le damos al estudiantado lo que nosotros queremos ofrecerle sin consultarle, sin darle alternativas para escuchar su voz?… Con estas preguntas y tomando en cuenta la reflexión que hemos venido haciendo en Octavo grado acerca de la cultura del barrio, surgió la inquietud por planear y realizar una serie de acciones entre todas y todos: alumnas y alumnos, profesoras y profesores. De las propuestas de varios compañeros, nace lo que uno de los propios muchachos bautizó como Proyecto CARIBE, un intento por mostrar la cultura del barrio a través de sus propios elementos. Este fue el objetivo general del proyecto según una de las niñas participantes. Este concierto a varias manos incluyó una exposición fotográfica; dos ambientaciones que emulaban el interior de nuestras casas; programas de radio; representaciones teatrales con estructura de tele-novela; maquetas del barrio; un proyecto de publicaciones y la presentación en el colegio de los artistas, los artesanos y los cuenteros de la zona. Todo esto teniendo al barrio como tema central de nuestra labor. Algunas de las tareas serían realizadas colectivamente por todas y todos los compañeros del salón y otras en equipos de trabajo, según las especialidades.

Nos planteamos tomar los espacios del colegio y darles una dimensión distinta a la del refugio habitual, con la idea de hacer más querible nuestro lugar de compartir lecciones y tremenduras, fue así como se hicieron:

1.- Las ambientaciones en los salones de octavo: escenarios que buscaban mostrar al barrio desde adentro.

2.- Las maquetas: realizadas con arcilla y materiales de desecho, expuestas en el Salón Múltiple, que enseñaban una perspectiva general del barrio.

3.- Las fotografías: para este trabajo, luego de un par de lecciones teóricas acerca de este arte, se escogieron cinco líneas temáticas que fueron las pautas para las y los “fotógrafos”. Ellas fueron: paisajes, lugares específicos (bodegas, canchas, etc.), gente adulta y animales, niños del barrio y el colegio. Las fotografías fueron exhibidas en los pasillos del colegio, convertidos todos esos espacios juntos en «Sala de Exposición».

4.- En el teatro: utilizando el juego teatral, una estructura de la tele-novela y un guion colectivo como herramientas, llevamos a escena situaciones, personajes y relaciones del barrio. Fieles creyentes y practicantes de que «todas las cosas que pasan en el barrio son importantes para todos y los estudiantes debemos saber cómo nos tratan, cómo vivimos y por qué», como diría uno de los compañeros del viaje.

5.- En la radio: se escribieron varios guiones para programas infantiles, informativos, deportivos, musicales y de turismo, de los que se grabaron dos: uno infantil llamado Mil Maravillas y otro de turismo titulado Recorridos, todos vinculados de alguna manera al barrio, y de tanto significado que uno de los productores escribió en su Diario de Trabajo: «el día viernes 20/5 tuve una experiencia que siempre no se vive: grabé mi programa de radio

6.- Se convocó a la comunidad escolar y vecina a escribir cuentos y poemas que versaran sobre el barrio. Los mejores se escogerían para publicarlos en un periódico. Tarea esta realizada a medias por retraso en la entrega de la información y lógico retraso en la recepción de los materiales y por la calidad de los mismos.

7.- La presentación en el colegio de los artistas, los artesanos y los «cuenteros» del barrio, vecinos creadores y fundadores que vendrían a mostrar su arte y a contar la historia de nuestro sitio. Actividad que no se cumplió por descuido del equipo responsable, pero que ha quedado pendiente para el trabajo por venir.

El mes de mayo se invirtió íntegro, hasta fines de semana, en el Proyecto CARIBE, haciendo un seguimiento constante de la experiencia a través de Diarios de Trabajo, de una constante reflexión oral y escrita, y un sondeo de opinión que sirvieron como tarea de fin de lapso en lugar de examen trimestral. Luego, entre las muchas recompensas: una convivencia en el Parque Nacional Guatopo durante un fin de semana y, más valioso aún, la viva voz de las muchachas y los muchachos cuando hablan o escriben del Proyecto: «A mí me gustaría volver a participar en una actividad como esa. Porque una experiencia como esta nunca se olvida, y me fascinaría repetirla si fuera necesario hasta 100 veces que nunca me cansaría.» … «Este proyecto tiene mucho significado para la escuela y la comunidad porque es un trabajo sumamente verdadero. Me gustaría que un trabajo tan bueno e importante como este se volviera a repetir.» … «La radio y el teatro, como estrategias de estudio, es un hecho vivo que compite y se prefiere a la cultura libresca. Es además un estudio novedoso, un adelanto en materia pedagógica en donde cada alumno puede desarrollar su trabajo y demostrar su empeño.» … «Ver realizado el proyecto, fue lo que más me gustó.» … «Tiene mucha importancia porque alegró a un montón de gente.» … «Los alumnos y profesores cambian de rutina y es un cambio que les permite conocer más sobre la vida de las personas del barrio.» … «Así nos enseña la escuela cómo es la forma de vida en un barrio y muestra a los (demás) alumnos el esfuerzo que se necesita para hacer una experiencia igual a esta. Muestra a la comunidad las vidas que sufren, cómo viven, los trabajos que pasan.» … «Yo no pensaba que mis compañeros iban a responder tan positivamente… supieron apreciar toda la semana, no se burlaron…» … «(El proyecto) trata de explicar la rutina diaria de los barrios de Petare… mis impresiones fueron que en verdad así se comporta la gente del barrio y así son las casas del barrio…. ayuda a comprender la vida que se lleva.» … «La comunidad ve que de verdad es una escuela popular; que enseñan, aparte de las materias, cosas diferentes que también enseñan.» … «Sirve para que la comunidad se dé cuenta de lo que somos y sabemos» … «Transmite un mensaje a la comunidad y permite, por medio de la obra de teatro, que las personas entiendan mucho más lo que queremos transmitir, es mucho más fácil.» … «Así se logra captar más la atención de la comunidad y las personas así se animan y tienen más comunicación con el colegio.» … «Yo diría que fue una de las mejores oportunidades para comunicarnos bien entre todos.» … «Para mí no ha concluido el proyecto porque esa experiencia me quedó en el corazón y porque hace falta hacer el periódico y pasar las grabaciones y porque siguen el teatro y la radio que durarán para siempre…»

Creo que de estas expresiones podemos inferir los beneficios del proyecto, imaginar los alcances, los próximos logros.

¿Saben?, los muchachos del octavo querían venir al Congresillo y hasta traer una ponencia, pero, por razones organizativas, no están aquí presentes. Pero están sus voces que quise transcribir intactas y su esperanza que nos compromete más con su impostergable liberación, la de nosotras y nosotros, la de ellas y ellos, la de su gente.

Tal como se refleja en sus expresiones, el Proyecto CARIBE ha sido el comienzo de un trabajo basado en la animación sociocultural, en el arte, en el riesgo, en la poesía y en la franca y valiente comunicación, en la vida que garantizan estos nobles abonos que pueden y deben mezclarse con la música -dramática o festiva- del cerro.

De esta primera provocación ha surgido, como leen ustedes, el ánimo de continuar con el grupo de teatro; de hacer el periódico; de traer a los cuenteros, así como a los artistas y artesanos del barrio; de sacar los programas por Radio CARIBE, una «emisora de circuito cerrado» para uso del colegio y la comunidad más cercana. Ya estamos trabajando por este porvenir, la labor no ha parado. ¿Se imaginan ustedes poder dedicarle más tiempo a un proyecto de estas características? ¿Imaginan poder articular este intercambio con la comunidad desde los primeros grados de nuestra escuela? ¿Se imaginan poder contar con más gente para este proyecto? ¿Se imaginan poder vincular los programas oficiales vigentes con una tarea de esta naturaleza? ¿No estaríamos construyendo juntos las líneas de una verdadera Educación Popular? ¿Qué dicen? ¿Nos arriesgamos?


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