Es el título que nos presenta Antonio Ledezma Díaz, enriqueciendo la bibliografía de la vida y obra de Carlos Andrés Pérez, dos veces presidente de Venezuela, quien, según el autor «murió dos veces». CAP sufrió una muerte política y moral y la biológica, por lo demás natural, de un hombre que vivió intensamente.

El libro de Ledezma Díaz es una biografía poco conocida en Venezuela, por el agregado autobiográfico del autor, testigo de  excepción en el marco de un triángulo a nuestro juicio: «militar, civil y jurídico», que sin proponérselo tomaría la clasificación del tiempo histórico de Fernand Braudel «corto, medio y largo», donde desarrollará su vida política Carlos Andrés Pérez, para lo cual debió haber hecho suya la filosófica expresión de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias y si no las salvo a ellas, no me salvo yo”.

Aquel tiempo corto según el citado Braudel, es el que narra el cronista que para Pérez son los sucesos protagonizados por la generación de 1928, el fallecimiento de Juan Vicente Gómez y la transición López Contreras-Medina Angarita. El tiempo medio es el de las coyunturas que para Pérez es el del aprendizaje entre el 18 de octubre de 1945 y 24 de noviembre de 1948; y el largo se refiere a las realidades que modifican estructuras y envuelven generaciones, que en su caso va de 1948 hasta su muerte.

Vayamos ahora al definido triángulo en los tres tiempos. El militar como primer contacto con un mundo desconocido por Pérez, aspiraciones, intrigas y corrupciones a lo largo de su vida política que recorrerá con éxito, pero ¿qué pasó en sus dos presidencias (1974-1979 y 1989-1993) plagadas de conspiraciones según el testimonio del entonces teniente coronel Fernando Ochoa Antich, de la propuesta de apresarlo por sugerencia de los comandantes Ramírez y Santeliz, que serían generales en su segundo gobierno? Solo Ochoa Antich se declaró leal a Pérez posteriormente. ¿Qué rol jugó la Inteligencia Militar para ignorar los movimientos conspirativos y corrupciones en la FAN en lo sucesivo? Estas son interrogantes que no pueden pasar inadvertidas.

En el vértice del triángulo identificamos luego al estamento civil, constituido por los adversarios naturales de Pérez, como los doctores Rafael Caldera, Arturo Uslar Pietri, José Vicente Rangel y posteriormente Ramón Escovar Salom. En ese orden, algunos de su generación dentro de Acción Democrática, a la cabeza de Luis Alfaro Ucero y Jaime Lusinchi, que se propuso erigirse como máximo líder del partido después de Rómulo Betancourt. De estos últimos, Ledezma muestra testimonios previos a un conjunto de «medidas económicas» entre otras, “por agotamiento de las reservas internacionales. Déficit en las cuentas del sector público y desequilibrio en los mercados internacionales era inevitable reorganizar el gasto público, privatización de entes públicos, incremento de las tarifas de servicios, nuevas políticas de precios y transferencias sociales” que producirían la llamada «rebelión social» del 27 y 29 de febrero y que no solo fueron del conocimiento de la Dirección Nacional de Acción Democrática; nadie -salvo la dirigencia sindical que exigió mayores informaciones- se opuso, pero nadie tampoco salió a explicarlas ni a defenderlas ni serían elementos para la fallida y delatada intentona golpista tres años después en la cual completarán el triángulo la cúspide del sistema judicial del país.

Efectivamente, una explicable tramitación de fondos a la partida de gastos secretos del Ministerio de Relaciones Interiores complementarán una intrigante confabulación que terminaría con un antejuicio de méritos al presidente Carlos Andrés Pérez y su renuncia.No por la cobardía del general José Tadeo Monagas que desataría la matazón de gente con la revuelta federal (1861- 1865) sino por su talante democrático que justo, en el centenario de su nacimiento resucita en la historia venezolana.

Del libro de Ledezma surgirán muchos más y a la historia voy, victoriosa o vencida.

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