La semana pasada conversaba con un colombiano residente en Madrid, quien durante alrededor de 10 minutos me relató su experiencia en la convulsa Medellín de los ochenta y su satisfacción de haber visto que su ciudad posteriormente se convirtió en un referente de la cultura y la organización ciudadana. Luego de expresar su orgullo, la expresión en su rostro se ensombreció, lo vi abstraído por un instante y acto seguido manifestó su preocupación por la candidatura de Petro y la posibilidad latente de que ganara las elecciones presidenciales.  “Me preocupa que ese malparido gane, porque entonces, ahí si no voy a poder volver, yo llevo 8 años viajando desde que salí de Colombia. Me fui porque soy un aventurero, salí por un viaje de vacaciones a Panamá y ahí me ofrecieron ser la imagen de una reconocida marca, luego me vine a España porque aquí me enamoré, así que no he vuelto a mi tierra. Pero ahora tengo ganas de regresarme y  me angustia no poder hacerlo, me preocupa perder a mi país porque si ellos ganan Colombia se perderá”, expresó el mencionado ciudadano,  que prefirió que no revelara  su nombre. Sus temores reflejan los de millones de colombianos, quienes acudieron a votar ayer 29 de mayo. Los resultados dejan ver que la gente ejerció el voto castigo, decantándose no precisamente por los más preparados para llevar las riendas de la nación sino por los que representaban la antítesis de la clase política tradicional. Finalmente el exguerrillero del M-19 Gustavo Petro se medirá con Rodolfo Hernández, un candidato con tintes xenófobos, que hace alarde de expresiones vulgares, machistas y violentas en sus apariciones públicas.

Fotografía del momento de la agresión cometida por Rodolfo Hernández en contra de un concejal

El problema es que Colombia va a una segunda vuelta con dos candidatos radicales, con posturas que en muchos casos son inaceptables. El millonario Rodolfo Hernández fue la tristemente célebre sorpresa de este domingo, su mayor mérito en la política fue haber sido alcalde de Bucaramanga, pero permanece envuelto en la polémica. En 2018 le propinó un manotazo a un concejal. Además, opina que las mujeres no deben entrar en el gobierno sino apoyar desde la casa. Por si fuera poco dijo que es “seguidor” de “un gran pensador alemán que se llama Adolf Hitler” y para colmo de males hay una grabación del candidato amenazando a alguien con meterle un tiro. También llamó públicamente “lava culos de la politiquería” a una persona que le reclamó por la tala de árboles. Por otra parte, se refirió a las venezolanas como “una fábrica de hacer chinitos pobres”,  argumentando de manera fantasiosa que dan a luz más de 400 veces. Ese personaje podría ser electo como el próximo presidente. A los colombianos les toca ahora elegir entre dos males el menos malo.

El ejemplo de lo que ocurre en Venezuela asusta a muchos de los votantes colombianos, pero eso lamentablemente no ha influido en los resultados de esta primera vuelta, en la que el más favorecido fue Petro. Aunque al momento de escribir este artículo no es posible dar cifras exactas porque aún se contabilizan votos, su ventaja está clara. Colombia es actualmente una de las democracias más sólidas de la región, pero no hay que olvidar que los venezolanos también tuvimos durante muchos años uno de los Estados democráticos más estables del mundo y la mayoría de los electores  pensaron que votar por Hugo Chávez jamás representaría un peligro para la institucionalidad y el cumplimiento de las leyes. El tiempo demostró lo equivocado que estuvieron quienes cifraron sus esperanzas en el golpista Hugo.

En aquellas naciones en las que un dirigente radical de izquierda toma el control del poder, jamás lo suelta por las buenas, con frecuencia estos gobernantes se convierten en tiranos que finalmente se enriquecen a costa de las arcas de sus países. Es el mismo patrón que se repite una y otra vez en distintos lugares. Los venezolanos vemos con preocupación que nuestros queridos hermanos colombianos pudiesen caer en las garras del comunismo que pretende tomar el poder.

Lo cierto es que Gustavo Petro admiró a Hugo Chávez, se reunieron en Bogotá en 1994 —poco tiempo después de que la causa del golpista venezolano fuese sobreseída—, pasearon e intercambiaron ideas. Los unieron lazos ideológicos y proyectos similares. Cuando Chávez falleció, Petro expresó públicamente en su cuenta de Twitter su pesar, llegando incluso a escribir: “Se fue un amigo y una esperanza. La gracia de la esperanza es que es una flor que nace en jardines y nunca está solitaria”. Teniendo en cuenta sus referentes políticos es realmente alarmante que ese hombre venido de las filas de los movimientos guerrilleros pudiese llegar a gobernar a Colombia y dejar una estela de destrucción y pobreza al tiempo que le brinde respaldo al régimen venezolano.

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