Desde una mirada crítica, el populismo como enfoque de la política económica de los gobiernos intervencionistas tiene como objetivo defender el bienestar del “pueblo”, comprometiendo el gasto público, sin incentivar el crecimiento macroeconómico, pero con una intención de mejorar la distribución del ingreso a favor de los sectores más desposeídos de la sociedad. Es significativo resaltar que es un modelo en el que los intereses políticos se anteponen a los intereses económicos de la sociedad.

Las experiencias sociohistóricas de América Latina en los que se ha fundado el populismo en la política económico-social de los gobiernos revelan rasgos afines. El populismo logra espacio en primer lugar en terrenos que están abonados en aquellos países donde en determinado momento se presentan síntomas de depresión económica, fracasos de políticas liberales y descontento social. En segundo lugar, durante la fase de implantación de la política populista se busca la reactivación de la economía solo con grandes discursos a las masas y promesas de mejoras en la distribución del ingreso a través de políticas de gasto expansivo, subsidios e incrementos de ingresos de las clases menos favorecidas”.

El término populismo se ha usado en política con dos acepciones diferentes; una de ellas tiene un significado positivo, pero principalmente se usa con una connotación negativa. En algunos casos se identifica erróneamente el populismo con la demagogia: mientras esta última está referida al discurso del político buscando influir en las emociones de los electores, el populismo está referido a las medidas que toma un político buscando la aceptación de los votantes.

En Venezuela la práctica del populismo ha servido para conservar gobiernos, pero concretamente cuando emergió la llamada Quinta República un proyecto político sustentado en el socialismo del siglo XXI, por Hugo Chávez Frías, se inició una fase deconstrucción en las políticas sociales, económicas y educativa con el propósito de establecer un cambio con tono nebuloso que proponía cambios en la Constitución de Venezuela a partir de unos elementos sustanciales propios del modelo populista que buscaba quebrar los paradigmas clásicos de los antiguos gobiernos de Acción Democrática  y Copei, que hicieron historia a lo largo de más de cuarenta años. Estas organizaciones políticas aportaron grandes avances y desarrollo en el país

A partir del año 1999, Venezuela entra en una etapa de un nuevo proyecto político que desde la mirada crítica y reflexiva tenía claro su propósito en su propuesta de gobierno, en la que se avizoraba una seudopráctica del modelo socialista pero que en lo concreto no era más que el modelo populista.

La construcción de este modelo pasó por una fase de adecuación donde el objetivo primordial era vitalizar el proceso revolucionario entre los años 1999- 2004. El gobierno de Chávez estratégicamente apuntó su discurso a frases clave propias del populismo tales como:

  • Independencia nacional
  • Con Chávez manda el pueblo
  • Soberanía del pueblo
  • Beneficio colectivo e igualdad de oportunidades para el pueblo
  • El pueblo debe decidir los asuntos nacionales, no a la injerencia internacional
  • Nueva conciencia de clase e igualdad
  • Renovación ideológica

Lo grave, es que el concepto de populismo es tan complejo que lo han visto como una especie de patria cuyo rasgo distintivo es la equiparación del país y el pueblo, pareciendo este último el universo social integrado por la gente. El patriotismo inducido por Maduro agota sus esfuerzos en dar la sensación de unión con el pueblo, teniendo como los protagonistas a los excluidos, es decir, en nombre de estas personas Nicolás Maduro se erige como el defensor de los intereses nacionales frente a la inevitable invasión del imperio norteamericano.

Quedó revelado Maduro en el constructo de su crisis económica: sustituyó la producción por importación, un ejemplo son los CLAP, quebrando a la mayoría de los productores nacionales, Maduro aun con los pocos dólares que le entran al país mantiene una visión distorsionada e interesada de lo que se debería hacer ante una aguda crisis económica. Sin duda, todo tiene una clara intención: El populismo se propone que la gente dependa de las “bondades” del Estado venezolano o en su defecto de la revolución bolivariana. 80% de la gente no conoce los alcances económicos y sociales que pueda arrojar una robusta macroeconomía, el pueblo piensa con pragmatismo en su lucha existencial, derivándose una realidad concreta: ¡El populismo es muy popular y gana hasta elecciones!

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