La lluvia de opiniones sobre el futuro del país abre múltiples escenarios. La objetividad fortalecida dentro de un análisis pragmático, nutrido con los elementos de sustentación necesarios para avizorar con la mayor certeza posible el destino del régimen y su revolución, en lo personal lo veo claro. Maduro está anticipadamente derrotado.

Las aseveraciones de los oficialistas y asombrosamente de parte de la oposición que dibujan diariamente la fortaleza del señor Nicolás Maduro, contrario al sentimiento nacional, parecieran haber insertado en la óptica de estos sectores un cristal que solo les permite visualizar lo que pregonan insistentemente, lo inderrotable del régimen que mal  ejerce el poder y no sus grandes y notables debilidades, que si las ponemos en una balanza, el resultado de mayor peso se inclina hacia el cese de la hostil, controladora, cruel, burlona, hambreadora, empobrecedora, entreguista y fracasada revolución bolivariana.

El militarismo exacerbado en el ejercicio de la función pública y sus resultados, que han llevado al atraso y quiebra del país, son en gran parte responsabilidad directa de este sector, anteriormente calificado para la defensa de la nación. Hoy está frente al paredón de la opinión pública como poco o nada confiable, referente de ineficacia y señalado como contrarios al interés nacional. La fuerza armada está en dificultades producto de la politización y mercantilización de sus componentes. Si bien son catalogados como pilares fundamentales de la revolución que ha generado toda esta situación de crisis general, ya no son garantes de los derechos constitucionales y el pueblo así los califica y expresa abiertamente.

En el proceso electoral presidencial del año 2013, elección muy cuestionada en la que se asegura que la oposición ganó, se impuso Maduro como presidente con 7.587.579 votos  equivalente al 50,61%, sobre Capriles Radonski, quien obtuvo 7.363.980, una diferencia de tan solo 1,49%. El PSUV obtuvo 6.193.662 votos, lo que se tradujo en 41,31%, mucho menos sufragios que la tarjeta de la manito, como le llamaron en la unidad de la oposición y fue el Polo Patriótico el que finalmente le sumó 1.393.917, equivalente al 7,81% de votos que le dieron la diferencia que le faltaba para la victoria. Este análisis numérico basado en los resultados electorales denotan la importancia del famoso Polo Patriótico que utilizaba el difunto comandante para recoger a ultrosos e inconformes con el partido de gobierno, que le sirvió a su agraciado heredero para lograr la continuidad en el poder. Desde ese año 2013 comenzó el deterioro de esta asociación estratégica de partidos que, ante la avanzada progresiva del madurismo, para desplazar al chavismo, privó de espacios y prebendas a sus leales aliados. Muchas de sus figuras ya no están en este mundo, como Luis Tascón de NCR, Lina Ron de UPV, Luis Reyes de ORA, otros fueron víctimas de sus benefactores rojos en el poder, fueron encarcelados y sus partidos judicializados, Luis Pinto del partido Tupamaro; Rafael Uzcátegui del PPT. Otros desaparecieron: PTR, IPC, NCR, CR. Podemos fue también judicializado y despojado a sus autoridades, el MEP desapareció del espectro en las regiones con cero activismo y el partido comunista; PCV está deslindado hace tiempo del respaldo que le daba incondicionalmente al PSUV por considerar que la revolución se desvirtuó.

En las elecciones presidenciales de 2018 se observó la disminución numérica y representativa de todas estas organizaciones, casi todas en manos de arlequines, alineados y enchufados a los negocios con el gobierno, se implantaron directivas sustitutas apéndices del PSUV y se observó el nacimiento del partido Somos Venezuela cuya finalidad era restar capital político al PSUV para fundamentar un nuevo esquema el desarrollo del madurismo. Gozó de inversiones importantes con recursos económicos del Estado, herramientas y elementos para imponer su estrategia, pero no llenó las expectativas de sus creadores, que debieron conformarse con un resultado pírrico ante tamaña multimillonaria inversión. Sin embargo, sirvió de ensayo para lo que hoy se desarrolla en el país y es el cambio de estrategia del régimen que ha suprimido el color rojo como principal elemento de promoción oficialista, para copiar la Venezuela 2000 que en su momento lideró el dirigente adeco Héctor Alonso López, que ofrecía eventos en las calles y la promoción de la necesaria renovación generacional en la conducción política del país para esos tiempos. Ahora el oficialismo ejerce una toma del país promoviendo en este caso el amor y la paz que ellos mismos liquidaron con la división de la familia y la destrucción de la sociedad y por ende el país. Es la tarea que tienen encomendada alcaldes y gobernadores oficialistas y algunos conformes opositores, mucho amor, diversión, paz forzada, pero con hambre, pobreza y extremas necesidades para  todos los venezolanos.

Es importante considerar el resultado de 2011 de las elecciones regionales. Los factores de oposición sumados todos en su conjunto obtuvieron más votos que el oficialismo. La judicialización de los partidos e injerencia del régimen en un número importante de individualidades encendieron las rivalidades a lo interno de las organizaciones que generaron la imposibilidad de acordar alianzas. Esos sectores en pugna continúan con la misma rivalidad sin que esta realidad pueda cambiar para el venidero proceso presidencial por lo que la ciudadanía organizada continúa solicitando la unidad nacional por encima de los partidos políticos y se alinea con respaldar a quien en este recorrer haga la mejor oferta electoral y se alce con el respaldo de la mayoría.

Este análisis es para que todos evaluemos, entendamos e interioricemos que ese Polo Patriótico hoy abstracto, liquidado y mal controlado por Maduro, siempre tutelado, maltratado e intervenido, en su mayoría, lo que queda de él, está en manos de figurines sin liderazgo alguno, sin una mínima estructura, sus caras visibles solo son tenedores de unas siglas y férreos mercaderes de la política. Esta instancia de encuentro de una decena de factores en su momento fue importante, organizada y con cuadros dirigenciales calificados y de experiencia, en este momento el madurismo ya no cuenta ni contara con ellos, ni para la acción política mucho menos para el importante aporte numérico tan necesario en estos tiempos de mengua que vive el oficialismo. Seguro estoy de que en el venidero proceso el candidato oficialista le serán cobradas todas las facturas que tiene pendiente con los antiguos aliados de Hugo Chávez.

El régimen se manifestó con sus acciones y desatenciones enemigo del pueblo venezolano, en estos momentos declara la guerra a la masa laboral del país. Como ejemplo de resistencia ponemos a quienes hoy están en las calles el sector educativo, desde hace años niega los presupuestos mínimos a las escuelas y al recurso humano que labora en las mismas al igual que a las universidades, llevo a los niveles más críticos la calidad de la educación, minimizo los programas sociales, la desinversión prometida para solventar el colapso de los servicios publico es mas acentuada en todo el país. El sector salud absolutamente desasistido, la gente se muere en los centros de atención, la deserción en la administración publica es abismal ante la presión política y salarios simbólicos, más de 7 millones de venezolanos fuera de sus hogares muchos forzadamente abandonaron a sus familias. Los campos y su gente arruinados. Todas las medidas económicas puesta en marcha en las últimas dos décadas han sido desastrosas y han propulsado la corrupción a niveles astronómicos además de haber minimizado y desmantelado todo el aparato productivo.

Vemos al señor Maduro con frecuencia en los medios de comunicación actuando con un  grado de crueldad extremo aseverando que Venezuela está bien cuando cada alma en este país padece y sufre y no consigue alivio a sus penas y a la carga que significa la espera de alguna solución al menos progresiva, un ambiente de mentiras y manipulación que degrada la condición humana al régimen pretender que la ciudadanía convalide sus desaciertos, destrucción y desmantelamiento institucional  con la subordinación y  el silencio bajo el control social y el chantaje permanente.

Parecieran ser estos argumentos algunos repetitivos, pero en este caso necesarios, para poder preguntarle a aquellos que dicen que Nicolás Maduro es invencible e inderrotable . Sobre qué elemento de mayor peso que estos que esgrimo en estas líneas se puede fundamentar alguien para aseverar con tanta inmoralidad tamaña mentira e irrealidad.

Es cierto que existe una ventaja en las estructuras de quienes ejercen el poder para tratar de mantenerse, pero en este caso el sentimiento nacional ante la calamidad que se vive se manifiesta en favor del cambio. La diferencia entre los que respaldan la continuidad del régimen actual frente a quienes no lo hacen es abismal.

El llamado a la dirigencia política emergente para lograr el triunfo en medio de esta trifulca es a colaborar en la creación de canales de difusión, crear estrategias de orientación general a los venezolanos, hablarle claro al país sobre los sectores que ponen en riesgo la unificación. Desnudar urgentemente las debilidades en lo estructural para acometer las acciones necesarias. El pueblo quiere participar y ayudar, pero la gran mayoría no sabe cómo, las jefaturas y jerarquizaciones en las estructuras formales mantienen expectantes y distantes a la gente. Se debe actuar con sentido de responsabilidad al asumir cualquier compromiso. Hay que ponerle tareas a la gente que puedan realizar en medio de tantas limitaciones. Cambiar el lenguaje impuesto por la era socialista en los momentos de asociar en cualquier forma de interacción para el desarrollo de actividades. Desarrollemos los esquemas de actuación de manera distinta, todos fundamentados en la verdad y de acuerdo a las capacidades de cada quien.

No perdamos el momento que se nos presenta. Nuestro adversario está en desventaja por múltiples razones e históricamente, según cifras que ellos mismos manejan tiene el mayor índice de rechazo. Tan es así que se les imposibilita aumentar su llamado voto duro y están dedicados a la compra de conciencias de líderes opositores para que sus partidos sirvan de herramienta de división. Al día de hoy son su única esperanza. Tengamos presente que los señores Maduro y Cabello, quienes heredaron el PSUV, como es lógico cada quien controla lo suyo pero no tienen el mismo capital que recibieron. Ya no tienen pueblo.


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