Lago de Maracaibo
Fotografía aérea que muestra parte de la costa contaminada por desechos, derrames de petróleo y la proliferación de un verdín sobre las aguas del lago de Maracaibo, el 12 de julio de 2023 / EFE – Henry Chirinos

El otrora rico lago de Maracaibo, el que con su superficie de 13.210 km² es el más grande de Latinoamérica, el 19° mayor de la Tierra y el 2º más antiguo del mundo, ahora, al igual que la Venezuela trabajadora, es pobre. Le tocó la misma suerte, el mismo destino, le cayó la misma chupa.

El lago, un cuerpo de agua querido anteriormente por  venezolanos y extranjeros que convivían con el petróleo, la agricultura, la pesca y el turismo, ya no es un cuerpo mimado. Si le componen una gaita, en vez de reír lloraríamos porque estaría inspirada en el tinte de sus aguas o en lo pegostoso de su fondo que en vez de salino es dañino, resultando la del Neguito Borjas más bien una décima melancólica.

Anteriormente zona relevante del acontecer y progreso nacional por mantener en su cuenca diferentes riquezas, algunas inauditas como los pozos petroleros o gasíferos, hoy ha pasado a la categoría de desastre ecológico.

Alrededor del flujo negro bajo sus aguas florecieron ciudades que, aledañas a sus costas, albergaban la segunda metrópoli de Venezuela y el  estado más poblado de todo el territorio nacional. En medio de este contexto la región se convirtió en emporio industrial soportado por la extracción del petróleo, gas, la producción de carne, leche y plátanos, y en sus márgenes zonas industriales como Pequiven.

Eso configuró un auge gigantesco con Pdvsa como punta de lanza del desarrollo regional zuliano.

Lamentablemente le llegó la hora. Ese fastuoso cuerpo de agua ahora es depósito de aguas servidas de origen  antrópico, de efluentes provenientes de los desarrollos agroindustriales  y de numerosas fugas provenientes de las redes de tubos que transportan el líquido negro cruzando su cuerpo  hasta el destino final.

Una combinación letal de diferentes contaminantes, unos para arrastrar el lago hasta un proceso de eutrofización y otros para impedir la vida acuática, invadiendo el fondo y las playas para que no haya escapatoria en la orilla, superficie o fondo. Hasta los animales deben tener arrechera…

Pero, ¿por qué pasa esto? La respuesta tiene que ver con dos grandes componentes: descargas de aguas servidas de origen urbano sin tratamiento y derrames petroleros.

Antes, la Venezuela trabajadora y progresista se inclinó por el lago con cuidado permanente, con cariño ciudadano, ese que se convierte en obras o procesos en pro de su manifiesta importancia. Le dedicó atención a través de organizaciones públicas como el MARNR y luego con la creación del ICLAM (Instituto para el Control y Conservación del Lago de Maracaibo). Ejerció las recomendaciones emitidas en leyes y decretos para evitar su contaminación y generó un programa de saneamiento que se convirtió en el mayor amigo del lago, proyectando plantas de tratamiento para evitar que las aguas putrefactas desembocaran en su cuerpo, construyendo obras sanitarias para tratar 8.500 litros/seg en numerosas localidades alrededor de su costas y así impedir el libre flujo de las aguas contaminadas al lago.

Lamentablemente la cosa fue declinando a la entrada del siglo XXI, porque en realidad lo que sucedió fue que  retrocedimos más de medio siglo ambientalmente hablando. Está bien que no quieran a los demócratas, ni a Pdvsa, ni al ICLAM, ni a Hidrolago, pero al lago, ¡qué molleja…!

Las plantas de tratamiento existentes, más otro par proyectado que tendrían como objetivo tratar las aguas servidas de Milagro Norte y Casco central, tratarían todos los principales efluentes provenientes de las zonas pobladas, más de 10.000 litros/seg. Hoy en día, finalmente con el trabajito desplegado por los gobiernos del siglo XXI venezolano han alcanzado la cifra cero, cero, léame bien: cero. Todas las aguas caen crudas al lago contraviniendo la Ley Penal del Ambiente, entre otras.

En el año 2011 un trabajo desarrollado sobre el tema revisó el estado de las plantas  de tratamiento y solo operaban en 57%; además, las descargas cloacales directas al lago del norte y centro de la ciudad de Maracaibo no tenían ningún control vertiendo sus fluidos directamente al lago sin tratamiento físico, químico o biológico y son la causa fundamental de la contaminación orgánica.

Algo peor, cuando uno escucha qué van a hacer, cuál es el plan, nada de esto está en la palestra, en la primera fila; los puntos relevantes del programa son más cuentos de camino para ver cómo está el pobre lago: está fritooooo, ¿no lo ves?

Existe otro enemigo que también tiene punch: los derrames petroleros, nada fácil de controlar y corregir. Se requiere tecnología para diagnosticar dónde están, cómo corregirlos e iniciar una campaña de mediciones hidráulicas para desarrollar el plan de sustitución, rehabilitación y mejoras. La veo fea, no creo que esta Pdvsa tenga esa capacidad.

En un cuerpo lacustre donde existen más de 5.000 pozos petroleros y más de 24.000 km de tubería se requiere la antigua Pdvsa, la excelsa, la grande, la que no era del pueblo sino de los trabajadores insignes, si queremos doblarle el pescuezo a ese monstruo que está contaminado el lago. Además, la Pdvsa de ahora no tiene quién la supervise y obligue a parar este desastre ambiental.

Lago, al igual que muchos otros que trataron de resistir el embate del retroceso del siglo XXI, estás en lamentables horas, pero por favor resiste.

A continuación y por considerarlo información relevante para entender el problema, colocamos la lista de las plantas de tratamiento con su ubicación, capacidad, tipo de tratamiento y uso posterior.


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