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Como es lógico suponer, probablemente Maduro y sus más cercanos camaradas tengan acceso privilegiado a cierta información sobre la inminente extradición a Estados Unidos del frustrado “enviado especial y diplomático venezolano”, Álex Saab. La última movida: su designación como “integrante pleno” del equipo de negociadores chavistas en México, ha sumado argumentos en favor de esta apreciación.

Una vez agotados todos los recursos jurídico-legales de la defensa para impedir lo ya inevitable, la manipulación, chantaje y utilización sistemática de la mentira vuelven a ocupar sus papeles protagónicos de primer orden. El régimen acude entonces al campo de batalla político-táctico, del cual, por cierto, ha sabido sacar mucho provecho en innumerables ocasiones. Aparte de quizás poner presión al gobierno de Noruega en su calidad de actor facilitador, con un anuncio que persigue retrasar al máximo la diligencia de extradición y convertirla en parte y objeto de las negociaciones, Nicolás Maduro ha querido también insistir en imponer este tema como prioridad de la agenda y del debate político nacional.

Igualito que Pinocho

El pasado jueves 23 de septiembre, vimos a un Maduro que parecía tener la nariz más grande de lo habitual. Una vez más, utilizando a VTV y otros medios de difusión públicos bajo su absoluto control, mintió al país como parte de esa campaña publicitaria en defensa de su “agente especial”.

Con el cinismo típico del embustero, y eso lo aprendió de su maestro Chávez, dijo sin sonrojarse: “Alex Saab era el enviado diplomático que traía los CLAP a Venezuela (…) lo secuestraron, lo torturaron y aún lo mantienen en Cabo Verde de manera ilegítima, ilegal e inhumana”. “Han hecho todo lo posible para destruir los CLAP que es el alimento del pueblo, pero gracias a eso hoy todos los alimentos son producidos en Venezuela”.

El otro Saab, el fiscal general del régimen, se sumó al entramado desinformativo asegurando, el mismo día de las nuevas mentiras de Maduro, que la situación en Cabo Verde parecería tratarse más de una especie de secuestro político que de una acción legal. En perfecta sintonía con lo expuesto por su jefe (nada es casualidad) aseguró que el detenido “…es un diplomático certificado como tal por la Cancillería”, y que, debido al bloqueo sufrido por Venezuela, sus labores tenían que ver con la búsqueda de alimentos.

La ópera bufa de Nicolás, Tarek William y Jorgito, de las dos últimas semanas, pudiera estar anunciando la eventual decisión del régimen de dar una patada a la mesa de diálogo, tan pronto como se concrete la extradición de Álex Saab a Estados Unidos. Irónicamente, el anuncio de su incorporación como parte del equipo del régimen coincide con los temas sobre Poder Judicial independiente (una aspiración inocente de Blyde) y derechos constitucionales, en principio agendados para la tercera ronda de negociaciones en México, que no pudo comenzar el pasado viernes 24 de septiembre, por la ausencia de la delegación de Jorge Rodríguez.

Negociaciones en riesgo

Todo pareciera indicar que la continuación de las negociaciones en México dependerá, una vez más, de los caprichos e intereses del régimen madurista. La permanente evaluación costo-beneficio debe consumir gran parte del tiempo de los estrategas del régimen. Igualmente, cierto es que para Maduro la imagen que ofrezca a la comunidad internacional de un “gobierno” dispuesto al diálogo sigue siendo de primaria conveniencia.

No obstante, de producirse efectivamente la extradición de Álex Saab la posición de fortaleza del régimen ante su contraparte opositora se vería mermada. En ese momento, una decisión deberá ser tomada. Ya las vocerías de los gobiernos ruso y chino señalaron hace unas semanas atrás que la extradición de Saab incidiría negativamente en el proceso de negociaciones de México.

Tal vez lo único que podría persuadir al régimen de permanecer en el proceso de diálogo, una vez los gringos hayan esposado al testaferro, sea la necesidad de garantizar que las elecciones regionales de noviembre tengan lugar efectivamente, sobre todo si las mismas cuentan con el aval de una misión de observación electoral de la Unión Europea. Recientemente, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, expresó su confianza en que las negociaciones entre las partes continuarían de buena fe en su tercera etapa (24-27 de septiembre).

Una vez más podemos estar a las puertas de otro proceso fallido. Un nuevo desplante al gobierno de Noruega y demás factores de la comunidad internacional que han apostado ingenuamente a una solución política de la crisis venezolana, aún a sabiendas de la naturaleza criminal y mafiosa de un régimen forajido cuya única razón de ser es mantenerse en el poder a cualquier precio.

La oposición venezolana y el grueso de la comunidad internacional claman por elecciones libres, justas y verificables, particularmente a nivel presidencial, como vía para una transición democrática. El régimen necesita el levantamiento de las sanciones y acceso a los activos en el exterior para seguir financiando su aparato represor y garantizar su permanencia en el poder. Dos conjuntos de exigencias irreconciliables que marcan el fracaso adelantado de las negociaciones.

Está visto que con o sin negociaciones, el gobierno de facto cree poder mantener la fortaleza suficiente para preservar el status quo. Ya este fin de semana el régimen amagó con suspender su participación en las negociaciones con los representantes de la plataforma unitaria.

Utilizando nuevamente el chantaje, y tal vez como un aviso de lo que sucedería si algo tan grave como la extradición de Alex Saab se materializara, el jefe de la delegación del régimen – al tratar de explicar su ausencia el primer día fijado para la tercera ronda de diálogo condenó unas declaraciones recientes del Encargado de Negocios de la Oficina Externa de los Estados Unidos para Venezuela, James Story, en las que éste reiteraba que es necesaria una “reforma judicial drástica” en Venezuela. Tildó estos comentarios como un intento de Estados Unidos de instruir a la delegación opositora e insultar a la Mesa de Diálogo.

Por otra parte, resulta a todas luces muy curioso que el señor Jorge Rodríguez no fuese tan vehemente e iracundo en sus comentarios del sábado respecto a la intervención de la primera ministra de Noruega, Erna Solberg –máxima representante del país facilitador de las negociaciones – , quien durante el debate general de la 76° Asamblea General de la ONU de la semana pasada, manifestó su preocupación por las “graves violaciones de los derechos humanos” registrados en Venezuela, destacando, asimismo, la importancia de las “transiciones ordenadas”. Como todo es siempre culpa del imperio y de nadie más, ya el señor Jorge Rodríguez señaló que el impasse con el Reino de Noruega había sido superado.

Lo cierto es que a la espera de una pinochada más de Nicolás y sus principales voceros, no cabe duda alguna de que el proceso de negociaciones en México sigue colgando de un hilo muy fino.

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