Escuela José Cortés de Madariaga, Altagracia, isla de Margarita

Por equipo editorial

Las recientes lluvias que han azotado a prácticamente toda Venezuela si algo han dejado en evidencia, además de la terrible crisis en materia de prevención, atención y salvamento ante los desastres naturales, es comprobar que el Instituto Nacional de Meteorología es algo así como un parapeto para las autoridades educativas.

En efecto, hechos como los ocurridos en Aragua, o más recientemente en Nueva Esparta y Mérida, han dejado ver que las clases presenciales que debieron ser suspendidas con antelación ante los pronósticos de los especialistas institucionales del clima, estos fueron ignorados y no fue si no hasta ver el «palo de agua» o «diluvio» en tales regiones, para que con escuetos «comunicados» aparecieran las «suspensiones» de actividades en tales entidades federales, poniendo incluso en riesgo la vida de los propios niños, niñas y adolescentes, así como docentes, trabajadores, padres y representantes.

En tal sentido, o el Ministerio de Educación desconfía o no cree en las advertencias y pronósticos del instituto meteorológico, o por una razón muy irresponsable, no emitió con suficiente tiempo los respectivos comunicados que debieron haber suspendido las actividades presenciales. Esto también revela que lo menos que hace el gobierno es articular políticas públicas, y ni siquiera porque estén relacionadas con la infancia.

Ante tan dramática situación, en donde miles de familias han perdido hasta seres queridos, sin incluir bienes materiales -algunos quedaron sin viviendas-,  la otra parte de la verdad es que muchos planteles además de la precaria situación de infraestructura que tenían, las lluvias han venido a inhabilitarlos por completo, en virtud de que tenemos escuelas y liceos que hasta se han convertido en «coladores», mientras otros ya no resisten estabilidad en sus techos, paredes y pisos.

En consecuencia, visto que la situación de lluvias se va a extender, según pronósticos de especialistas y el propio instituto de meteorología, y llegado el período decembrino, lo lógico sería que las clases tuvieran un adelanto en su asueto navideño, y en el caso de los estudiantes de bachillerato, concluir el lapso académico con actividades a distancia.

No se puede improvisar con la educación y menos poniendo en riesgo la vida de los niños, niñas y adolescentes. Hay que evitar a toda costa que las probabilidades de pérdidas humanas ocurran, o simplemente que tengamos hechos que multipliquen los problemas a los venezolanos.

El Ministerio de Educación tiene la palabra.


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