Llevar a cabo la labor periodística independiente en cualquier rincón de nuestro país es cosa de locos o de coraje extremo. Por el contrario, para el actual gobierno “revolucionario”, realizar ese trabajo es cuestión -como dicen por allí- de coser y cantar. La razón de ser de esa dispareja situación tiene mucho que ver con los temas a tratar. Ciertamente, los medios de comunicación que tienen como propósito central decir la verdad de lo que ocurre en Venezuela, incluyendo los desmanes, excesos y maldades del gobierno del conductor de Miraflores, son objeto de todo tipo de acciones obstructivas y arbitrarias. El despojo que sufrió El Nacional de sus instalaciones es prueba fehaciente de ello.

Para muchos compatriotas, el prestigioso diario fundado por Miguel Otero Silva se mantiene de facto -en muchos lugares de Venezuela- operando en la sombra. Incluso así, no deja de cumplir con su obligación de decir la verdad y dar total libertad a sus articulistas y redactores para que digan lo que tienen que manifestar en contra del gobierno o la misma oposición, si fuere el caso. Por su lado, el máximo representante de la “libertad de prensa revolucionaria”, quien de hecho y de derecho es un semidiós, se da el gustazo de apropiarse -con el visto bueno del revolucionario Poder Judicial- de las instalaciones del mencionado diario y hacer con ellas lo que le venga en gana. Después de todo, él también cuenta con el beneplácito del monarca de la revolución para ejecutar las acciones que quiera.

Como consecuencia entonces de las múltiples actuaciones obstructivas, la mayoría de los venezolanos que residen en esta Tierra de Gracia tienen complicaciones para leer las noticias que se publican en el prestigioso medio de comunicación nacional, con lo cual se incrementa la desinformación. Como resultado de lo anterior, lo que se lee, oye y se ve en mayor proporción es pura bazofia.

Quedan sin embargo programas de la radio de gran renombre y estimación que en algo ayudan, pero sus conductores tienen que cuidarse al máximo para evitar que se repita el drama que vivió la figura estrella de ese medio, César Miguel Rondón, quien en enero de 2019 no sólo se vio obligado a cerrar su prestigioso programa de la mañana, transmitido por el Circuito Éxitos de Unión Radio a lo largo de muchos años, sino que tuvo que emigrar a Miami con los miembros de su familia. Con tal acción quedó muy claro al resto de las figuras de la radiodifusión venezolana que a la revolución bonita no se le puede tocar ni con el pétalo de una rosa. Así de simple.

Frente al holocausto comunicacional que experimentamos, y el nada despreciable número de “huelepeos” que tiene la revolución, no queda sino seguir luchando hasta con las uñas. (Según el Diccionario del habla actual de Venezuela, el “huelepeo” es una persona que sigue a alguien en forma continua en actitud de adulación). Tengamos siempre presente el sentido profundo de la locución: “Mañana será otro día”.

@EddyReyesT

 


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