Isabel Díaz Ayuso

«You think you’re hard? I’m harder. You think you’re tough? I’m tougher’ (Ali, EUPHORIA)

Desde el día en que desaparecía uno de los tripulantes de la nave yo supuse que todo era posible. El desaparecido había adoptado la apariencia de sosias de una famosa cantante para adentrarse en la civilización de los humanos. Cada día que pasaba sin saber de su compañero, el piloto anotaba «sin noticias de Gurb»* en el cuaderno de bitácora. Gurb no establecía ningún tipo de contacto, así que el navegante empezó a impacientarse y salió a buscarlo. Lo que encontró en el nuevo planeta le resultaba extraño. A veces uno se pregunta si sería bueno viajar desde aquí a la Luna para comprender al regreso qué está pasando en la Tierra.

A todos nos parecería normal la creación de un restaurante a través de la iniciativa de un empresario. Sería deseable para mucha gente puesto que ofrecería un servicio de comidas necesario y además generaría empleo. No sería, sin embargo, recomendable que los trabajadores del lugar tuviesen en su ideario el principio de tratar mal al cliente. El caso es que sí existe este restaurante, y por estúpido que suene lo que voy a decir, yo le auguro un futuro de éxito y beneficios (Karen’s Diner)**. El restaurante cuelga a la entrada del local un cartel en el que presume de la calidad de sus hamburguesas y un trato grosero al parroquiano («rude staff & greatburgers»).

Karen’s Diner

Personalmente admito que cada cual sea creativo en su estilo. En el mundo tiene que haber de todo. Lo que es difícil de entender es que haya gente que quiera ir a este sitio y encima pague por ello. No es broma. En la grabación del comedor sui generis vemos a una abuela a la que invitan sus nietos. La reacción de desagrado de la señora no es para menos. Ahí se produce el choque generacional entre los buenos modales y la mala educación en bruto. La actitud del personal de Karen’s Diner sigue un guion preestablecido. Claro, este restaurante deja todo clarito desde el principio. En este escenario peculiar a los clientes se les viene a decir: «Le vamos a tratar mal. Queda usted advertido». Volviendo a la grabación, esta vez he leído algunos comentarios de internautas que se posicionan a favor de la honestidad del establecimiento, mientras relatan malas experiencias en otros mesones en los cuales les trataron de mala manera sin dar un preaviso de la falta de modales de sus camareros. La cosa tiene gracia. Paradojas de la vida. El mundo se ha vuelto loco. A medida que envejecemos nos damos cuenta de los cambios pendulares caprichosos de la sociedad. Yo creo que ahora el péndulo está en el extremo oscuro y a punto de retornar al otro lado, pero de momento seguimos con las tonterías.

Elisa Lozano

Aprendemos cosas curiosas de los informativos, los periódicos y la calle. Por citar un ejemplo, una universidad española ha vivido estos días una situación muy desagradable en el transcurso de un acto oficial al evidenciar la falta de modales de la que le hablaba antes. En un recinto académico de Estudios Superiores se dan por supuestos el respeto y la buena educación. Los modales, los buenos, se consideran algo inherente a todos los miembros del centro, tanto profesores como alumnos. Me atrevo a decir que incluso el personal no docente del entorno universitario cumple este requisito que es marca de la casa. Pues, el pasado mes de enero, un grupo numeroso de jóvenes abucheó a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, antes ya del comienzo de la entrega de un reconocimiento a alumnos ilustres de la facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense *** («Tensión durante la entrega de premio a Isabel Díaz Ayuso en la Universidad Complutense de Madrid» / Diario de Sevilla, 24.1.2023). Fuera del recinto hay empujones, gritos y enfrentamientos de alumnos y gente contraria a la entrega de ese premio a la política madrileña que se encara también con la policía. En el interior del edificio, una alumna supuestamente sobresaliente, Elisa Lozano -señalada como la mejor alumna de su promoción-, aprovecha el acto para criticar la entrega del premio a la presidenta de Madrid, cargar el ambiente de impertinencia y dejar en pésimo lugar su propio expediente de excelencia al insultar a una de las alumnas considerada ilustre al igual que ella misma.

No sé, me recuerda la escena al titular -de broma, por supuesto- de El Mundo Today que dice: «Unos alumnos reciben con alborozo la noticia de que son la peor clase de todo el colegio. Pese a que el profesor pretendía que fuera una llamada de atención». En el mismo diario barcelonés otro titular viene a confirmar, aunque con ironía -eso sí-, la posición alterada en que se halla el movimiento oscilante de la vida que nos gobierna esta temporada: «Los niños españoles ya tienen más clases extraescolares que escolares« (El Mundo Today, 2021). No puedo seguir leyendo, ya que recibo este aviso en el correo: «Te quedan 3 artículos gratis este mes». Estoy como loco deseando que el péndulo eufórico vuelva al otro lado.


* Eduardo Mendoza, Sin noticias de Gurb. Ed. Seix Barral. Barcelona, 1991

** twitter.com/cctv_idiots/karensdineruk (57 ss)

*** diariodesevilla.es/espana/Tensión/Ayuso/UNIVERSIDADCOMPLUTENSE

 


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