La compleja relación entre el gobierno y los médicos quedó evidenciada estos días con las múltiples  declaraciones de López Obrador y también con unos datos que publicó la prensa. Las primeras fueron ampliamente difundidas; los segundos mucho menos; el nexo entre unas y otras, para nada.

Primero el presidente denostó a los doctores de México: solo preguntaban “¿que tienes?” refiriéndose a la capacidad monetaria del paciente. Después, medio pidió perdón, a su manera, evocando su admiración por el Che Guevara (médico, según él) y por “el mejor presidente de América Latina”, Salvador Allende (médico también, según él). No mencionó un dato publicado por Reforma el viernes 8 de mayo, a saber, que ya había 720 médicos cubanos en México, 140 de los cuales se encontraban hospedados en el Hotel Imperial de la Ciudad de México, los demás radicados en hospitales del Valle de México, Puebla y Chihuahua. Según la nota de Reforma, los gobiernos de Jalisco y Nuevo León hubieran rechazado la presencia de los cubanos.

¿Por qué López Obrador no quiere a los médicos mexicanos, salvo los que fueron discípulos de mi amigo el Chale hace ya treinta años? Propongo una respuesta: porque en México existe la medicina privada, y en un mundo ideal, no debiera existir. Obvio: la medicina en México es abrumadoramente pública -IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud, Institutos de Salud de los Estados- pero muchos médicos trabajan en Nutrición en la mañana y en su consulta privada en la tarde. Eso no debiera ser, según López Obrador. Los verdaderos médicos debieran solo ganar y cobrar lo mínimo, para ser fieles a su verdadera vocación: atender a los pobres. Así gritaban los pioneros en Cuba de chiquitos: ¡Seremos como el Che! (Informo: mandé a dos a Varadero en los años ochenta).

Además del pequeño problema de que Guevara terminó sus estudios de Medicina, pero nunca fue médico (Informó: escribí una biografía suya, publicada en 20 países y traducida a diez idiomas), y que Allende tuvo o no grandes méritos como presidente, pero no como médico. Solo ejerció la profesión entre 1932 y 1936, antes de ser ministro de Salud de Pedro Aguirre entre 1939 y 1942. Desde entonces, fue un político profesional, ejemplar en muchos sentidos, pero médico, lo que se dice médico, no.

Lo interesante son los cubanos. Los doctores mexicanos le resultan reprobables a López Obrador; los cubanos, aparentemente no. Para no hacernos bolas, unas preguntas, que obviamente nadie la hará al presidente en sus mañaneras (estamos en México) pero que ilustran la dinámica. ¿Es cierto que ya hay 720 médicos cubanos en México? ¿Cuánto le cuestan al Estado mexicano? Según artículos de Nexos, The Economist y El País, Cuba cobra más o menos 3.000 dólares al mes por doctor, suma de la cual solo 10% se le entrega al médico. En otras palabras, el chistecito sale como en 2,1 millones de dólares al mes, o 25 millones de dólares al año (vean el tipo de cambio).

¿Faltan médicos en México, o faltan plazas de médicos en México? ¿Faltan médicos altruistas en México? ¿O faltan médicos/peones acasillados en México, como los cubanos, a quienes les pagan 10% de lo que cobra el Estado cubano por sus servicios, a quienes no los dejan salir de la isla con su familia, a quienes les retienen incluso parte de su móndrigo salario, y a quienes vigilan los “jurídicos”? ¿Son esos los médicos a quienes admira López Obrador, es decir, los que son, según el, como el Che y el Chicho, sin tener idea ni del uno ni del otro? Hasta la pésima película de 1969, con Omar Sharif, entendió que Guevara nunca fue médico: fue revolucionario.


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