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Foto: Cortesía

Por Carmen Fabiola Montilla Leal

«Lucharemos por nuestros derechos y los de nuestra patria, porque el problema de la igualdad de la mujer es el problema de la liberación de los pueblos»

Argelia Laya

Cuando hablamos de educación nos referimos por una formación ciudadana en nuestra familia y sociedad, como primer punto. Luego pasaremos a otro punto interesante del temario en lo que voy abordar de cómo se encuentra al siglo XXI, el «gran paraíso de nuestro sistema educativo venezolano».

Hablar de nuestro sistema educativo, se implementó por primera vez en 1870 con el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, con el decreto de Instrucción de Educación Gratuita y Obligatoria, el cual estaba centrado para enseñar a leer y escribir a los ciudadanos que se encontraban en la república, que después de una guerra de independencia y otras civiles,  dejó a una Venezuela desgastada y devastada, razón por la cual a ese caudillo, se le ocurrió una brillante idea de implementar un hecho necesario en el conglomerado del país dentro de la escuela en tal época, y de allí, adelantándose a lo que sería el decreto de Guzmán Blanco, Simón Bolívar diría: «Un hombre sin estudios, es un ser incompleto».

Así tenemos que para aprender dicha formación básica, González María Deluca (UCV, 1981) señala como una de las razones para dicho decreto que justificó Guzmán Blanco fue: «El ejercicio de la ciudadanía republicana requiere un individuo educado con dominio de las herramientas básicas de lecturas, escrituras y operaciones matemáticas que le permitan vivir en el cumplimiento de la ley».

A partir de allí, la Venezuela y su historia contemporánea se ha transformado en diversas perspectivas y políticas ante el sistema educativo, cuando desde la época de Independencia comenzaron a salir catedráticos que orientaban una enseñanza y aprendizaje para la colectividad de la república: Andrés Bello, Simón Rodríguez, José María Vargas, Cecilio Acosta, José Gil Fortoul,  Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, Argelia Laya, y por supuesto, nuestro gran maestro de maestros Luis Beltrán Prieto Figueroa, cuyas personalidades entre otras, atribuyeron grandes logros, tanto pedagógicos como académicos, dentro de una sociedad que luchaba por su independencia hasta la instauración de la democracia, los cuales dejaron un ensayo educativo, practicante y justificado en civilizarse y prepararse para un mundo de diferentes elementos en lo político, social, cultural, religioso, económico, y sobre todo en lo moral, para obtener una calidad de condiciones de vida que pueda alcanzar su modo de vivir en plenitud a través de la educación.

Por otro lado, llevando lo histórico hasta lo que ha sido el ejercicio de la «educación» en los últimos años, cabe destacar que es lamentable señalar cómo sobrevive el sistema educativo, que se observa, y se palpa en quienes se han dejado fascinar por una «revolución» llena de discordias civiles, y hemos visto cómo tales protagonistas han plasmado unos enredados programas y proyectos pedagógicos, prácticamente catastróficos y sin conocimientos, ni valoración previa ante un gremio de docentes calificados formados con estudios de pre y posgrado.

En esas acciones o consultas hemos visto la creación de escuelas y liceos «bolivarianos», técnicos «zamoranos», «programas» llamados «manos a la siembra», «desarrollo endógeno», «grupos de interés», «tejidos sistemáticos», «programas educativos integrales comunitarios», y las combinaciones de áreas de formación en geografía e historia y ciudadanía, todo ello en el entramado de ser la «educación bolivariana del siglo XXI» que hasta el momento no ha llenado unas expectativas significativas y satisfactorias, donde pueda existir una propuesta metodológica bien trazada e investigada, para ser aprobada y aplicada en las instituciones educativas de manera concreta, eficaz y permanente como forma de mejorar el sistema educativo venezolano.

También hay que señalar que, basados en la Constitución de la República, se debe garantizar y cumplir el derecho y deber adquirido sin mezquindad del ejercicio pleno del educador en su elevada misión dentro de la sociedad, esto en relación con sus actuales y paupérrimas condiciones de vida.

Profesor Aristóbulo Istúriz, usted que dio sus primeros pasos políticos en Acción Democrática y estuvo en muchas organizaciones sindicales, siendo egresado de la UPEL, institución reconocida internacionalmente, ha llegado a un nivel extremadamente bajo y prácticamente se ha esfumado, humillando al gremio docente, por legítimos reclamos de reivindicaciones laborales ante un gobierno neototalitario, porque usted mismo tiene conocimiento y sabe cómo se encuentra el docente (activo y jubilado), en las condiciones más precarias, y que para el régimen que representa significan “el paraíso de la educación del siglo XXI”, y sobre lo cual habría que recordar la cita de Andrés Bello: «La ignorancia es la causa de todos los males que el hombre hace, y hace a otro» y luego a Luis Beltrán Prieto Figueroa, quien en una oportunidad -y ante la degradada situación que se vive en el contexto educativo- señaló: “Hay quienes quieren a un magisterio sumiso, arrinconado, incapaz de levantar la voz; pero un pueblo que tenga maestros de esa categoría tendrá que ser un pueblo de esclavos”. Por esa razón, le decimos que los maestros y educadores venezolanos, aunque usted y el gobierno de turno intenten destruir la educación, Venezuela jamás será una nación esclavizada.

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