Tras el abrupto final del interinato de Juan Guaidó como presidente de Venezuela, siguen surgiendo nuevos escándalos. La semana pasada el exalcalde metropolitano en el exilio Antonio Ledezma, pidió públicamente que se le explique al país cuál fue el destino de 2.300 millones de dólares que Estados Unidos habría entregado para mitigar la crisis humanitaria de los venezolanos. Ledezma, recalcó que la cifra fue informada por un vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos.

En retrospectiva hoy está claro que la gestión del gobierno de Guaidó quedó envuelta en una nube de acusaciones que no han sido desmentidas de momento con pruebas. El interinato no alcanzó la meta central del cese de la usurpación ni ninguno de los objetivos más importantes que planteó. Aunque tuvo el apoyo de casi todos los países del mundo, Juan Guaidó no cumplió con el sentido lógico de nombrar a un ministro de la Defensa. Al final ese gobierno encargado sólo sirvió para que los venezolanos escucháramos una y otra vez las mismas palabras de un grupo de personajes que se desconectaron de la realidad de un pueblo.

Un país no se construye con palabras, una nación se levanta con trabajo y dando el ejemplo. Lamentablemente los políticos de la etapa del gobierno de Guaidó no estuvieron a la altura del clamor nacional. Ahora pretenden medirse nuevamente en unas elecciones con el dictador, aun sabiendo que los comicios estarían viciados.

Ni en lo político ni en lo social el interinato fue exitoso, pero lo que realmente resulta inconcebible es que ni siquiera intentaran cristalizar el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Guaidó terminó agachando la cabeza ante el régimen y el país vio con asombro cómo los supuestos opositores se fueron a “dialogar” con los representantes de la dictadura.

El tiempo sigue pasando y los venezolanos no hemos obtenido respuestas. Yo me pregunto al igual que millones de compatriotas: ¿Adónde fue a parar el dinero que envió Estados Unidos a Venezuela?

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