El obispo Rolando Álvarez fue sentenciado a 26 de años de cárcel

El panorama nacional y regional luce poco alentador. El dólar roza los 25 bolívares. mientras la Asamblea Nacional (la que no es legítima pero sí manda) lleva adelante proyectos legislativos que ya no ocultan el verdadero propósito del grupo que aún mantiene las riendas del poder efectivo. Las solidaridades internacionales del dictador venezolano naturalmente se alinean con las de sus colegas el ayatolá Kamenei de Irán, Putin, Díaz-Canel, Lukashenko, Ortega y Cía, mientras también baila pegadito con el Grupo de Puebla, Alberto Fernández, Evo y AMLO, quien hoy recibe a Biden y mañana a Díaz-Canel, a quien hace pocos meses había visitado ya en La Habana. En Estados Unidos la grieta política, atizada por el bizarro comportamiento de Trump, también ha alcanzado niveles de intolerancia que se asegura no existían desde la época de la Guerra de Secesión hacia 1865.

Sin embargo, la semana que termina parece haber alcanzado su clímax con las últimas decisiones del ya desenmascarado dictador nicaragüense Daniel Ortega que han culminado en la expulsión o destierro forzoso de varios centenares de  ciudadanos en un acto de salvajismo que deja clara evidencia de que no le importan ni los derechos humanos, ni la ley, ni la imagen internacional ni nada de eso. Hay quien piensa que esas acciones son demostración de fuerza suprema y otros -como quien escribe- que opinan que se trata de ”manotazos de ahogado” que recurre a sus últimos cartuchos antes de sucumbir.

El dictador Ortega, quien desde hace un par de años ha venido demostrando su desdén por la convivencia democrática hizo presos a todos y cada uno de quienes se postularon o asomaron su deseo de competir en la última elección presidencial del 2021. Junto a ellos redujo a prisión a varios cientos de ciudadanos que incluyen políticos, intelectuales, académicos, profesionales, partícipes de las protestas que sacudieron el país desde 2018 y numerosos sacerdotes incluyendo al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez, quien al rechazar su destierro y expulsión mostró la garra y fibra de la jerarquía eclesiástica que en muchos lugares pagó caro su apego a las enseñanzas de su Iglesia. (Polonia, Hungría, El Salvador, etc.)

Entretanto, la situación económica de Nicaragua llega casi al fondo del pozo, el gobierno de Mr. Trump impuso sanciones por considerar que ese país constituye un “peligro para la seguridad nacional de Estados Unidos”. Biden las renueva seguido por Canadá y la OEA, países vecinos suspenden relaciones diplomáticas, etc.

Dentro del libreto del socialismo del siglo XXI botan, intervienen o suspenden decenas de ONG de cualquier tipo que abracen la causa de la democracia o los derechos humanos, invaden la sede de las oficina de la OEA y otros atropellos que constituyen un cuadro de deterioro institucional y económico que sin duda habrán de conducir -tarde o temprano- a alguna insurrección parecida a la que el mismo Daniel con su hermano Humberto (hoy opositor) y otros, lideraron frente a la dinastía Somoza logrando desalojar al entonces dictador en julio de 1979 .

Muy lejos está el Ortega de hoy de aquel que se vistió de demócrata en 1990 permitiendo la elección que dio la presidencia a doña Violeta Barrios de Chamorro. El 25 de febrero de aquel año habíamos tenido ocasión de participar como observadores en ese acto electoral cuyo resultado fue respetado por el hoy dictador, quien luego, en otro proceso electoral aceptable, retomó la jefatura del Estado para con la sola alternancia de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños (1990-2006) no soltarla hasta el día de hoy apelando a las tracalerías constitucionales y de hecho que son de público conocimiento.

Hoy varios cientos de reclusos nicaragüenses han sido montados en un avión y despojados de su nacionalidad, con lo cual pasan a convertirse en parias en un mundo donde ese derecho -que es un derecho humano fundamental- permite viajar, identificarse, hacer ejercicio de derechos, etc. Menos mal que Estados Unidos -siempre denostado por quienes ejercen el rol de antiimperialistas de oficio- han dado cobijo a esa gente y España -a quien esa misma fauna acusa de mantener ánimo colonizador- les ha ofrecido asilo y reconocimiento de nacionalidad.

Si uno no fuera latinoamericano y venezolano, más bien pudiera desentenderse de las desgracias ajenas pero no podemos permitírnoslo cuando vemos que nuestra propia patria transita -y hasta guía- ese camino. Cuando vemos que quienes despachan desde Miraflores anuncian a todo pulmón su alianza con Ortega, Putin, Cuba, la invasión a Ucrania, Assad y cuanto bicho malo circula en este mundo.

Se dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, con lo que se pudiera asumir que la rebelión popular está a la vuelta de la esquina, pero lo que se constata es que tanto en Nicaragua como en Venezuela no existe el ánimo de movilización que dé lugar a esa reacción. Más aún cuando vemos que en Cuba, cuando la protesta se extendió en julio de 2021 fue reprimida salvajemente, igual que en Irán hace pocos meses o en la misma Venezuela en 2017-2018. Así pues, aunque cueste y duela, no queda sino mantener alta la guardia y presta la determinación.

@apsalgueiro1


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