El culto que los seguidores del régimen rinden la memoria de Chávez constituye un proceso paralelo  que pretende construir una nueva épica en torno a la figura del golpismo, al tiempo que concienzudamente trata de destruir el pasado histórico de Venezuela.

El régimen esparce por doquier la semilla de su propia deificación mediante un pertinaz, tosco pero eficiente adoctrinamiento, que funciona, en parte, debido a que se han dedicado pertinazmente a la tarea de establecerlo y porque no han escatimado recursos para hacerlo. También, porque la oposición se ve limitada a la controversia periodística.

En tal sentido, el régimen trata de arroparse con un engañoso manto de altruismo para mostrarse implacable contra los supuestos enemigos de su causa y promocionarlo como un acto de lealtad con el pueblo. Sabe que el desarrollo del culto “del proceso”, con una falacia bien montada, es una forma de dominación. Se vale, entonces de una retórica rimbombante y mentirosa en la cual no falta la autocompasión y la agresión a sus adversarios, sino que también se presenta como un trágico héroe que enfrenta a un enemigo colosal al que supuestamente está llamado a combatir por voluntad de designios divinos.

El régimen se vende como una revolución reivindicadora que le demanda se convierta en una  dictadura dotada de autoridad omnímoda que concentre y exija para sí  lealtad y obediencia absolutas. En este modelo de exaltación de la mentira la desinformación y la opacidad de la gestión de gobierno ocupan un lugar preponderante. En ese modelo, la verdad es la más grave amenaza que atenta contra ese descabellado  propósito.

El miedo colectivo es otro componente de este infamante proyecto, por ello, muchas personas en nuestro país no se atreven  ni siquiera a pensar.  La falta de autocensura de los asalariados del gobierno es otra  característica; jamás se oye alguna crítica al régimen de parte del funcionariado a su servicio. Asimismo, el régimen no ha tenido  escrúpulos para usar a altos oficiales militares para reforzar y mantener la existencia de este opresor modelo de control social.

Para lograr todo esto, ha creado un ambiente de terror que paraliza y neutraliza tanto a sus opositores como a sus colaboradores, le gana la adulancia de ciertos grupos de la clase media y le permite comprar la no participación del no oír ni ver de los sectores más humildes y vulnerables de la población. Pretende ejercer el poder absoluto y que este no pueda ser desafiado so pena que quien se atreva a hacerlo se ciña a su alrededor el círculo de la soledad, sea tildado de traidor y otros epitetos degradantes y sufran él y su familia la vesania perversa del sistema represivo gubernamental.

La pretendida simbiosis del culto a Chávez y la lucha de clases forman parte del plan de subyugación de los venezolanos. Al régimen y sus acólitos, la visión liberal del manejo de la economía les molesta. No soportan que la vía capitalista del emprendimiento y la libre empresa sea de éxito y que su modelo haya resultado un verdadero desastre. Se sienten dolidos cada vez que los hechos reales demuestran su incompetencia como gobernantes y por ello necesitan reforzar considerablemente su autoridad, para lo cual la propia deificación de su gobierno resulta imprescindible. Por eso, el régimen trata de mimetizarce con la figura del Estado: Si el régimen es amenazado, la patria también lo está. Si deja de gobernar, el país seria ingobernable.

Afortunadamente, el pueblo venezolano, después de sufrir, durante 22 años, carencias, engaños y frustraciones ya no atiende el llamado vocinglero de estos ególatras demenciales y con creciente decisión y voluntad, está tratando de imponer la vigencia de una mejor opción para su futuro y el de los suyos.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!