Venezuela es hoy morada de demonios, asilo de insólitos personajes, receptora de espíritus inmundos y protectora de toda bestia detestable. Aludimos a un pequeño grupo de compatriotas que se ha transformado en ejemplo de opulencia mal habida, esto es: mercaderes de pacotilla que han logrado acumular, con triquiñuelas de todo tipo, lujos y dinero a granel para así alimentar la lascivia incontrolable que les carcome.
No obstante ello, contamos con una mayoría de venezolanos que desea con ardor un cambio que se traduzca en prácticas democráticas de verdad, en la que el respeto hacia los que piensan de manera diferente no sea motivo de agresiones de todo tipo. Aunque no se trate de mucho pedir, la realidad es que la intemperancia revolucionaria impide avanzar por la ruta más conveniente y segura para todos.
El escollo anterior tiene entonces una salida: la permanente y fuerte lucha desde adentro que es y será respaldada frontalmente por las democracias verdaderas del mundo entero. Es obvio que no aludimos a una solución expedita, sencilla y fácil de lograr a plenitud, pero es muy cierto que, sin ese sacrificio extremo de nuestra parte, lo que nos espera son años y años de soledad.
En momentos tan difíciles como los que ahora vivimos, sólo una figura puede conducir con gran tino el proceso de recuperación y salvación de nuestro país: María Corina Machado. Se trata de una inteligente y gran dama que ha conseguido lo que muchos creían imposible: aglutinar a diferentes y opuestos sectores políticos en uno solo y con una misma posición.
Muy placentero es el hecho de que en cada evento público en el que se presenta nuestra gran líder, haya un entorno de figuras políticas diferentes, dispuestas a darlo todo para que María Corina Machado sea la primera mujer presidente de Venezuela, además de la primera mamá de todos los venezolanos.
Nada impedirá que lo que ahora puede parecer simple sueño se convierta en la realidad que marcará, en los mejores términos y para siempre, a nuestra adorada patria.
¡Viva Venezuela cará…!