Esta pandemia Arturo Sosa

Casi nadie debe saber que el primero en sembrar una mata de café en tierra venezolana fue un jesuita, el padre José Gumilla. Pero la Compañía de Jesús ha hecho mucho más que eso desde que llegó al país, sobre todo en el área educativa, en la que se han mantenido a pesar de las adversidades. Y no se quedan entre las cuatro paredes de las aulas, sino que suben cerros y llegan hasta las comunidades más remotas.

Al padre Arturo Sosa no hay que contarle nada sobre lo que pasa en Venezuela, porque él lo ha vivido en carne propia. Ahora tiene el cargo más alto entre los jesuitas, pero recientemente confesó que sigue llorando por su país. Y como buen sacerdote, llama las cosas por su nombre: “El régimen es un régimen dictatorial y Maduro es la cabeza de ese régimen dictatorial”.

Más allá de una simple afirmación, se trata de una clase de ciencias políticas, como bien la daría si estuviera aún en las aulas de la Universidad Central de Venezuela. Se trata de poner las cosas en contexto, no es que sea Nicolás Maduro un dictador, sino que este régimen que él encabeza fue formulado y aplicado por Hugo Chávez desde que llegó al poder en 1999; y su inspiración siempre fue Fidel Castro.

Sabe el general de los jesuitas que la única manera de recuperar el país es dejando atrás esa invención terrible que puso en práctica el comandante muerto y que sigue aplicando con verdadera crueldad la cúpula rojita actual. No se trata de quitar un nombre para poner otro, como bien lo afirma el sacerdote, sino que el sistema solo ha traído destrucción. Y eso es, quizás, lo que algunos en la oposición no han entendido del todo.

“Lloro, lloro. Más de dolor que de rabia. Es muy duro todo lo que ha ocurrido. Nunca imaginé que se pudiera destruir tanto”, afirma Arturo Sosa cuando habla de Venezuela. Pero no pierde la perspectiva de que la solución a los problemas tiene que salir de una negociación que ponga como objetivo la eliminación de todo vestigio chavista. Él supo de primera mano lo que quiso implementar Chávez porque discutían sobre el asunto incluso en la celda de Yare y aún ahora entiende que este “sistema” creado por el teniente coronel de Sabaneta ha resultado nefasto para los ciudadanos.

Y así será que puso el dedo en la llaga que la cabeza del régimen vociferó en insultos, a imagen y semejanza de lo que hacía Chávez cada vez que un sacerdote le cantaba las verdades. La misma historia de “diablos con sotana”, como si con eso fuera a asustar a alguien. No entienden que la Iglesia toda siempre ha estado y estará del lado de los que más sufren y luchará por ellos en contra de lo que sea.

Ojalá sirvan estas palabras de un venezolano formado en nuestro país para hacer entender a todos los que están involucrados en buscar una solución que, más allá de elegir a un grupo, hay que transformar a la sociedad para que no permita jamás otra pesadilla igual.


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