México, Nicaragua, Honduras, Venezuela, Colombia, Brasil, Bolivia, Argentina. Por ahora. Son un sector en crecimiento. La P les atañe por apoyar con habla, escritura y muchos silencios al putimperialismo que Cuba representa oficialmente ante el mundo libre. Cómplices de modo expreso y contradictorio unos, tácito y servicial el resto. Vil en su conjunto.

A la cabeza de los primeros les sirve de modelo el presidente democráticamente electo Andrés Manuel López Obrador, quien blandito negocia intereses con el odiado vecino estadounidense y de modo simultáneo es continuo anfitrión del represor Miguel Díaz-Canel, siempre mudo ante la tiranía de Ortega-Murillo. Fijo injerencista comandante del P8, asegura que detesta al imperialismo yanqui que sigue investigando a un expresidente entre varios motivos por conspirar durante y luego de su mandato, pero respalda sin reservas a la dictadura usurpadora de Padrino-Maduro y al corrupto autogolpista expresidente peruano Pedro Castillo.

El putimperio siglo XXI se consagra nítido al cumplir un año su invasión a Ucrania. Su doctrina expansionista fusiona las acciones criminales del milenario zarismo con las de Stalin y Hitler derivadas en los regímenes soviético y nazi del siglo XX. Costumbres ancestrales y modernos añadidos, entre otros, inventadas guerras defensivas que intentan justificar su conducta brutal destructora de adversarios, incluso los envenena a lejana distancia, liquidando grupos, instituciones y sociedades civiles indefensas para someter sobrevivientes a la total obediencia de un líder del partido único, caudillo autoritario sustituto del antiguo sacerdote, sátrapa, rey o dueño feudal.

La Era Ciber permite observar de inmediato las imágenes de aquellas antiguas conductas cavernarias hoy ejecutadas en nombre de un capitalismo estatal de diseño chino y ruso que desplaza sin ambages al sistema de tres poderes en mercado de la libre empresa.

Asesinatos, torturas, ejecuciones, secuestros, expulsiones individuales y colectivas, hambrunas y pestes programadas, incendio de haciendas, aldeas, pueblos y ciudades. Aberraciones al margen del derecho internacional humanitario, originado en el siglo XIX, perfeccionado en 1977, conjunto de normas que prohíben los denominados “crímenes de guerra” físicos, mentales y sexuales, cometidos durante conflictos bélicos contra prisioneros en batalla y soldados derrotados, gente desarmada, enferma y herida de cualquier bando. Incluye al personal sanitario, religioso y reporteril que los atienden. La cobarde guerra de Putin viola sin pausa estas y otras leyes anexas.

En esta encrucijada internacional cuyo desenlace decidirá si vence la libertad bajo control legal o la primitiva esclavitud actualizada, hay una línea divisoria que no admite pretextos ni evasiones. Respuestas presidenciales al estilo de “no estoy contra ni pro, soy pacifista” evidencian hasta qué punto son demócratas. Pocos pero claros son los de la mafia chavomadurista que sonreídos estrechan las manos ensangrentadas de Vladimir Putin y con enamorada expresión le declaran fidelidad eterna. Al menos se sabe con seguridad qué se puede esperar de esta oligarquía militarizada. Los venezolanos bajo secuestro, candidatos y posibles votantes de primarias y segundas “elecciones” decidirán si aceptan a esta banda delincuencial de mercaderes como garante confiable.

Ante su fracaso que intentó borrar del mapa a la Ucrania independiente y la exitosa visita sorpresiva del presidente Biden a Kyiv y Varsovia, el ejemplar Vladimir Putin, ojos de hielo, boca de hiel, voz de metal, enumeró públicamente su arsenal nuclear al día destinado a defender una presunta invasión occidental. Y hace tres días suspendió su participación en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) firmado con Estados Unidos en 1968 y luego renovado.

Fue un discurso de dos horas repleto de mentiras y amenazas. Esta vez, ausentes los elogios a Putin por parte de sus aliados confesos Fuerte Tiuna-Miraflores, callan el resto los alcahuetes del “no pero sí” o viceversa, como son quienes se arrodillan ante el Banco Mundial para suplicar más préstamos o exigen suprimir las sanciones a sus narcotraficantes mientras abren sus puertas de par en par al terrorismo iraní, a la guerrilla colombiana y de todo sitio. El resto continúa idiotizado, admirando silente la criminalidad del putimperialismo y así lo secundan en otras de sus recientes, admirables hazañas que secuestra miles de niños ucranianos ya huérfanos para trasladarlos a campamentos rusos de adoctrinamiento y la liberación de centenares de peligrosos presos comunes para carne de cañón en combates que saben perdidos. Todo un ejemplo épico del totalitarismo patriótico.

¿Son estos fans de Putin un producto más de la receta de Stalin para ganar adeptos? Desplumaba poco a poco una gallina, después la soltaba y le ofrecía una cesta repleta de granos. La quejosa víctima, olvidando su dolor, agradecida devoraba el obsequio a los pies del verdugo.

Ante los crímenes de guerra del putimperialismo, Rusia ya no es ni será la misma. ¿Cómo reaccionan los cortesanos del P8 ante tamaña evidencia?

Con un silencio estruendoso.

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