El rechazo a Simón Bolívar sigue existiendo en países como Perú, donde algunos grupos solicitan que se derribe una estatua ecuestre del personaje que está ubicada en la sede del Congreso, pues alegan que es representativa de un actor que tuvo una incidencia negativa en el devenir del país andino.

Para muchos peruanos, en efecto, Bolívar no es el héroe que suele ser idolatrado en los textos escolares y la propaganda oficial de Venezuela; todo lo contrario, es un personaje negativo, al que califican de autócrata, dictador, sin escrúpulos, ambicioso y desvergonzado.

Las razones aludidas son varias. En primer lugar, el estadista caraqueño dividió territorialmente al Perú para crear Bolivia, lo que significó una merma considerable en el espacio geográfico del otrora virreinato; en segundo lugar, se argumenta que las actuaciones del prócer venezolano para lograr la independencia peruana fueron impulsadas de manera arbitraria, contra la voluntad de la población local; en tercer lugar, en ocasiones se dirigió a los peruanos en términos inapropiados. De hecho, para muchos de ellos, el Libertador es San Martín, el prócer argentino, y no Simón Bolívar.

Casi todos los héroes de la historia tienen una faceta difícil, controversial. Por regla general, la propaganda, la educación y la historia patria omiten o distorsionan todo aquello que pueda despertar contrariedades en el público. También es frecuente que a estos personajes se les valore en función de un acontecimiento y no por la totalidad de sus acciones o el resultado final de este conjunto. A veces ocurre lo inédito: un personaje solo es valorado por un acontecimiento, una frase célebre de su autoría, y no por otros elementos de igual o mayor peso. No hay regla en este eterno dilema.

Los alemanes, por ejemplo, sienten vergüenza por el período del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, dado que arrojó enormes pérdidas, destrucción y muerte tanto a la nación como a Europa. No obstante, es un hecho que, durante este lapso, Alemania experimentó avances en su industrialización y otros campos.

Esta ambigüedad entre la muerte y el progreso es un claro ejemplo de que muchos períodos de la historia y sus personajes están llenos de contrastes y matices. En la conciencia de los alemanes, sin embargo, existe un recuerdo negativo de ese lapso, pues evidentemente la destrucción y la mortandad tuvieron un impacto mayor y más significativo que la industrialización.

Bolívar es un personaje complejo, que muchas veces desató polémicas por sus medidas y acciones, caso de su célebre Decreto de Guerra a Muerte (1813), el cual llevó a que, durante un tiempo, la lucha por la Independencia fuera más sangrienta e implacable entre los bandos enfrentados.

Para los historiadores distantes del culto bolivariano, cuando se analiza el devenir de América del Sur hay que comprender las razones y el contexto que incidieron en las actuaciones de Bolívar, así como los objetivos reales que perseguía. Por una razón: la historia es mucho más que una narrativa entre “los buenos y los malos”.  Por otro lado, los excesos, las desviaciones y las controversias en la actuación del estadista y otros personajes, deben ser incluidos en el análisis riguroso de la historia, para evitar que los hechos y los procesos sean vistos como una suerte de cuento de hadas o ficción cinematográfica que solo busca agradar a las multitudes.

Otro personaje que ha sido objeto de revisión, descalificación y censura, es Cristóbal Colón. Una estatua del célebre navegante fue derribada en Caracas, hace un par de lustros, por parte de grupos que cuestionaban los desmanes provocados por los españoles durante la conquista y colonización de Venezuela. La razón parece sencilla: a Colón no querían verlo ni en pintura, porque solo trajo desgracias y genocidio a las naciones indígenas. Paradójicamente, estos grupos hablan el mismo idioma que trajo el aventurado navegante, y hasta ahora no han expresado un deseo de borrar este idioma de la faz de la tierra.

@humbertojaimesq


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