La destrucción educativa que ha hecho el régimen de Nicolás Maduro a partir de 2013,  o sea,  hace casi una década,  con extrema devastación del espacio del aprendizaje, conocimiento e investigación en todos los niveles de la estructura de la enseñanza inicial,  básica, bachillerato y universitaria, ha originado una etapa que no dudamos en categorizarla de oscurantismo educativo.

En efecto, el daño que ha hecho el régimen político que aún controla Miraflores, podemos compararlo con un retroceso que en términos de contemporaneidad nos ha llevado a aquella Venezuela rural de inicios del siglo XX y que estuvo controlada bajos las huestes de las dictaduras de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, y donde el analfabetismo era probablemente la principal muestra de un país azotado por el atraso, las enfermedades y las consecuencias vividas en tiempos pre y posindependentistas del siglo XIX.

Por ello, aquel artilugio con el cual a comienzos del siglo XXI en boca de Aristóbulo Istúriz decía que la Unesco había declarado a Venezuela «territorio libre de analfabetismo» resulta hasta incongruente, cuando basta observar el cómo es la educación en las naciones desarrolladas,  mientras a duras penas, todavia el régimen piensa que «arreglar» una escuela o liceo consiste en pintarle una fachada o limpiarla de maleza.

Lo peor, además de tener que sobrevivir con una educación depauperada y prácticamente liquidada en su obsoleta infraestructura, es tener «ideólogos» educativos que piensan que un niño puede avanzar los tres primeros grados sin saber leer y escribir, o dominar las operaciones matemáticas fundamentales, porque eso sería un «proceso gradual», o eliminar del bachillerato determinadas materias, o evaluar otras de forma «cualitativa» con seudoargumentos que eso debe «ser así», porque si ese estudiante es aplazado en tales asignaturas se le causaría un «daño psicológico irreversible».

Si a esto añadimos que el aprendizaje de la moral y civica fueron sustituidas de los currículos,  y la Historia de Venezuela ha sido muy distorsionada en sus conceptos de independencia, así como las (des)vinculaciones de las luchas que se libraron en América del Sur comandadas por Simón Bolívar, bajo esquizofrénicos planteamientos de que éste o aquel historiador ha «mentido», pero otros, sin ser precisamente historiadores, son los que dicen la «verdad» por haber tenido o tener circunstanciales posiciones políticas, pues tenemos que la prostitución de nuestra narrativa de hechos políticos, económicos y sociales alcanza el paroxismo de la podredumbre lingüística y de análisis humanístico cuando algunos de atreven a decir en tono de sofisma que están del «lado correcto de la historia», como si precisamente la historia fuera una operación aritmética. Verbigracia, las ciencias sociales, convertidas en ciencias exactas.

Hoy,  además de la cruda realidad, de que no tenemos cifras oficiales para evaluar los niveles de ausentismo y deserción escolar motorizada por la profunda crisis económica y social originada por Nicolás Maduro y el madurismo, tendríamos que establecer dónde y cuáles especialidades docentes han sido más vulneradas por el abandono de los profesionales de la docencia,  muchos de ellos,  obligados a emigrar como forma de sobrevivencia,  y que el régimen,  es tal vez la mejor muestra del oscurantismo educativo,  cuando tenemos una «ministra de educación» que confunde un estado con un «país», y la pluralización del verbo haber pareciera que conforma parte del habla de su día a día,  como existencia del neoanalfabetismo que para el madurismo no es tal problema, porque esa persona sabría «leer y escribir».

O sea,  que no solamente tenemos que asumir que tenemos una destruida infraestructura física para la praxis educativa,  es que no tenemos ni los recursos humanos, y menos tecnológicos para asumir los cambios que requiere una sociedad moderna y desarrollada.

Por su parte,  las universidades han sido destruidas en su asignación presupuestaria,  y de esa manera,  si no es posible cuando menos reanudar las actividades educativas en las carreras aún vigentes en sus currículos ¿Cómo podría hablarse de la creación de nuevas profesiones si no se cuenta con las herramientas para formar no sólo nuevos recursos humanos,  sino adquirir los equipos necesarios?

El plano de la investigación ha sido otra variable de máxima importancia que el oscurantismo educativo ha llevado hasta la inercia del conocimiento. En su tumba deben estar retorciéndose venezolanos como Humberto Fernández Moran, Jacinto Convit o Luis Alberto Machado al ver que el otrora Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) al cual venían investigadores de todas partes del mundo a realizar parte de sus estudios,  y que debería llevar el nombre del primero de ellos, dedicando sendas facultades de postgrados al segundo y tercero de los mencionados, ahora es una institución que se encuentra abandonada,  destruida,  saqueada,  y sin investigadores,  que el régimen en boca del propio Nicolás Maduro ha intentado sustituir despectivamente diciendo palabras más,  palabras menos,  que cualquiera puede ser «investigador(a)».

Es más,  Nicolás Maduro se burla de la investigación venezolana en términos despreciables,  cuando «asegura» que a nuestro país en tales condiciones de destrucción del conocimiento vendrán los «mejores investigadores del mundo»,  cuando no hay presupuesto ni para comprar un reactivo o un microscopio, y menos para financiar cualquier proyecto de investigación científica o social.

De hecho, el daño a la educación y la investigación ha llegado a tal punto de bazofia ideológica,  que la carrera de educación,  para sustituir a los docentes que han abandonado las aulas, que el madurismo creó la formación de «docentes express» como una forma de aberración educativa con el nombre de «chamba juvenil» que luego de 4 semanas de adoctrinamiento ideológico en favor del régimen, reciben «autorizaciones» para integrarse como «maestros(as) de aula». Sobre la formación de profesionales el panorama no es distinto porque en las autodenominadas «universidades territoriales» se gradúan hasta «médicos» con asesoramiento cubano, que ni la misma cúpula del poder y sus familiares los visitan y menos solicitan sus servicios cuando tienen problemas de salud.

Y el colofón de esta tragedia está en ver el cómo Nicolás Maduro y Diosdado Cabello,  siendo ellos los dos principales responsables en la tragedia política, económica y social de Venezuela,  han llevado la carrera de Educación a la más indigente de las profesiones,  cuando someten a las maestras, profesores y educadores universitarios a devengar «salarios» que en el mejor de los casos si llegan a los 40 dólares mensuales,  mientras la canasta alimentaria supera los 300 dólares, y de allí que el origen de esta situación de oscurantismo educativo se haya convertido en un plan perfectamente planificado y con toda la alevosía de sus huestes maduristas, para terminar de arrodillar a toda la nación a los designios del neototalitarismo.

Incluso,  no es casualidad que Nicolás Maduro utilice la pobreza de los educadores como herramienta política, y los emplace a que tengan que comprar zapatos de 9 bolivares como una de sus «políticas» que si algo demuestran es el hambre y la miseria en que ha convertido la educación y la carrera docente.

Venezuela tendrá una última oportunidad para seleccionar un presidente en 2024. Solo una oposición unida,  exceptuando los seudo opositores que intenten dividirla como los arrastrados Claudio Fermin,  Javier Bertucci,  José Brito o similares,  por nombrar algunos de ellos,  podrá cambiar la realidad del oscurantismo educativo y del país, dejando claro que sí esa realidad no se concreta,  el oscurantismo educativo,  que está viendo morir a nuestros hijos en la selva de Darién o el Río Bravo,  llegará a su climax de pasar de una Venezuela rural a la guerra federal de finales del siglo XIX en términos de similitudes históricas,  y ello,  sería la muerte de la República.

Por ahora, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y el madurismo han logrado sus objetivos: han llevado al país al oscurantismo educativo y la indigencia de la carrera docente ¿Permitiremos que terminen de asesinar a Venezuela?

@vivassantanaj_


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