I

De acuerdo con el trabajo de Yllera Fernández, M. M., Camiña García, M., Cantalapiedra Álvarez, J., (2016), Comportamiento y órganos de los sentidos de los animales, Monografías do Ibader – Serie Pecuaria 2, Ibader, Universidad de Santiago de Compostela, el olfato es uno de los sentidos más desarrollados en los mamíferos.

En el caso de los perros, la vista, el oído y el olfato son los sentidos que más intervienen en su relación con el medio. De ellos, el más importante es el olfato, seguido de la vista y finalmente el oído mientras que en la especie humana el orden sería vista, oído y olfato. Los perros se apoyan en el olfato para interpretar lo que ocurre a su alrededor: gracias a él, pueden saber si ha pasado por allí algún otro animal o persona, su sexo e incluso si estaba “estresado” pues son capaces de detectar la hormona del estrés. El epitelio sensorial de la nariz el perro es, dependiendo de la raza, de 6 a 50 veces más sensible que el de la especie humana aunque para determinados olores esta diferencia puede incrementarse. Por ejemplo, en el caso del ácido butírico, un perro puede detectar una concentración entre uno y cien millones de veces menor que la más pequeña que puede percibir una persona.

La selección efectuada por el hombre ha conseguido animales con una enorme capacidad olfativa empleados no solo para la caza (son capaces de percibir el olor de un animal, o persona, varias horas o incluso varios días después de su paso) sino también para encontrar explosivos, droga o buscar personas enterradas como consecuencia de catástrofes naturales. En la actualidad, incluso se han adiestrando perros para detectar el descenso de la glucosa sanguínea en personas diabéticas, la aparición de crisis epilépticas y el cáncer de próstata, ello en virtud de que pueden oler determinadas sustancias volátiles contenidas en la orina.

La sensibilidad olfativa del perro es tan extraordinaria que, convenientemente adiestrado, puede determinar el sentido en que se desplaza la persona o el animal cuyo rastro está siguiendo. Y puede hacerlo porque es capaz de apreciar las pequeñas diferencias de intensidad del olor entre varias huellas consecutivas, estableciendo un gradiente de intensidad y avanzando desde las menos olorosas (las más antiguas) a las que despiden un olor más intenso (las más recientes). Los perros, además, pueden discriminar entre dos olores muy parecidos (por ejemplo, entre dos personas gemelas) y detectar la procedencia del olor por la diferencia temporal entre la llegada del estímulo oloroso al orificio nasal izquierdo y derecho, algo similar a lo que sucede en nuestros oídos cuando triangulamos para conocer el origen o fuente de un sonido.

No se conocen exactamente las razones de la extraordinaria sensibilidad olfativa de los perros pero lo cierto es que tienen unas características anatómicas y fisiológicas que la favorecen: 1) La superficie de la mucosa olfativa perruna es muy grande: 75-150 cm2, frente a los 2-10 cm2 del humano; 2) Su epitelio olfatorio tiene entre 125 y 300 millones de receptores (5 millones en los humanos); 3) La parte del encéfalo encargado de procesar los estímulos olorosos: los bulbos olfatorios, está muy desarrollada; 4) La proporción del aire inspirado que alcanza la mucosa olfatoria es superior a la de otras especies. A todo lo anterior habría que añadir su órgano vomeronasal (órgano de Jacobson) que al comunicar también con la cavidad oral le permite extraer olores no solo del aire sino también de las sustancias lamidas o ingeridas.

II

En la Internet es posible encontrar listas que contienen las diez razas con mejores olfatos, aquí mencionadas en orden ascendente: el Pointer, el German Shorthaired Pointer, el Coonhound, el Springer Spaniel Inglés, el Malinois Belga, el Labrador Retriever, el Pastor Alemán, el Beagle, el Basset Hound y el Bloodhound (Sabueso). Entre los humanos y de primero, está Evo Morales.

La prueba de su imbatible olfato la reportó el lunes 18 de noviembre pasado El Nacional, con el video de Juan Amorín en su cuenta de Twitter. Notoriamente en defensiva y ante la muy traviesa pregunta que le hizo el periodista de la cadena BBC Mundo de por qué no se asilaba en Venezuela, Evo se quedó en blanco, le repitieron la pregunta y en su balbuceo solo atinó responder con otra pregunta: “¿Por qué Venezuela?”.

El caso es que, con tal reacción y respuesta, es posible conjeturar que este gobierno, otrora aliado, muy bien pudo ofrecerle el asilo pero Evo Morales no lo aceptó, se desmarcó. De hecho y en su accidentada respuesta mencionó a Hugo Chávez pero no a Nicolás Maduro.

El olfato, en sentido metafórico, permite valorar y el de Evo Morales apunta a que en las vecindades de América, el valor político del gobierno bancarrota de Nicolás Maduro debe andar muy cerca de cero y debe ser así porque ya ni siquiera sirve como medio para el mercadeo político y menos aún como objeto de chuleo.

 


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