Muchos analistas políticos y económicos coinciden: el proceso bolivariano en Venezuela comenzó en un momento crítico de la historia del país, a partir de la elección de Chávez en el año 1998.

En una sociedad que había entrado ya hacía dos décadas en el agotamiento del modelo petrolero rentista y su Estado clientelar, una sociedad que atravesaba una severa crisis económica con un sistema político inestable y profundamente deslegitimado, las propuestas y el discurso de Chávez lograron crear un sentido de rumbo, una esperanza colectiva de que era posible otro horizonte para la sociedad. Para analizar el estado actual de la economía en Venezuela no existe información oficial actualizada. La mayor parte de las estadísticas divulgadas por el Banco Central de Venezuela y el Instituto Nacional de Estadística, organismo responsable del sistema estadístico nacional, tienen entre tres y cuatro años de retraso. Claramente el gobierno de Maduro ha decidido no divulgar la información que confirmaría la profundidad de la crisis económica.

Desgastada por el desgobierno, la corrupción, la violencia selectiva, la ineficiencia, la revolución bolivariana, aquella que nació hace 25 años a caballo del caudillismo de Hugo Chávez Frías, fracasó. El agotamiento de un gobierno que ilusionó a los pobres, que ya no creen en discursos redentores y menos en sanciones económicas. Maduro se mueve en su ajedrez político electoral con pocos logros en la captación de apoyos electorales, solo le queda imponer una institucionalidad sectaria, menospreciando la significación de las libertades y el pluralismo político. Es una verdad verdadera, Nicolás no quiere escuchar y menos mirar la crisis económica y existencial de los millones de ciudadanos venezolanos.

Estamos en un momento histórico electoral, las palabras de Savater tienen vigencia extraordinaria en estos tiempos: “Una vez que un pueblo toma la decisión de cambiar, no existe fuerza que lo pueda parar”. Todos los estudios de opinión pública reflejan que la mayoría de los venezolanos quieren cambios, realidad que se conecta con una intención de voto de 70,2% y según la lógica esa motivación no se articula con una visión de refrendar un proyecto político que da muestra de un agotamiento en todos sus niveles.

El camino hacia las elecciones presidenciales del 28 de julio no será fácil. Revelado por adelantado con las diversas acciones de CNE ante las inhabilitaciones de algunos aspirantes a la Presidencia de la República, caso concreto María Corina Machado, favorita para ganar los comicios. La impopularidad de Maduro y su gobierno inventan dificultades para sabotear unas elecciones transparentes y competitivas.

La popularidad del gobierno de Nicolás Maduro continúa bajando y sin paracaídas. Según nuestras últimas encuestas, más de 91,0% de los venezolanos considera que la situación del país va por mal camino, una amplia mayoría ya no tiene confianza en que el actual gobernante pueda resolver los complejos problemas por los que transita Venezuela.

No obstante, el 28 de julio es todo un desafío para la democracia venezolana, pero el futuro del país se moverá según diálogos, posturas, alianzas, estrategias, tácticas… política.

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