En los últimos artículos publicados en mi columna de El Nacional, indicaba que actualmente se repite la existencia de un desorden y un caos mundial, producto de la distorsión de las dimensiones que rigen al comportamiento humano, mediante las siguientes duplas dimensión-perversión, de la siguiente manera: economía-especulación, política-corrupción, geopolítica-invasión, religión-pederastia y comunicación-manipulación de la información.

Infortunadamente, estas distorsiones multidimensionales no son de origen reciente, pues desde hace décadas han sido promovidas y potenciadas por grupos de poder en la sombra, como las fundaciones financiadas por George Soros, por citar solo uno de los financistas más activos, quienes como vampiros económicos, se alimentan de los fondos deshonestos provenientes de la especulación monetaria y financiera global, que gracias al keynesianismo han arruinado y se han apoderado del mundo, mediante el uso de la manipulación de la información, a través de algunos medios de comunicación convencionales y de las redes sociales.

Los medios modernos de comunicación han convertido a muchas personas en cuerpos sin alma, con comportamientos similares a los zombis, porque están más pendientes de asuntos estériles y superficiales con su teléfono celular, en vez de ocupar su tiempo viviendo su propia existencia, para reflexionar sobre su futuro, sin convertirse en una generación insensata, con algún tipo de pereza física y mental, pues solo les interesa leer textos menores a 280 caracteres y desprecian las virtudes reconocidas del pasado, que conducían al éxito de las naciones y de sus ciudadanos, tales como eran: educación, investigación, trabajo, ahorro, inversión real y producción.

Como en artículos anteriores expuse aspectos relativos a la economía y a la política, en esta oportunidad opinaré sobre el tema de la geopolítica, que desde tiempos remotos también se ha distorsionado y se ha convertido en una de las malas artes para: invadir, destruir, asesinar, violar, saquear, expoliar, esclavizar y someter a otras naciones, mediante el uso de la guerra con sus diversas variantes, justificando dichas perversiones belicistas con ofertas de libertad, democracia, derechos humanos, defensa de minorías o asuntos relacionados con la seguridad nacional, pero en el fondo, muchas de esas ofertas son engañosas y manipuladoras de la opinión, pues lo único que les interesa a los invasores de las diversas latitudes y tendencias políticas sin excepción, es apropiarse por el engaño o la fuerza de territorios ajenos, activos, riquezas y recursos naturales estratégicos, tales como son: petróleo, gas natural, uranio, litio, tierras raras, oro, etc.

La democracia, que es considerada por nuestra cultura como la mejor forma de gobierno para las naciones, está manipulada y corrompida por grupos de especuladores y estafadores en la sombra, que constituyen las llamadas oligarquías y son quienes imponen a títeres corruptos e incapaces en los gobiernos, que les permitan mantener sus formas de vivir expoliando a las naciones impunemente y como desprecian a los ciudadanos honestos, capaces y con visión de estadistas, algunos de esos gobernantes arrogantes, enceguecidos por la mezcla de poder con ignorancia, se convierten en dictadores eternos, por haber permitido las prácticas reeleccionistas, lo cual es aprovechado para justificar la imposición de sanciones a algunas naciones y apropiarse así de lo que se robaron los corruptos, que en su momento de gloria se llevaron a paraísos fiscales u otras naciones en teoría más serias, donde fueron hipócritamente recibidos con visas de inversionistas o les otorgaron la nacionalidad, sin haber revisado el origen de sus fondos mal habidos y es así como en el caso de los oligarcas rusos, por citar solo un caso de actualidad, hay gobiernos como el del Reino Unido e instituciones financieras a nivel mundial, que a cuenta de las sanciones a Rusia se están apropiando indiscriminadamente de aviones, barcos, yates, fondos e inversiones, aplicando el adagio que dice “ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón” y por esa razón, aunque pueda producirse la tercera guerra mundial de carácter atómico, que acabe con la humanidad, a muchos seudo líderes mundiales no les interesa que los problemas de las naciones se resuelvan mediante diálogos, negociaciones y diplomacia, con participación de entes como es la ONU, para no tener que devolver lo que les han robado a los otros ladrones, cuyos verdaderos propietarios son los ciudadanos de los países víctimas de las satrapías, tal como ocurrió con los recursos de Libia después de la invasión del 2011, pues las ni las inversiones internacionales, ni los fondos, ni las 120 toneladas de oro que tomaron de su banco central han regresado a esa nación, para favorecer a sus ciudadanos, que siguen huyendo de su país natal, a pesar del cambio del dictador por interinatos consecutivos alcahuetas.

Los delitos cometidos por los corruptos de turno en cualquier forma de gobierno son de carácter personal e intransferibles a las naciones afectadas, pues los ciudadanos inocentes y humildes que son la mayoría, son realmente las víctimas de las satrapías y de los sancionadores, pero no deben cargar con las culpas de sus dirigentes, que les fueron impuestos por otros, como fue el caso de Vladimir Putin, quien fue colocado por los oligarcas y otros corruptos, que también promovieron a Boris Yeltsin para dar continuidad a los negocios fraudulentos con los activos de esa nación, a cuenta de la libertad económica y la democracia implantada al derrumbarse la URSS.

Parece que se está haciendo uso y costumbre generalizada aprovecharse de estas situaciones desafortunadas, pescando en ríos revueltos, para justificar la xenofobia, la exclusión, la satanización y la expoliación a las naciones afectadas, con la estrategia fracasada de sanciones y bloqueos indiscriminados, que deberían ser monitoreados para garantizar su eficacia y para que no ocurra lo de Cuba, Corea del Norte o Irán, donde las sanciones no han servido para nada, excepto para producir más sufrimiento a sus habitantes, creando y manteniendo atornillados a conveniencia a las figuras de un “coco” para atemorizar y someter a las demás naciones del globo de manera eterna, mientras las organizaciones responsables de solucionar los conflictos internacionales como es la ONU se mantienen al margen, sin cumplir con su misión.


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