Hablar del totalitarismo marxista de la antigua Unión Soviética al actual totalitarismo que impera en algunos países latinoamericanos, es hablar de políticas comparativas. Cuando hablamos de política comparativa, como el nombre lo dice, nos referimos a cómo comparamos diferentes Estados, las similitudes y diferencias en las políticas que desarrollan. Carlos Marx, sin ser un hombre de Estado, logró moldear toda la política de la extinta Unión Soviética, y a pesar de que sus predicciones sobre la destrucción del capitalismo no se cumplieron, lo cierto es que muchos años después podemos asumir que los países comunistas han fracasado y los países capitalistas han logrado construir sociedades democráticas, libres y prósperas.

Si nos trasladamos al presente y comparamos el marxismo original con los fundamentos del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, el único punto que tienen en común es el totalitarismo de Estado. Teniendo en cuenta, como muy bien lo ha dicho Asdrúbal Aguiar, que el Foro de Sao Paulo va de salida y por eso los autócratas latinoamericanos idearon el Grupo de Puebla, y lo cito: “En los siglos XIX y XX al Estado se le entendía como una expresión política que era reflejo de la nación histórica… la agenda del Grupo de Puebla elimina esa variable nacional e histórica y la considera como una suerte de sacrilegio frente a la dispersión de las identidades”. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho y la realidad es que las individualidades que conforman al Grupo de Puebla no necesariamente representan a los gobiernos democráticos de sus países de origen; pero el fin es el mismo del Foro de Sao Paulo, tratar de socavar la democracia en la región.

Lo cierto es que estas pantomimas de gobiernos de izquierda que llegan al poder a través de elecciones, luego se constituyen en dictaduras en las que los derechos humanos son violados de manera permanente, como sucede en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Y hablando de elecciones, sigue avanzando todo lo relacionado con las elecciones regionales y municipales en Venezuela, con una cada vez más marcada división entre los factores de la oposición. La utilidad de las políticas comparadas es poder utilizar todas las experiencias y el desarrollo de los fenómenos políticos dentro de los diferentes Estados para que sirvan como guía en los procesos de relaciones internacionales de manera que se eviten errores que dificulten los procesos propios de los Estados y las relaciones entre los diferentes Estados. En este sentido, en Venezuela existe la experiencia de una cantidad de procesos electorales que estuvieron plagados de inconsistencias, irregularidades e intervención directa de los poderes públicos de una u de otra manera para coartar el derecho de elegir de manera transparente. Pero además de lo anterior, al realizarse estas elecciones, lo que sucede es que en el ámbito internacional existe confusión con respecto a por qué un sector de la oposición asiste a este fraude electoral si muchos países han ratificado que no reconocen estas elecciones. ¿Será que están privando intereses ocultos que benefician tanto a la dictadura como a terceros países? En palabras del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Sr. Luis Almagro: “El colaboracionismo con la dictadura hace a los actores políticos parte funcional de la dictadura, no son parte de ningún esquema de democratización del país”.

Lo que es normal para un país, como por ejemplo Estados Unidos, no necesariamente lo es para otros. Dentro del continente americano hay países que tienen diferentes conductas ante situaciones similares. Países como Venezuela, que tenía una larga trayectoria democrática, están sumidos en una cruel dictadura y un vecino como Colombia, posee una democracia modelo a pesar de la insurgencia terrorista de grupos guerrilleros y los intentos continuados desde La Habana y Caracas, para desestabilizar la democracia en el país hermano. Cuba y Nicaragua, comparten con Venezuela, la violación continuada del Estado de Derecho, para mantenerse en el poder indefinidamente con elecciones arregladas. Las nefastas influencias del comunismo y siguiendo los parámetros del Grupo de Puebla, también ponen en riesgo las democracias en Brasil y Colombia, entre otros y es por eso que debemos de estar muy atentos, con aquellos populistas que se hacen pasar por demócratas pero en realidad son marxistas comunistas, como Lula da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia. Habría que esperar que sucederá en países como Argentina, Perú, Bolivia y México, donde sus respectivos gobiernos de izquierda llegaron al poder a través de elecciones, aunque todo indica que a futuro, algunos de estos países copiarán el modelo venezolano y será responsabilidad de las organizaciones internacionales, garantes del respeto a los derechos humanos, a los valores democráticos, evitar nuevas dictaduras en el continente, disfrazadas de gobiernos democráticos. En el caso de Venezuela, la comunidad internacional, los lideres políticos y venezolanos en general, deben ser coherentes con los principios democráticos y en ese sentido no dejar que sigan avanzando la dictadura en nuestro país.

La comunidad internacional y los actuales gobiernos de los países como Colombia, Brasil, Uruguay, Paraguay, Ecuador, y Chile, tienen que verse en el espejo de Venezuela, Cuba y Nicaragua, y no escuchar cantos de sirenas de líderes populistas que prometen villas y castillos, pero nunca dicen que necesitan llegar al poder para destruir las democracias y llenarse los bolsillos con el dinero proveniente del erario público y el consecuente sufrimiento de sus propios pueblos. “Es bueno que ahora tengan opiniones sobre el comunismo, porque una vez que estás viviendo en él, ya no puedes tener una opinión al respecto” Gary Kasparov.


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