Mucho se habla del momento en que los hijos se van del seno paterno por distintas razones, así como de los sentimientos encontrados  que esto puede representar para sus padres. A esta sensación de nostalgia se le llama “nido vacío”, momento en el cual se genera una efecto de pérdida debido a su ausencia. Por una parte, la ley de la vida nos lleva a apoyar activamente que ellos construyan su propio camino y sean independientes, pero a su vez, resulta difícil dejarlos ir, pues se extraña mucho ya no ser parte de su vida cotidiana.

Del mismo modo, existe una preocupación de los papás por su seguridad ante la duda presente, en cuanto a si podrán cuidarse y hacer sus vidas solos.  Muchas veces nos sorprende ver cómo maduran y toman el control de sus propias responsabilidades. El rol de los padres se puede cumplir de forma más inmediata y cercana, cuando los hijos aún viven con ellos y se hace más difícil, cuando existen distancias  físicas.

Una de las formas para mejorar la relación con los hijos en la distancia y ayudarlos a ser exitosos es manteniendo el contacto. Ayudará mucho realizar visitas, llamadas telefónicas, videollamadas, correos electrónicos, entre otros recursos.  También es necesario entender que ellos tienen sus propios horarios, rutinas y experiencias.

Es relevante permitir que puedan desarrollar su autonomía e independencia, dejar que los hijos tomen sus propias decisiones fomentando la comunicación adecuada, evitando las críticas o reproches. Por otro lado, es oportuno mantener un pensamiento positivo tratando de recurrir al optimismo cuando sea necesario, así como sentirse satisfecho por la labor cumplida y por esa  formación fundamental recibida en el hogar.

Es muy importante reconocer que ese momento de separación es una parte más de las etapas de la vida. En este sentido, los padres desde el mismo nacimiento de sus hijos han vivido diferentes fases evolutivas, pero siempre se preguntan a sí mismos si están  formándolos o educándolos de forma acertada. Sin embargo, independientemente de la etapa en la que se encuentren, siempre constituyen su fundamental fuente de satisfacción y tribulación.

No se puede olvidar que durante esta adaptación se presentan nuevos patrones en cuanto a la interacción familiar, pero no se puede permitir observar este cambio como una pérdida. Es mejor considerar el proceso como algo normal, que lleva cierto tiempo para lograr que todo se  reajuste otra vez.

 


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