Foto Kenny Linares

El madurismo es una condición ideológica perversa que mantiene una cúpula que ordena y una claque que arrodillada ante sus designios, sin sentido de la realidad, sin conciencia y sin ejercicio reflexivo del pensar, solo acata y aplaude lo que sus jefes digan, lo cual ha destruido tanto el derecho a disentir, como de la crítica ante la aplicación de políticas antidemocráticas y el autoritarismo.

La condición neototalitarista del madurismo está basada en el orden del estalinismo, el nazismo y el fascismo para dar origen al neototalitarismo como un conjunto de elementos que ha violado sistemáticamente la propia Constitución, haciendo de esta en todas sus palabras y doctrinas de derechos humanos una nigérrima cortina de “interpretaciones” cuyas “sentencias” de cualquier tribunal solo están vinculadas con intereses estrictamente afines con la hegemonía del poder.

El estalinismo madurista lo vemos cuando ante una indoblegable verticalidad y perpetuidad de mando y del poder, “otorgan” a la población inexistentes salarios y pensiones –en promedio de 1 dólar mensual–, con lo cual solo se genera hambre y miseria al estilo del Holodomor en otras condiciones de inanición.

El nazismo es público y notorio cuando sus seguidores reciben condecoraciones de la malograda Fuerza Armada y se visten con réplicas de uniformes del ejército de Hitler, o peor, aparece un alcalde –supuestamente ahora «investigado» mientras nadie dice más nada del tema– marcando las casas de las personas enfermas con covid-19. Otras actitudes propias del nazismo tienen que ver con que nunca se condena a criminales y asesinos de la talla de alias Iván Márquez y Jesús Santrich, disidentes de las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) porque comparten preceptos ideológicos contra quienes consideran enemigos comunes. En la misma medida, es posible observar una tendencia del pensamiento impuesto por Hitler cuando sus panegíricos piden por la libertad de individuos acusados de delitos en su país de origen y Estados Unidos, como el caso de Alex Saab, hoy detenido en Cabo Verde, sobre el cual llegan al extremo, sin importar ordenamiento jurídico de otorgarle «credenciales de embajador», a pesar de ser tal individuo colombiano de nacimiento, en virtud de que la conexión política-económica entre éste y los jerarcas maduristas es muy similar a la que fue aplicada en tiempos del III Reich, donde muy pocos conocían del tipo de negociaciones.

El fascismo es evidente cuando se avala la “jurisprudencia” de leyes denominadas “constitucionales” –ni siquiera tienen un reglamento–, así como la alteración estructural del Estado con la inclusión de un “parlamento comunal” y “ciudades comunales”, y el bloqueo, suspensión, intervención y hasta arrebatamiento de medios de comunicación que no son practicantes de la información que imponga la línea oficialista en plena violación de la libertad de expresión (aunque digan que este artículo es un autodesmentido), lo cual ha devenido en la existencia de presos políticos por el hecho de protestar, expresarse  o escribir ante todas las violaciones de derechos humanos y de la propia carta magna. El fascismo no solo es que está en los «sentimientos» de estos individuos como está unida la maleza con la tierra, o la arena al desierto, sino que se llega al extremo de amenazar con perseguir a quienes informen en «contra de Venezuela»  considerándolos «apátridas».

Ante el derecho de informar y de libertad de expresión, cuando el neototalitarismo acusa a editores, periodistas y articulistas de generar fake news sobre cada evidencia que surge en contra de quienes integran el madurismo, es común observar que  todas sus acciones de intimidación y persecución contra la sociedad venezolana  son condenadas por reconocidas organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos, y también por importantes y connotadas voces del mundo, incluso del pensamiento de izquierda, donde encontramos expresidentes como José “Pepe” Mujica, o Heinz Dieterich en el plano de intelectuales –quien fue muy cercano a Hugo Chávez– y es permanente invitado académico de países como Rusia y China, y quienes tampoco han sido excepción para ser calificados por el madurismo con cualquier cantidad de epítetos, revela que para la corriente neototalitaria los que se manifiestan en su contra se convierten en un creciente espacio de incordios que debe ser anulado por cualquier vía, y por esa razón los medios de comunicación son atacados y cerrados.

En consecuencia, no son de extrañarnos las más recientes acciones contra el pueblo en su derecho a estar informado, cuando desde el Tribunal Supremo de “Justicia” (TSJ) se toman decisiones –sin previas notificaciones o audiencias procesales– que ordenan suspender la programación de Radio Rumbos 670 AM, probablemente la emisora más emblemática de noticias del país, y tratar de apoderarse de las instalaciones de El Nacional con una “sentencia” en donde se obliga a sus accionistas a pagar más de 13 millones de dólares –moneda que ellos han calificado de “criminal”–, que sería el equivalente de 237.000 petros, una supuesta criptomoneda, y en cuyo adefesio del TSJ no sólo es que no aparece ordenamiento jurídico que la sustente en el contexto monetario y económico del país, sino que desconoce al bolívar como única moneda de curso legal en Venezuela.

Verbigracia, ¿cómo puede hablar el TSJ de sentencias “constitucionales” cuando sobre Radio Rumbos los afectados ni siquiera han tenido acceso al expediente de la causa, y en relación con El Nacional se ignora pagar en segunda instancia con la moneda nacional, máxime cuando en una primera decisión se obligaba a pagar en bolívares, autodesconociendo su anterior decisión?

Además de la emisora mencionada y El Nacional, otros medios y portales están siendo bloqueados por organismos oficiales, y la mayoría de los pocos que aún sobreviven han tenido que apelar a la autocensura y exclusión de periodistas y articulistas incómodos para el madurismo, lo cual también deja en evidencia el nivel del cómo la intolerancia contra el oxigonio de la información, la denuncia y la crítica son el principal objetivo político del neototalitarismo para ocultar la verdad sobre lo que ocurre en todo el país en relación con el hambre, la miseria, la hiperinflación, la destrucción de los servicios públicos, la escasez de combustibles, la explotación irracional del oro al sur de Guayana, los conflictos con la guerrilla colombiana y grupos irregulares en Apure, el colapso del sistema salud y la nula vacunación ante el covid-19, y las numerosas protestas de la población, sin obviar la corrupción y la constante emigración.

El neototalitarismo arremete contra el pueblo, los medios y El Nacional. ¿Cuáles serán las acciones de la oposición y sectores antimaduristas para responder ante tantas violaciones constitucionales? Sin unión política no hay camino político, y sin camino político solo habrá perdición humana que terminará convirtiendo esta historia en el uxoricida de Venezuela.

 

 


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