«Sin la presencia de un conflicto (…) entre ciudadanos, motivado por factores que operan desde lo más profundo del alma humana, no suele producirse un cambio de régimen«.

Un texto muy interesante circula este fin de año en Venezuela. Se trata de Transiciones políticas en América Latina, desafíos y experiencias. Una proeza editorial –para estos tan difíciles tiempos– de la Universidad Metropolitana. Conocemos del especial interés de esa institución por el legado documental y, ahora, gracias al particular esfuerzo de su rector, Benjamín Scharifker, por la investigación científica; en este caso social y política.

El valioso y más que oportuno libro lo coordinan los amigos José Alberto Olivar y Miguel Ángel Martínez Meucci. Contiene sesudas aportaciones de Jo-ann Peña Ángulo, Luis Fernando Castillo Herrera, Jesús Alexis Calderón Rojas, Carlos Felipe Castañeda Mejía, Jorge Bataglino, Froilán Ramos Rodríguez, Yuruari Borregales Reverón, Elsa Cardozo y Alejandro E. Rodríguez B.

Olvídese el lector de encontrar allí la solución en tabletas al más que extraño y complicado caso venezolano. Acoto que yo mismo no la busqué, por si acaso. Pero nos brinda un paneo político, académicamente sólido, acerca de algunas transiciones elocuentes en nuestra América Latina: Brasil, Chile, Argentina, Nicaragua, República Dominicana… Todo esto después de una locuaz introducción teórica que nos permite prever que, habiendo casos múltiples, conscientemente estudiados y divulgados, no existe un recetario. A la vez que nos confirma duramente la especie de que aún no estamos, en este totalitarismo nada suave, inmersos en ningún proceso de transición; que apenas se dan los factores, confluyentes además, para que ese proceso inicie hacia la ruta democrática, en caso de que hacia allá derive, como esperamos, el esperpento político cruento en el que estamos inmersos. El cambio va, puede colegirse, sin sostener cómo ni cuándo.

Quienes quieren una transición suave (abundan aquí, en este instante, en Venezuela, quienes diariamente untan sus manos con cremas suavizantes y creen en salidas floreadas) allí tienen la representación. A su vez, quienes extreman posiciones no finamente negociadas, pueden encontrar referencias con tintes de cambios más bruscos, con judicialización de criminales. La transitología da para escoger. Desde mi apreciación, falta incluir en unos años los matices de la transición venezolana, pero eso ocurrirá probablemente con la quinta edición de este libro estupendo que deberá incluir la revisión de algunos aspectos formales también.

Lo inédito del régimen venezolano actual hace pensar en lo posiblemente inédito de su final hacia la transición. Por eso recalco el singular matiz de la oportunidad, de la cuidada contextualización, contenida en el libro. Con fruición se lee por lo interesante y actual que nos resulta en Venezuela, a pesar de su extensión continental. Cabe felicitar el esfuerzo y su consumación. El éxito de su circulación muy posiblemente sea el del exitoso rumbo a nuestra anhelada democracia.


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