Una de las cosas más interesantes que nos ha dejado toda la crisis del covid-19 es justamente ver el rol fundamental de las mujeres en el manejo del conflicto. No es casualidad que las mujeres gobernantes sean las mejores valoradas en la gestión de esta crisis que sus homólogos varones. Esto se debe, en gran parte, a su gran capacidad de adaptabilidad, de previsión y multigestión.

Las mujeres se adaptan mucho más rápido que los hombres, esto hizo que su respuesta sea mucho más inmediata que la de los hombres gobernantes. No estamos hablando solo de la gran gestión de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, de Angela Merkel en Alemania o de Tsai Ing-wen en Taiwán; es algo que vemos reflejado en todos los países en donde gobiernan grandes lideresas, como Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda, que al ver los sucesos ocurridos en el territorio chino se prepararon para detener en seco esta crisis. Su previsión y su gran capacidad de reacción nos han demostrado que las mujeres en el poder vinieron para quedarse.

Esta crisis del coronavirus traerá cambios políticos y sociales tan significativos como los de la peste negra en el siglo XIV. Esa pandemia trajo un cambio radical en el poder político, que entonces dejó de centrarse en Dios para hacerlo en el hombre, pero cuando me refiero al hombre no hablo de la sociedad, sino del hombre en si. Las mujeres han tenido un papel secundario desde la creación del movimiento conocido como humanismo hasta la actualidad, papel secundario que se ha desvanecido en el último siglo, pero que esta crisis hará que desaparezca del todo.

Yo observo un futuro cercano mucho más femenino del que nos podemos creer, las mujeres tomarán un gran peso político global y harán una revolución cultural tan importante como el humanismo en nuestros siglos pasados. Esto no quiere decir que los hombres dejen de tener un rol fundamental, sino todo lo contrario. Considero que la igualdad será alcanzada y tendremos un proceso de formación, de competencia y de gestión mucho mejor de lo que hemos tenido siempre. Este gran cambio hará que la política y la democracia evolucionen, un futuro mucho más justo, con menos corrupción y con mucha más formación. La competencia sana entre hombres gobernantes y mujeres lideresas simplemente dejará mejores gestiones, mejoras sociales considerables y un mayor control social a las gestiones locales, estadales y nacionales.

El ciudadano en la nueva democracia tendrá mucha más importancia, la política se hará mucho más participativa, se abrirán muchos más espacios en los que las mujeres ejercerán un rol fundamental y tendrán una gran oportunidad de generar un cambio mucho más profundo en la sociedad.

La sociedad no percibe ahora el gran cambio que esta pandemia traerá, no porque sea incapaz de verlo, sino porque al estar en medio de esta crisis solo pensamos en las consecuencias actuales que nos dejará como individuos, pero esto a largo plazo nos dejará una mejor sociedad, con más conciencia y dándole mucha más importancia a las mujeres en la política. A partir de ahora seremos coprotagonístas, ahora sí lograremos una igualdad real. Dejaremos de pensar en nuestras diferencias y votaremos por competencias.

Ya el hombre como hombre no será el centro de la sociedad, será el ser humano, sin importar su sexo, su aspecto, su religión u orientación sexual. Elegiremos por competencias, por ideas, por formación y por habilidades. Construyamos ese futuro, el pasado es pasado, aprendamos de lo que hemos hecho y evolucionemos.


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