En las primeras tres décadas del siglo pasado, el mundo vivía una crisis que se me asemeja a la actual. Una pandemia, triunfo del comunismo en Rusia, contrariando las “leyes” del marxismo científico de Marx y Engels, surgimiento y posterior toma del poder por movimientos que representaban las otras corrientes del socialismo, el nazismo y el fascismo. Crisis económica global y Segunda Guerra Mundial. De esta hecatombe surgió un mundo más o menos estable, pacífico y próspero, el orden liberal que reinó casi que mundialmente desde 1945 hasta estos días.

Estamos viviendo otra gran crisis global: de nuevo una pandemia, (re)surgimiento del comunismo, en su versión de socialismo del siglo XXI, resistencia a este, no necesariamente por las mejores vías, sino por la de democracias iliberales, crisis económica global. Pero lo más importante por grave es una crisis de valores, inoculada por el marxismo cultural, la versión marxista de la época, que agrede a la familia, la cultura, las tradiciones, a través del sistema de dominación ideológica y que hace que muchos se adhieran a él sin saberlo, e incluso pensando que lo están enfrentando.

Esta crisis de valores nos da una visión de un mundo al revés. El mundo está piernas arriba, los líderes de las grandes corporaciones capitalistas están sirviendo de caballo de Troya del comunismo mundial, los líderes democráticos liberales están totalmente paralizados ante la ofensiva del marxismo cultural, la sociedad civil totalmente desorientada y cabizbaja y la Iglesia Católica que debería ser la propulsora de la defensa de los valores, jugando al distensionamiento con el comunismo, increíble ver un Papa como Francisco que prefiere recibir al tirano Maduro que a la madre y la esposa de un líder opositor venezolano, Leopoldo López, quienes hacían huelga de hambre a las puertas del Vaticano, pidiendo precisamente ser recibidas por el pontífice; el silencio ante el aterrador informe de la ONU sobre la crisis de derechos humanos en Venezuela por parte de Francisco, enmudece y acongoja a los católicos y cualquier persona de bien en no importa qué rincón del mundo, esa conducta es sencillamente abominable.

SI en algún país del mundo se ven los efectos de este mundo al revés es Colombia. Los criminales de lesa humanidad y narcoterroristas comunistas son quienes dominan al Estado, dirigen las instituciones, legislan y ejercen justicia. El Ejecutivo, único muro de contención frente al socialismo del siglo XXI, con un presidente que fue elegido bajo la promesa de acabar la impunidad de las FARC, acata inescrupulosamente el acuerdo de entrega del país al narcoterrorismo comunista. Las cortes narcoterroristas ordenan a las Fuerzas Militares y de policía no actuar frente a los actos subversivos de los narcoterroristas, el Ejército es expulsado de municipios sin que el gobierno ni siquiera proteste y la policía es asediada y atacada por los comandos criminales urbanos de las FARC y el ELN y el Estado condena a las fuerzas del orden y protege a los facinerosos.

El inefable Archila declara que “hemos hecho en dos años lo que deberíamos haber hecho en cuatro”, claro, el farcsantismo ante la blandura del gobierno ha logrado tomar el poder en dos años cuando tenía previsto hacerlo en 2022, estamos ante un narcoestado a punto de llegar a ser un Estado fallido. Lo que impidió Uribe lo están logrando las FARC en el gobierno de su pupilo Duque y sin que nadie exprese siquiera una palabra de alerta. La viceministra de Defensa señala “que el problema no son las FARC, sino las economías ilegales” por Dios, señora, no sabe usted que quien domina esas economías ilegales (narcotráfico, oro, coltán, trata de personas, extorsión, secuestro) son precisamente las FARC, quienes no han entregado ni una hoja de coca, ni siquiera las botas y bacinillas de su lista de bienes; debe ser que la inteligencia militar sigue dominada por el farcsantista general Mejía y por eso oculta esa realidad.

Hay que hacer algo y ya por impedir que la tiranía del farcsantismo siga dominando el país. Hago un llamado a líderes democráticos como los expresidentes Uribe y Pastrana, Alejandro Ordoñez, Fernando Londoño, Omar Bula, Rafael Nieto Loaiza, José Obdulio Gaviria, Carlos Felipe Mejía, María Fernanda Cabal, José Félix lafaurie, Paola Holguín, los líderes de los partidos evangélicos, Luís García Carmona, Salud Hernández, Claudia Gurisati, Saúl Hernández, los lideres de las organizaciones de militares y policías retirados, los lideres gremiales (así como pusieron billones para apoyar la entrega del país a las FARC, pues ahora deben poner por lo menos el doble de dinero para rectificar el camino) y tantísimos otros que les duele ver la patria en manos de Santos y Timochenko a conformar un gran movimiento de reconstrucción nacional, que reinstaure la democracia en Colombia. Esto no es con Twitter, es con movilización y para ello se requiere de recursos y organización. Repito: es ahora o nunca para evitar caer en el socialismo del siglo XXI; ya Santos, Petro, Fajardo, Timochenko y sus “compagnons de route” tienen organizado todo, ¿y nosotros, los demócratas, nos vamos a conformar con ver cómo ellos se toman el poder, llorando en Twitter?

 

 


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