Probablemente usted ha vivido la escena de unos padres orgullosos diciendo lo inteligente que es su hijo por la manera como maneja los teléfonos móviles, tabletas o juegos de video, desde una temprana edad.

En un libro recientemente publicado por el doctor en Neurociencias Michel Desmurget (La fábrica de cretinos digitales), ataca con hechos, producto de largos años de investigación, el término “nativos digitales”.

Afirma que es un lugar común tan absurdo que la literatura científica lo califica de mito o leyenda urbana.

Dos objeciones principales son expuestas. Primero, el uso de la tecnología digital en los “nativos digitales” se concentra en aplicaciones triviales: Redes sociales, juegos de video, plataformas audiovisuales (películas, series, clips), etc. Estas aplicaciones están pensadas, diseñadas y construidas para ser tan fáciles de utilizar como un cepillo de dientes (explicaba recientemente un ejecutivo de Google). Creer que la utilización fluida por nuestros niños de estas aplicaciones hace de ellos unos genios de los bits, programación y de la síntesis informacional, es creer que porque come en un restaurante 3 estrellas Michelin se va a convertir en un gran chef.

La Comisión Europea, en un reporte reciente, destaca el bajo nivel de competencia digital de las jóvenes generaciones como un freno mayor a la digitalización de los sistemas escolares.

Con estadísticas sólidas, producto de la investigación, sobresale que 38% de los lugares de trabajo señalan que la falta de competencia digital tiene un impacto sobre el desempeño. La pérdida de productividad (46%) y la disminución del número de clientes (43%) son los principales impactos negativos.

15% de las empresas reportan que los empleados tienen una total falta de competencias digitales. Las lagunas en materia de competencias digitales son más susceptibles de ser evidenciadas en los trabajadores alta o medianamente calificados, que en los trabajadores poco calificados.

Reportan que 88% de las empresas no han tomado ninguna medida para remediar la falta de competencias digitales de sus empleados. Los costos elevados de la implementación de programas de competencias digitales son señalados como el principal obstáculo.

Se informa que no hay diferencias significativas de aptitud o de utilización entre las jóvenes generaciones y sus predecesores inmediatos (predecesores que inventaron y desarrollaron estas herramientas digitales). Pero el mito es útil. Esta idea tranquiliza a los padres dándole la impresión de que sus hijos son genios de la informática. Además, los tranquiliza y los hace voltear hacia otro lado, para distraerse del hundimiento sin precedente de las aptitudes de lenguaje, de concentración, de reflexión y de memorización de nuestra descendencia.

Existe una gran confusión entonces entre “tocar, frotar o deslizar en una pantalla” y competencias digitales, señala el doctor Michel Desmurget.

En su libro, indica que el consumo y tiempo de utilización de los dispositivos digitales en todas sus formas (teléfonos inteligentes, tabletas, televisión, etc.) por las nuevas generaciones es astronómico. Desde los 2 años los niños de los países occidentales acumulan casi 3 horas de pantalla. Entre los 8 y los 12 años, en promedio se aproximan a 4 h 45. Entre los 13 y los 18 años, rozan las 6 h 45. En acumulado anual, estos usos representan alrededor de 1.000 horas para los alumnos de maternal (más que el volumen horario de un año escolar), 1.700 horas para un escolar de cursos primarios (2 años escolares) y 2.400 horas para un estudiante de bachillerato (2,5 años escolares).

Contrariamente a ciertas ideas preconcebidas, esta profusión de utilización de dispositivos digitales está lejos de mejorar las aptitudes de nuestros hijos. Por el contrario, tiene una consecuencia muy negativa: sobre la salud (obesidad, desarrollo cardiovascular, esperanza de vida reducida…), sobre el comportamiento (agresividad, depresión, conductas de riesgo…) y sobre las capacidades intelectuales (lenguaje, concentración, memorización…).

En un estudio realizado en Francia, basado sobre un panel representativo (edad, profesión, zona geográfica) de 1.000 personas activas, se abordaron 8 temas precisos desde la ciberseguridad, la data, cultura web, comercio electrónico e incluso diseño web. Sobre 1.000 puntos, los empleados franceses obtienen un puntaje mediocre de 291 en promedio. Pero lo más impactante es que los “nativos digitales” (generación 80-90) poseen menos conocimientos en el dominio digital que la generación X (60-70), con un puntaje de 270 contra 285 de sus predecesores. En resumen, en materia digital, los menos competentes son los más jóvenes, aunque sean los que tienen la mejor disposición a la utilización, pero no a la concepción.

Saber enviar textos, ganar jugando Fortnite, pasar tiempo con su consola de videojuegos o en las redes sociales, no es saber programar ni estar familiarizado con los lenguajes informáticos.

Indica el doctor Michel Desmurget: “Lo que le estamos haciendo a nuestros niños es inexcusable. Jamás, sin duda, en la historia de la humanidad, una experiencia de descerebración ha sido ejecutada a tan grande escala”.

Podemos meter miles de computadoras en las escuelas y liceos, pero la realidad es que una computadora o una tableta jamás transformarán a un estudiante en un buen alumno.

Lo que hace a un joven un buen alumno es la adquisición masiva de palabras y de lenguaje para expresar un pensamiento creativo y ser capaz de estructurarse para adquirir conocimientos cada más y más complejos.

El lenguaje es la primera prioridad de las competencias.

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