Cambiar es algo difícil y la gente siente terror ante esa realidad. Lo paradójico es que el cambio es parte constitutiva del ser humano. Nuestras células se renuevan constantemente. Y, peor aún, quien se resiste a cambiar, se queda estancado y no avanza, en medio de una realidad aplastante: todo cambia.

Detrás de ese miedo existen ideas, creencias, emociones, tales como miedo a manejar situaciones nuevas, a pérdidas físicas o emocionales. También terror a equivocarnos, a ser criticados, a perder el control. En fin, todo esto causa ansiedad e inseguridad, que nos provoca resistencia al cambio.

Los motivos que nos impiden cambiar son la autoestima baja o la creencia de que cambiar es ser inestable.

Si deseamos cambiar un problema, debemos pasar por cuatro etapas, según Paul Watzlawick, John H. Weakland y Richard Fisch.

-Una clara definición del problema en términos concretos

-Una investigación de las soluciones hasta ahora intentadas

-Una clara definición del cambio concreto a realizar

-La formulación y puesta en marcha de un plan para producir dicho cambio.

La ambivalencia es el comienzo del camino, y también “el lugar más común para atascarse en el camino hacia el cambio”, según William Miller y Stephen Rollnick.

Esto nos permite comprender, aunque no justificar, la causa por la que los médicos y mucha gente tienen miedo al uso de células madre. Es realmente una revolución, y toda revolución despierta críticas, inseguridades o agresividad.

Las células madre ayudan en problemas de salud que hasta hoy la medicina no ha podido remediar. Las células madre van más allá de los “paños tibios” que se ofrecen actualmente frente a temas como trasplantes de órganos, diabetes, alzhéimer, párkinson, presión alta, cáncer, autismo, VIH, infartos, disfunción eréctil, etcétera.

Existen intereses muy poderosos contra el desarrollo de las células madre. Algunas farmacéuticas obtienen beneficios millonarios vendiendo medicamentos que solo ayudan en algo, muchas veces haciendo daño a otros órganos. Y, para colmo, no solucionan el problema.

Otro aspecto de las células madre es que se usan, casi siempre, sin necesidad de anestesia general y de forma ambulatoria. Se regresa a la casa el mismo día, con muy poco tiempo de descanso y casi sin ningún dolor. Se le devuelve la esperanza y una forma más digna de vivir a los que sufren. Vale la pena que las personas y los trabajadores de la salud entiendan y cambien.

www.NancyAlvarez.com


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