Para los regímenes con tintes autoritarios todos los que no piensen como ellos son sus enemigos, incluidos, por supuesto, los medios de comunicación. En esta categoría se encuentra el gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, que en las últimas semanas confirma con sus acciones su intención de acallar a toda la prensa crítica.

El viernes se completó el embargo de las instalaciones del diario El Nacional, en Caracas, luego de un proceso judicial cuyo origen se remonta a 2015. Ese año el periódico —que entonces editaba también una edición impresa— consignó que el diario español ABC y el estadounidense The Wall Street Journal reportaban que Diosdado Cabello, segundo en la jerarquía del régimen chavista y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, era investigado por vínculos con el narcotráfico. La noticia fue difundida por agencias de noticias y otros medios internacionales.

Cabello fracasó en su intento por demandar a ABC y a The Wall Street Journal. Jueces neoyorquinos consideraron “incompresible” el proceso contra este último medio.

Con el poder judicial venezolano sometido a la línea que se dicte desde la cúpula del poder “bolivariano”, el 16 de abril una sala del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela condenó al diario a pagar 13,3 millones de dólares a Diosdado Cabello como indemnización “por daño moral”.

Hace cuatro días un juez acompañado de guardias nacionales tomó el edificio de El Nacional para embargarlo. Con la toma de la sede del diario apenas se cubre 60% de la indemnización ordenada. Además de representar un atentado a la libertad de expresión, la sentencia es desproporcionada.

Desde principios de siglo la línea del régimen venezolano ha sido la de silenciar centenares de publicaciones y emisoras de radio y televisión para convertirlos en medios oficialistas. El Nacional es quizá el último reducto de la prensa independiente que aún queda de pie en Venezuela, pero el costo ha sido alto. Dejó de publicarse en versión impresa el 14 de diciembre de 2018 debido a las presiones tributarias y a la escasez de papel impuesta a los medios no alineados al gobierno. Su sede ha sido blanco de turbas chavistas y sus periodistas han enfrentado constante hostigamiento. Este ataque desde el poder es uno de los más fuertes que ha dado el gobierno venezolano contra un medio de comunicación.

Para políticos autoritarios las críticas del periodismo objetivo e independiente se convierten en palabras que los desnudan y que tiran las falacias del discurso oficialista. En sus ataques solo hay una razón: el enorme miedo a la verdad. Ese es el motivo del golpe a El Nacional.

Editorial publicado por el diario El Universal de México


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