El levantamiento de las sanciones no depende de quien lo pida, sino de los intereses de quien tiene la fuerza de imponerla

Esta semana dos noticias propias del Metaverso de Mark Zuckerberg fueron tendencia en las redes: la solicitud firmada por reconocidos economistas, académicos y analistas en nombre de la sociedad civil, dirigida al presidente Biden, pidiendo la flexibilización de las sanciones; y otra, los supuestos cambios en el panorama económico del país, no así políticos.

La primera, a mi entender, las sanciones impuestas de forma unilateral por Estados Unidos responden no a nuestras necesidades y clamores, si no a los intereses políticos y económicos de Estados Unidos; es decir, no precisamente a lo que sucede en nuestro país y a la crisis que vivimos. Tan es así que todas las opciones sobre la mesa ofrecidas por  Mr. Trump fueron tan solo un bluff y el gobierno de Maduro lo sabía. Así vimos como muchos funcionarios de la administración Trump, incluido el Jefe del Comando Sur, entró en la guerra de declaraciones, poco frecuente e inusual en un militar, mucho fue lo que ladró y poco lo que mordió.

Efectivamente ha habido una serie de medidas dirigidas contra altos funcionarios del gobierno y decimos gobierno porque la llamada oposición, en su Memorándum de Entendimiento con motivo de las negociaciones en México, reconoció a su contraparte como el “Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela”; por consiguiente, borraron de un plumazo el término politológico de “régimen”. Esas sanciones de igual forma han afectado al sistema financiero, los servicios y la industria petrolera. Producto de estas sanciones algunas empresas se fueron del país como la EXXON, mientras que otras se mantuvieron silentemente, entre ellas Chevron.

El dirigirse al presidente Biden y su alto gobierno como representantes de la sociedad civil pareciera se abrogaran la representatividad de un “metaverso”, ese mundo virtual individual y colectivo donde grupos de personas crean sus zonas de encuentro, donde cada quien, cada acción o personaje es lo que desea sea. Zuckerberg lo describe como un entorno donde las personas interactúan social y económicamente como avatares. Ya hace mucho tiempo un desaparecido político se preguntó en su momento “cómo se come eso”, aunque al gobierno lo sabe, le amarga como el aceite de tártago.

El levantamiento de las sanciones o su flexibilización no depende de quién lo pida sino de quién la imponga y de sus intereses; en primer lugar depende, si a Estados Unidos, como primer productor mundial de petróleo con 10,2 MM bdp, según (StatistaResearchDept) 3MAR2022, le afectan o no, los 200 kbdp de Venezuela; de si ese petróleo compite con sus exportaciones; depende en un mundo globalizado de los niveles de precios de crudos marcadores como Brent, Cesta OPEP o WTI; de su cotización en los mercados de Rotterdam, Singapur o las costas Este y Oeste de Estados Unidos. Es decir, de múltiples variables que están fuera del alcance y control directo de mister Biden o los 25 solicitantes; pero más aún, sin querer, están haciéndole un favor a un gobierno que esquiló el vellocino de oro, de nada menos que de 350 millardos de dólares cuando los precios del petróleo llegaron a los 110 dólares el barril, en supuestos actos de corrupción, según Transparencia Venezuela.

Además, no es cierto que las sanciones fueron las causantes de la debacle de Pdvsa. Después del paro petrolero, gracias a la inercia de la industria, llegó a superar los 3MM bpd. Pero de ahí en adelante, la producción fue cayendo año a año. Ninguno de sus presidentes logró superar la producción con la cual recibió el cargo. En los actuales momentos pensar que con un levantamiento de sanciones se llegará a los 2 millones de bpd, de la noche a la mañana, es falso. Quien le vendió esa idea al Sr. Maduro para que lo repita, no sabe de petróleo.

La otra noticia todavía más propia de ese “metaverso”, esa señal de que todo va bien, que muestra un entorno virtual, donde las personas interactúan social y económicamente en restaurantes, conciertos, hoteles como avatares a través del soporte lógico de los negocios fáciles, de un ciberespacio, donde interpretan vivir en un nuevo país, como si fuera una metáfora del mundo real, pero sin sus limitaciones; frente a esa economía del “metaverso” se encuentra la realidad más allá de las cifras del BCV. Una cosa es el país de Alicia de las maravillas, del “metaverso” y de los bodegones y otra la de las personas que al filo de la medianoche se encuentran comiendo la basura de los restaurantes.

Para los creyentes de la llegada del mesías,de la recuperación que se puede percibir, no está sustentada en la producción, sino en la quema de divisas y en unos bonos que se vuelven sal y agua. Lo que se requiere es un mejor diseño de políticas económicas e incentivos al crecimiento, ya que lo que se percibe son fuegos artificiales en esta larga noche de 23 años de sequía; mientras tanto, la “Nueva Gran Venezuela”, la de la economía virtual de los bodegones se distrae escuchando crecer la grama. Su fe les hace ver esa realidad virtual del metaverso de un crecimiento que no existe.


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