Por materialismo se suele entender a la actitud de la persona que da excesivo valor a las cosas materiales, como el dinero o las propiedades. Sin embargo, el materialismo es también un sistema filosófico, opuesto al espiritualismo, que considera que solamente existe la materia y que reduce el espíritu a una consecuencia de ella.

La ciencia es materialista porque su tarea es recopilar conocimiento sobre el universo en el que vivimos, pero solo conocimiento objetivo, independiente del observador y por tanto transmisible.

El espiritualismo, por el contrario, es una doctrina filosófica que defiende que la sustancia última de lo que existe es de carácter espiritual.

En los últimos siglos se ha producido un avance sin precedentes del materialismo frente al espiritualismo. Los avances de la ciencia han contribuido a que el ser humano progresara hasta niveles inimaginables anteriormente. Del mismo modo, y sobre todo desde la Revolución Industrial, las sociedades en general han progresado materialmente, elevando significativamente la renta per cápita.

El ser humano, quizás de manera un tanto arrogante, comenzó en los últimos años a imaginar un mundo en el que todo podía estar bajo su control. Incluso se manejaron ideas como la inmortalidad, donde la ciencia consiguiera curar todas las enfermedades y se pudiera conseguir que el ser humano no envejeciera.

El principio básico de la ciencia es asumir que no lo sabe todo. De esta manera su sabiduría no se convierte en algo estático, sino que busca siempre nuevos conceptos que descubrir. Su éxito, sin embargo, ha sido tan apabullante que ha hecho que, en cierto modo, se la idolatre y que pase a un segundo plano el espiritualismo.

Como ejemplo de este repliegue del espiritualismo, tenemos la importancia que se le daba a la construcción de catedrales durante la Edad Media y el menor esfuerzo actual que se da a la construcción de templos religiosos.

La irrupción del covid-19 ha trastocado, o quizás se deba decir, trastocará, la imagen del materialismo y de la ciencia en general. ¿Tan poderoso era el ser humano que ni siquiera es capaz de hacer frente a un virus? ¿Dónde está la ciencia, las vacunas? De momento, tan solo queda la opción de esconderse ante el nuevo virus y pelear una batalla sin las armas adecuadas.

Sin duda, el espiritualismo ganará fuerza en los próximos años, aunque solo sea por la posible decadencia del materialismo. En ese sentido, quizás, se buscará otro sentido a la vida que no sea únicamente el progreso material y científico sin ninguna dirección concreta.

Sin embargo, el hecho de que el espiritualismo crezca no significa que se convierta en dogmatismo. Probablemente habrá una reacción ecléctica, donde se vaya hacia un materialismo espiritual o un espiritualismo material, asumiendo y tomando lo mejor de cada una de las dos doctrinas.

Hay aspectos que el materialismo no puede explicar, como la vida y la muerte o la existencia de Dios, y que el espiritualismo solo puede explicar desde un punto de vista subjetivo. Un equilibrio entre estos dos puntos de vista es el adecuado. Quizás hasta ahora era demasiado abrumadora la superioridad que se le daba al materialismo sobre el espiritualismo, y gracias al covid-19 se consiga una visión del mundo más equilibrada.

 


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