Javier Vivas Santana cuando estuvo preso en la cárcel de El Rodeo

Pido excusas a mis lectores, por verme obligado a exponer situaciones personales por este medio, máxime cuando tenemos una profunda crisis política, económica y social que a la inmensa mayoría nos afecta; pero que debido a la inmediatez de este hecho en mi contra, obliga a referenciar de manera individual, hasta dónde el madurismo es capaz de perseguir políticamente, sin importar la investigación y la educación de Venezuela.

Es curioso. Recuerdo que por «un tuit», que supuestamente hizo un daño peor que la bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre Hiroshima en 1945, el madurismo desató toda su furia de Estado y aparataje militar e «institucional» en mi contra, hasta un punto que sin orden judicial la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) prácticamente me llevó secuestrado de mi residencia, que está ubicada en La Asunción, isla de Margarita, el 25 de marzo de 2020, en horas nocturnas, en pleno comienzo de las restricciones de circulación debido al covid-19.

Por ese tuit, en el cual hacía una denuncia sobre la conducta de una funcionaria de la fuerza armada, que ya había sido hecha pública por los superiores militares y se encontraba hacía semanas circulando en redes, es decir, que fue retuiteada después de que miles de mensajes se habían multiplicado sobre el asunto, fui sometido a las más perversas humillaciones, torturas y vejaciones, a pesar de ser una persona discapacitada (invidencia del ojo izquierdo y con enfermedad neurológica -epilepsia-) y quien jamás había pisado en su vida, salvo por visita, una dependencia policial.

Por ese «tuit» estuve casi 6 meses privado ilegítimamente de mi libertad, llegando al extremo de que en los primeros 26 de días de cautiverio en los sótanos de la Dgcim en Boleíta me mantuvieron encerrado en una celda de 4 metros cuadrados, en total oscuridad la mayoría de ellos, con absoluta pérdida de las horas y nociones del tiempo. Las primeras 96 horas de esa detención llegaron incluso a dejarme sin agua ni alimentación, lo cual aunado con la ausencia de medicamentos para mi epilepsia ocasionaron que en ese lapso tuviera una fuerte convulsión. Esto provocó que uno de los custodios de esa dirección militar desatara toda su furia sobre mi cuerpo, cayéndome a batazos en ese momento porque yo estaría «fingiendo» tal condición neurológica. Obviamente, de este hecho me enteré por testimonio de mis compañeros de celda, porque al perder el conocimiento nada se siente y se observa sobre la realidad. Hay que destacar que cuando desperté -varias horas después- me encontraba en la enfermería del mencionado espacio de reclusión y que al final de esa pesadilla -sobre la cual saldrá publicado un libro que estamos preparando- también me costó estar en el infierno carcelario de El Rodeo -donde están varios presos políticos de la PNB y la GNB por quienes pedimos su libertad inmediata-, lugar en el cual, hasta las necesidades fisiológicas había que hacerlas en bolsas por la ausencia de agua y sanitarios, mientras sólo se comía arroz o espaguetis en el «desayuno, almuerzo o cena», en un espacio donde morían casi a diario presos por tuberculosis o cualquier enfermedad.

Lo insólito es que ahora que escribo cientos de mensajes por Twitter etiquetados tanto a Nicolás Maduro y el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), exigiendo mi nuevo pasaporte, después de mi cita para tal solicitud el pasado 9-5-2022 -el anterior venció en junio de 2021 y no permitieron que lo prorrogara- esta «institución» alega que tengo problemas con las «huellas dactiloscópicas», algo que hasta resulta contradictorio, no solo porque no es el primer pasaporte que he solicitado, sino porque si algo registré varias veces estando injustamente preso, incluso en el propio Saime y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y la Dgcim, fueron mis huellas dactilares. O sea, que esa excusa, no tiene ninguna justificación para negar el pasaporte y menos que si por un tuit el madurismo me detuvo, ahora «no se enteren» de esta situación por esa misma vía, entre ellos, el fiscal general de la República, Tarek William Saab.

La otra contradicción de este asunto es que mientras Nicolás Maduro y el madurismo reclaman a Estados Unidos la exclusión de Venezuela, Cuba y Nicaragua de la Cumbre de las Américas, o Maduro a título personal pide una visa a la nación norteamericana para ir a un concierto de salsa en Nueva York, yo exijo mi pasaporte para representar a Venezuela en el taller teórico-metodológico «América Latina en Discusión», organizado por la reconocida institución alemana de investigación Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Avanzados de Latinoamérica (Calas, por sus siglas en inglés) con sede en la Universidad de Guadalajara en México. Tal privilegio lo obtuvimos al ser seleccionados entre 150 concursantes del continente para ser uno de los 29 investigadores acreditados para tan importante evento {1}.

Que el madurismo, a pesar de que tengo titulo de doctorado en Educación (UPEL), maestría en Educación (UDO) y dos pregrados en educación (UNA), con una tesis doctoral con el título: «La regeneración del pensar y las texturas del pensamiento» publicada en Europa, y temas como la suprageocomunicacionalidad, recientemente publicado por la Municipalidad de Lima -y sobre el cual versará nuestra investigación en Calas-, así como otros aportes en ciencias sociales, debidamente certificados por instituciones de Rusia o la Universidad de Shanghai, me haya «borrado» de la nómina del Ministerio de Educación en 2015, o presione a las instituciones privadas para que estas eviten contratarme, o ahora me niegue el pasaporte para evitar que desarrolle mi carrera académica fuera del país, es otra persecución política en mi contra, que anuncio voy a llevar hasta las últimas instancias internacionales por mi derecho constitucional a la identidad y al trabajo.

No soy ningún político. Soy un venezolano, profesor y académico al cual el régimen  controlado por Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y Delcy Rodríguez, así como Vladimir Padrino López, y con la ausencia de una Fiscalia en Tarek William Saab, pareciera que quiere destruirme y anularme con una especie de «asesinato ciudadano», cuando evitan que un venezolano represente en lo académico a su país en México, el país, irónicamente del «diálogo político».

¡Me cansé de esperar el diálogo y las acciones de paz de ustedes! ¡Que sepa el mundo que sigo siendo un perseguido político!

@vivassantanaj_

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{1} https://twitter.com/vivassantanaj_/status/1526034230387548160?t=90OS9kUsTlJ_hi7AZXw8Gw&s=08

 

 

 


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