“El origen de la palabra lumpen dentro de las Ciencias Sociales lo podemos encontrar en los textos de Carlos Marx, quien utilizó este concepto para referirse al sector descartado de los soldados y exconvictos, vagabundos, andrajosos, harapientos, canallas y deshonestos escapados de las peores condiciones de vida, granujas y criminales pertenecientes a la masa desintegrada de la población más excluida”  / Wikipedia 

Vivimos tiempos difíciles, tormentosos y desesperanzadores por la brutal represión que el régimen de Nicolás Maduro viene aplicando en todo el territorio nacional, con una inusitada violencia que incluso ha llamado la atención internacional, preocupada  por el devenir de los acontecimientos en nuestro país. En la Corte Interamericana de Justicia con sede en Ginebra,  en la ONU, en la Comunidad Europea y otros organismos reposan abundantes denuncias sobre estos hechos criminales, que dejan mal parado al régimen que preside Maduro, quien se autoproclama como un auténtico y ejemplarizante demócrata, ante los ojos del mundo, tal como lo hizo con el más descarado cinismo el pasado sábado en la reunión cumbre de jefes de Estado que se lleva a cabo en México.

¿Por qué  razón los hechos que ocurren en Venezuela desdicen la pretensión del inquilino de Miraflores? Simplemente porque la violencia como tal proviene de su exacerbado e incendiario discurso de todos los días en cadena nacional en el que ofende, humilla y descalifica a quienes lo adversan políticamente por el simple hecho de no comulgar con su ideología socialista, marxista, mal llamada bolivariana y por ende comunista. El régimen ha convertido la violencia en un culto a través del discurso, medios de comunicación del Estado e invasiones de la propiedad privada, al mismo tiempo que ha sido incapaz de combatir la pobreza y la desigualdad social, que en buena medida son el caldo de cultivo en el que muchos se ahogan y pierden el norte.

El país nacional conoce la vileza con la que ha actuado el régimen para ahogar las quejas y protestas de la mayoría de los venezolanos, víctimas de la inseguridad, desempleo, alto costo de la vida, desabastecimiento, torturas y un sinfín de males que se han convertido en una verdadera pesadilla, en la que se exhiben largas historias de dolor en hogares en los que lloran la pérdida de sus seres queridos: padres de familia, jóvenes y hasta niños, que la barbarie atroz del régimen cobró sus vidas, amén de la dolorosa migración de más de 7 millones de hombres, mujeres, ancianos y niños, que han abandonado el país en busca de un mejor y esperanzador futuro.

Referíamos en el preámbulo del presente artículo que Marx utilizó el concepto de lumpen para designar a un sector de la población al que se le había negado una forma legítima de ganarse la vida y que por tanto sucumben al crimen y las condiciones que en estas prevalecen. Por tanto, el llamado lumpen del proletariado está compuesto por aquellas personas que han hecho de la ilegitimidad su forma de vida, y que hoy en día, la revolución socialista, mal llamada bolivariana, ha tomado como bandera y pretexto para su transformación, y la violencia la han convertido en su forma de vida, por lo que  cotidianamente observamos su comportamiento en todos los actos públicos que realiza el régimen.

Desconocen quiénes detentan el poder con Maduro a la cabeza, que quienes examinan la vida y obra de Karl Marx  observan una premisa inquietante por cuanto es una figura de “la época histórica pretérita, cada vez más alejada de la nuestra”, como lo refiere el historiador Jonathan Sperber , autor del libro: Karl Marx, una vida decimonónica, de interesante lectura en esta época de aparentes brotes revolucionarios en América Latina.

De hecho, muy poco supo decir sobre cómo iba a ser esa sociedad ideal que imaginó Marx junto con Engels y que iba a ser una especie de pequeño paraíso para la humanidad trabajadora. Los regímenes comunistas que se construyeron con espeluznantes métodos de represión y terror tergiversaron las ideas de Marx. Es necesario releer, y a estudiar con cuidado, la originalidad del pensamiento de un revolucionario intransigente, que no siempre pudo sortear sus propias contradicciones públicas y privadas, pues además fue un perverso enemigo gratuito del Libertador, a quien difamó calificándolo como “el canalla más cobarde, brutal y miserable, pues era un mito de la fantasía popular”. Es a este canalla, padre del socialismo utópico que ha pervertido a la sociedad en algunos países del mundo, que los revolucionarios venezolanos le rinden culto, pisoteando el nombre, gloria y estatura del Padre de la Patria. Tampoco fue el profeta iluminado que halló en el siglo XXI las soluciones para resolver las injusticias que tanto proclaman los comunistas.

Podríamos resumir que el vocablo lumpen se refiere a la marginalidad sin conciencia social y escasa conciencia moral, como la que exhiben estos seudo revolucionarios criollos que durante los 23 años al frente del poder han sumido al pueblo venezolano en el más espantoso y doloroso trance para poder subsistir como lo revelan las estadísticas internacionales, con una cifra de 75% de venezolanos en extrema pobreza, la cual, por cierto, no es por “culpa de las medidas económicas aplicadas por el imperio de Estados Unidos” (sic). ¿Hasta cuándo van a seguir utilizando ese falso pretexto para engañar al pueblo?

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