Bajo la sombra de la sospecha aguardaba en su madriguera. Con mucho sigilo esperaba el turno para atacar. Preparaba La celada al sentir  que su proyecto criminal estaba haciendo aguas. El candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue ultimado cuando se dirigía a su vehículo en el sector financiero y comercial del norte de Quito. Este valiente comunicador venía denunciando al narcotráfico como cáncer universal enfilando sus baterías sobre el expresidente Rafael Correa, la senadora colombiana Piedad Córdoba y el testaferro del gobierno venezolano Alex Saab. Una magnífica conexión de una alianza estratégica para sembrar el terror en nuestros pueblos. Regímenes totalitarios que se dan la mano con el terrorismo. Son los mismos socios abrazados a la causa del crimen.

Villavicencio había exteriorizado su planteamiento sobre los nexos de China con una casta fraudulenta que recorre el hemisferio bajo el amparo del Foro de São Paulo. Más de doscientas denuncias apuntaban a descubrir toda la telaraña de gobiernos al servicio delictivo. Hace algunos días tanto Piedad Córdoba como Rafael Correa lo habían amenazado. El resultado de la misma fue aniquilar a quien representaba la esperanza de un Ecuador decente.

Desde Venezuela, en el santuario que les mantiene el régimen de Nicolás Maduro. El grupo guerrillero ELN amenazó con desaparecer al fiscal general de Colombia, Francisco Barbosa. Así como también al general retirado Eduardo Zapateiro, excomandante del Ejército Nacional. Igualmente, es flanco de sus criminales deseos la valiente senadora María Fernanda Cabal. La destacadísima periodista Vicky Dávila ha sido materia de interés por parte de estos asesinos seriales. ¿Por qué los persiguen? Sencillamente por denunciar al gobierno de Gustavo Petro. La gestión ha demostrado en un año que está salpicada de corrupción. Que pretende instaurar un régimen que aspira a secuestrar la libertad y las instituciones. Al quedar al descubierto pretenden silenciar a quienes, junto a otros valientes, develan la desgracia que padece el país.

En Venezuela, la honorable María Corina Machado, sin lugar a duda la esperanza nacional, está siendo perseguida por el régimen de Nicolás Maduro. En sus visitas a los estados le tratan de impedir el paso. Un gelatinoso y descerebrado gobernador de Trujillo pidió a sus huestes agredirla físicamente. Como no se deja amedrentar, es comprensible entender que ante la evidente desesperación puedan atentar contra su vida. La aspirante a la presidencia Delsa Solórzano recibió amenazas de muerte en su teléfono. En su paranoia desesperada andan envalentonados inspirándose en lo ocurrido en Ecuador.

El miedo de perder el poder los tiene asustados. Muchas reuniones en el gobierno buscando un guion cinematográfico para inventar un espectáculo que puede ser un atentado en contra de figuras opositoras.

Algunos pueden sostener que son tres casos sin vinculación. Sin embargo, creemos que tienen relación. Son la expresión del odio del socialismo totalitario de la región. No es casualidad la primitiva actividad de Daniel Ortega en Nicaragua aniquilando adversarios, quitándoles la ciudadanía. Tampoco la presencia de Diosdado Cabello en Cuba buscando directrices de sus amos. Son el mismo proyecto que siente que su barco hace aguas. Que necesariamente tienen que aplastar a quienes piensan distinto. Es la forma como actúan los incivilizados. Los que impulsan la violencia para ganar ventaja. Convenientemente, han cambiado sus ropajes para disfrazarse de demócratas, pero en el fondo y en sus acciones muestran sus manos llenas de sangre inocente. Así que es necesario estar sumamente alerta.

@alecambero

alexandercambero@hotmail. Com


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